En los márgenes de los caminos
también crecen espléndidas las margaritas,
deleitándonos con su belleza.
Y corren rumorosos, cristalinos los arroyos,
donde calmar la sed del arduo viaje.

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No permitas que te inoculen el virus de la apatía,
el desencanto, el enfrentamiento, el insulto…
haciéndote así pensar que todo el mundo
es de la misma calaña.
Porque habrán conseguido su objetivo.

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La muerte solo tiene sentido
si nos hace pensar en la vida,
si nos hace vivir intensamente,
si nos hace regalar vida a nuestro alrededor.

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La justicia social es un derecho
que hay que exigir para los demás.
Y es un deber, pues hay que comprometerse
para hacerla realidad cada día.

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A veces nos impacta el filón humano
de una persona que nos conmueve.
Lo difícil es dar el primer paso
para intentar seguir su ejemplo,
desde nuestra propia forma de ser y de vivir.

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Solo el dolor compartido,
la ofrenda de tu alegría,
conduce por la senda
de la plenitud del corazón.