Felices para quienes “no existe en el mundo señorío más grande que la libertad del corazón”.
Felices quienes han alcanzado “la libertad del corazón, que es el corazón de la libertad”.
Felices quienes reciben la libertad como un don gratuito y como una tarea, para liberarse de todo lo que les esclaviza.
Felices quienes se han dado cuenta que queda muy poco sitio para la libertad y la felicidad cuando todo lo ocupa el dinero, las posesiones, el bienestar.
Felices quienes en el camino de la conquista de su propia libertad, luchan y se solidarizan con quienes carecen de ella.
Felices quienes viven ausentes de estereotipos, de calumnias, de odios, de enemistades, de prejuicios, porque actuarán con una absoluta y responsable libertad.
Felices quienes se privan de su tiempo, abandonan su comodidad, entregan su dinero, renuncian a su seguridad por darse a los que les necesitan, con absoluta libertad.
Felices quienes descubren su más íntima y plena felicidad y libertad, cuando se preocupan de que los demás sean también felices y libres.
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