"La naturaleza es un libro granítico que los políticos que nos gobiernan no saben leer" Pasión y muerte del mundo rural

Iglesia en ruinas en el mundo rural
Iglesia en ruinas en el mundo rural

"La naturaleza es un libro granítico, verde, amable, hostil, que los políticos que nos gobiernan y quieren frenar la despoblación del mundo rural no saben leer"

"La aldea es un mundo de instantes irrepetibles que se van, de cualidades guardadas en cajones de silencios, un paisaje muerto que corre extraviado por un camino incierto y escarpado hacia el ocaso sin fulgor"

"Ser rural implica una visión del mundo, una filosofía de vida. Lo rural es un ritual convertido en dialogo con la naturaleza, un ritual que comporta un saber milenario trasmitido de generación en generación"

"El futuro del mundo rural es el pasado mientras el presente dependa de las decisiones que tomen en Bruselas cuatro burócratas que jamás mancharon sus botas de mierda ni nunca se subieron a un tractor"

Para detectar el poso del alma rural hay que ver, observar, contemplar y dejarse enseñar. Los rurales son dueños de un saber sobre las estaciones, las hierbas, los animales, los bichos del campo. Se dice que lo que nosotros sabemos sobre nosotros mismos nos lo enseñaron las cosas, de ahí la diferencia de vivir en un medio o en otro, de ser un rural o un ciudadano.

Los rurales suelen expresar ideas claras con palabras precisas y justas. Hay en la vida rural un signo misterioso grabado en el fondo de su sangre que se expande en mil fulgores solo percibidos por quien sabe leerlos en su rostro, en su mirada, y oírlos en su conversación; percibidos solo por quien sabe escuchar su corazón cansado y respeta y ama las estructuras secretas de su alma.

Iglesia rural
Iglesia rural

Para la gente de alma con el brillo de mármol que le impone los límites estrechos de la ciudad, lo rural es una serie de tradiciones y supersticiones porque confunde la naturaleza con lo exótico y desconoce la profunda inmensidad que abisma el alma de la aldea. Ya han desaparecido casas que hace años todo el mundo daba por inmortales. La aldea es un mundo de instantes irrepetibles que se van, de cualidades guardadas en cajones de silencios, un paisaje muerto que corre extraviado por un camino incierto y escarpado hacia el ocaso sin fulgor.

Ser rural implica una visión del mundo, una filosofía de vida. Lo rural es un ritual convertido en dialogo con la naturaleza, un ritual que comporta un saber milenario trasmitido de generación en generación. La mirada de la comunidad en el mundo rural fija, inmoviliza el movimiento de la persona, cosas entre las cosas. Cada uno era lo que los demás querían que fuera. En el mundo rural quien se destaca y pretende salirse de la norma es marginado, fuera de lo que piensa la comunidad todo es oscuridad.

A diferencia del seductor, charlatán, indiferente, el rural está comprometido con la tierra, con los suyos, con la colectividad aldeana. En el mundo rural, libre es quien hace lo que los demás esperan que haga, hacer otra cosa es un vicio, una perversión. Las instituciones aldeanas definen su relación con el mundo y eliminaban la libertad. Los jóvenes aceptan su mundo al alcance de la mano sin renunciar al mundo más allá de las fronteras.

Iglesia en el mundo rural

Aunque algunos vengan a dormir aquí y otros vengan a pasar el fin de semana con vosotros, casi todos nuestros nietos trabajan fuera; gentes que habitarán en lo que fue el mundo rural, pero pensarán y actuarán como lo que son, gente de la ciudad que viene aquí a disfrutar de las delicias de la naturaleza sin renunciar a la ciudad. Los rurales ven a los urbanistas que vienen a enseñarles cosas sobre la naturaleza y como tratarla como hojas de un libro arrancadas al azar, como aparejos de labranza en un museo sin nada que ver con aquello para lo que fueron hechos.

El mundo rural no puede seguir como ha sido hasta ahora, todo cambia y el mundo rural también. Ello no quiere decir que los valores, la filosofía y a manera de ver el mundo que le es propia vayan a desaparecer. El futuro del mundo rural es el pasado mientras el presente dependa de las decisiones que tomen en Bruselas cuatro burócratas que jamás mancharon sus botas de mierda ni nunca se subieron a un tractor. Todas las esperas, si uno sabe esperar, tienen su final. Ahí radica la constancia y permanencia de la vida rural.

Cruceiros

“Nosotros no sabemos que quieren decir cuando dicen: nosotros somos neorrurales, ni entendemos que quieren decir los políticos cuando dicen que están aplicando políticas para mantener la población en el mundo rural porque lo que están haciendo es todo lo contrario”. Los habitantes son los primeros que tienen que hacer algo por mantener esto si quieren que su mundo continúe. Cuando uno piensa en los que, sin visitar el campo, dictan normas y leyes que los campesinos deberán cumplir, viene al cabeza aquel dicho: “Aquel cuyas fuerzas no alcanzan para lo necesario y lo útil se ocupará con gusto de lo innecesario y lo inútil”.

Cada vez que viene por aquí algún experto en alguna cosa suben los impuestos sobre algo o llega alguna ley o norma completamente absurda, una vuelta más de tuerca para asfixiar al mundo rural. Los políticos hablan del despoblamiento del campo, de las destrucción y desaparición de lo rural, pero siguen dando órdenes que lo asfixian. “O seguimos viviendo aquí sin cumplir esas normas o las cumplimos y dejamos que nos extingan poco a poco”, dijeron a la comisión que vino a explicárselas. “Vienen dadas desde Bruselas”. “Pues díganles Ustedes a esos ineptos de Bruselas que eso aquí no funciona”.

La Concentración parcelaria, hecha en Galicia por ingenieros que sólo sabían de medidas y calificación de tierras, pero desconocían por completo lo que es la vida rural y despreciaban la cultura gallega, cegaron los pozos e ignoraron por completo los manantiales.

Peto das animas

Ninguno de nosotros se puede autodefinir como un rural, no pensamos como pensaban nuestros abuelos, nuestros medios de vida no tienen nada que ver con los que tenían ellos, nuestra manera de pensar ni siquiera se parece a la de ellos. Puede que vaya llegando, cada día más, gente de la ciudad o venga de vuelta gente que se fue, a la aldea, pero y no formarán parte de ese todos, todos son él y nadie es si mismo, que regía el comportamiento, la convivencia, las ayudas, los servicios que nos prestábamos unos a otros. La misma aldea será otra cosa.

No hacen falta grandes estudios para verificar la despoblación del mundo rural. “Los nuevos campesinos no son labradores sino industriales de la tierra que cosechan millones de kilos de patatas, que alimentan cientos de miles de terneros, de gallinas; que llenan depósitos con millones de litros de leche. Los industriales de la tierra son como fábricas de pollos, de terneros, de patatas, de leche que tienen poco que ver con la visión del mundo y la filosofía de vida de los rurales.

La naturaleza es un libro granítico, verde, amable, hostil, que los políticos que nos gobiernan y quieren frenar la despoblación del mundo rural no saben leer. Pero tampoco lo saben leer los ecologistas que nacieron, crecieron y viven en la ciudad y “vienen por aquí a darnos lecciones y a enseñarnos como hay que cuidar la naturaleza. Cuando no haya campesinos nadie piará por la cultura campesina. Cuando los especialistas se fueron, alguien dijo: “Que el rural se termine se la trae floja”. Muerto el perro se acabó la rabia. Los políticos se fueron pensando: “Pero los votos de esta gente valen tanto como los de los habitantes de la ciudad. Por eso hay que oírlos”.

Iglesia de Nocedo

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