Encuentro en Bogotá de la Red CLAMOR 'La vida no es una mercancía' La trata, una máquina de explotación y muerte que no se detiene
La Red CLAMOR organizó una reunión sobre Trata de Personas: 'La vida no es una mercancía', en Bogotá (Colombia) del 24 al 26 de octubre. Días intensos de oración, diálogo, reflexión y escucha
Uno de los grandes logros de la Trata de Personas en la actualidad, es la invisibilización del fenómeno; una orgía de sangre y cadenas que deshumaniza nuestra humanidad
En el encuentro de la Red CLAMOR nos hicimos presente un pequeño grupo de religiosas, laicos y sacerdotes, que nos preocupa y duele ese flagelo. Hemos compartido tantas experiencias y testimonios de vida
Es hora de abordar la Trata de Personas al modo de Jesús, acercarnos a esa realidad en actitud samaritana: ver a las víctimas, compadecernos, sanar sus heridas, acompañar, proteger, y ayudarlas con su proyectos de vida para evitar la revictimización
En el encuentro de la Red CLAMOR nos hicimos presente un pequeño grupo de religiosas, laicos y sacerdotes, que nos preocupa y duele ese flagelo. Hemos compartido tantas experiencias y testimonios de vida
Es hora de abordar la Trata de Personas al modo de Jesús, acercarnos a esa realidad en actitud samaritana: ver a las víctimas, compadecernos, sanar sus heridas, acompañar, proteger, y ayudarlas con su proyectos de vida para evitar la revictimización
| Fray Dionisio Báez, O. de M.
He tenido la oportunidad de participar en la reunión de la Red CLAMOR sobre Trata de Personas: “La vida no es una mercancía”, en Bogotá del 24 al 26 de octubre. Días intensos de oración, diálogo, reflexión y escucha.
Existen en el mundo muchas cosas que me duelen: las guerras, la pobreza, la marginación, el hambre, la discriminación, la violencia y la tortura, abusos y otros muchos más. Cada uno de ellos traspasan mi vida, pero no hay duda de que la Trata de Personas me atraviesa como clavos al rojo vivo que laceran sin piedad mi existencia.
Uno de los grandes logros de la Trata de Personas en la actualidad, es la invisibilización del fenómeno. Lamentablemente, en ella, confluyen muchos de los males que agobian al mundo, además de la lista anterior, encontramos esclavitud, migración, desplazamiento forzado, matrimonio servil e infantil, mendicidad, explotación sexual y laboral, la Trata se alimenta con voracidad de todo aquello que hiere la vida. Puedo seguir sumando y sumando tinieblas y oscuridades, la lista es muy larga, llevando realmente a que la Trata de Personas sea un infierno en el mundo.
La llamada “esclavitud del siglo XXI”, es un monstruo infernal, una máquina de explotación y muerte que reduce al ser humano en mercancía, en cosa, despoja a la niñez, a las mujeres y hombres de toda dignidad, para reducirlos a simples objetos de placer, de mano de obra barata, de dispensador de órganos, de producción de dinero… Es una búsqueda insaciable de bajos instintos del poder y tener, del dominio sobre el otro, en una orgía de sangre y cadenas que deshumaniza nuestra humanidad.
En el encuentro de la Red CLAMOR nos hicimos presente un pequeño grupo de religiosas, laicos y sacerdotes, que nos preocupa y duele ese flagelo. Hemos compartido tantas experiencias y testimonios de vida. Nuestros corazones se han sobrecogido y los ojos llenado de lágrimas al escuchar a Cristo hablarnos por medio de cuatro mujeres crucificadas, víctimas de la Trata de Personas, que hoy luchan por rehacer sus vidas acompañadas y amadas por una Iglesia samaritana que hace vida Mt. 25, 34-45.
Lo repito mil veces y más: “Me DUELE la Trata de Personas”. No podemos seguir rodeando al que se encuentra herido por la esclavitud a un lado del camino. Millones de personas son hoy sometidas a una existencia sin libertad, condenadas a perder todos sus derechos, a ser flageladas, coronadas de espinas, a ser clavadas en la cruz desfigurando sus rostros, sus historias, sus familias, su voluntad. Se les rompe en mil pedazos para convertirlos en los nadie, en los invisibles, a tal extremo que llegan a desaparecer hasta de nuestras memorias y corazones.
Es hora de abordar la Trata de Personas al modo de Jesús, acercarnos a esa realidad en actitud samaritana: ver a las víctimas, compadecernos, sanar sus heridas, acompañar, proteger, y ayudarlas con su proyectos de vida para evitar la revictimización. Jesús nos llama a ser prójimo de todas aquellas personas cautivas que viven en situación de vulnerabilidad, de exclusión, estigmatizadas, sin esperanza, en soledad, fragmentadas, rotas por tantos golpes y abusos, necesitadas de misericordia, del amor vivificante y liberador de Dios.
Sigan resonando las palabras del Maestro: “¿Quién de los tres te parece que se portó como prójimo del que cayó en manos de los asaltantes? Contestó: El que lo trató con misericordia. Y Jesús le dijo: Ve y haz tú lo mismo”. (Lc.10, 36-37)
Transcribo unos versos que brotaron un tiempo atrás:
Trata de Personas, flagelo infernal,
eres cadenas, sumisión, esclavitud y dominación criminal.
Eres Hidra de Lerna acechando en el inframundo de aguas profundas,
serpiente de aliento venenoso y múltiples cabezas.
Eres sinónimo de sangre, tortura, dolor y muerte,
destruyes la libertad y la vida con violencia brutal.
En lóbregas mazmorras a la luz somete,
convirtiendo al mundo en una oscura noche abisal.
Eres codicia siempre hambrienta en devorar dignidades,
ofreciendo la vida como trozos de carne ante la demanda de chacales
que engullen humanidad.
Eres el averno consumiendo presentes y futuros,
matando ilusiones, esperanzas y caminos.
Brotan de tus entrañas fuego y azufre como ríos de destrucción,
dejando sendas empedradas de opresión con rostro de vergüenza y explotación.
Depredador diabólico que te alimentas en los mercados de sangre inocente,
violando, torturando y esclavizando, en un pandemónium concupiscente,
ahogando con grilletes el derecho y el valor incondicional de la libertad.
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