En Adviento, "tunea" tu vida... por dentro

Me fijo hoy en una de esas horribles palabrejas que se nos cuelan del idioma cultural reinante, nuestra moderna koiné para bien y para mal: el inglés. Seguro que han oído decir últimamente a alguien –habitualmente joven- que su coche, moto, móvil, ordenador… está tuneado.

Acudimos al diccionario moderno, por supuesto Internet, y nos cuentan lo siguiente (cf. http://es.wikipedia.org/wiki/Tuning_(motor); http://es.wiktionary.org/wiki/tunear): El tuneo o tuning (del inglés tune, “afinar”) es, en el mundo del automóvil, sinónimo de la personalización de un vehículo a través de diferentes cambios, como modificar la mecánica o chasis de un vehículo, incluso el interior de su cabina por razones de rendimiento o estética, apartándolo del estándar. Se identifica así a los autos personalizados y se pretende lograr una originalidad del vehículo, apartándose de su apariencia de serie y orientándolo al gusto propio.

En expansión

Este fenómeno se ha expandido enormemente, especialmente entre los jóvenes. Hoy en día hay una gran cantidad de concentraciones de fanáticos, prensa especializada, tiendas de accesorios y eventos. Los medios, especialmente la televisión, han influido considerablemente en la aceptación del concepto tuning como moda y estilo de vida. Tuning es sinónimo de personalización, identidad extendida a través de un vehículo, es la principal motivación que lleva a gastar mucho dinero en las modificaciones de los autos.

Se nos dice también que un sinónimo de tunear es customizar (otro anglicismo que no viene en el diccionario, ¡lo vamos arreglando!), incluso se nos remite a un clarificador artículo de periódico: “Ahora se ha puesto de moda tunear los coches y las motos, y eso viene a ser algo parecido a lo de customizar. Se trata también de quitar y sobre todo poner, añadir detalles embellecedores y molones a la carrocería y a lo que haga falta del vehículo a fin de que coja un aspecto diferente al que rutinariamente trae de fábrica” (Manuel Hidalgo, Customizar y tunear, El Mundo, 24 de mayo de 2005). Por extensión, se utiliza la expresión para referirse a la moda de personalizar cualquier dispositivo, no sólo el coche o la moto: se puede (casi se debe) tunear el móvil, la carpeta de apuntes, el ordenador, las zapatillas deportivas, las mesas y sillas y paredes de la habitación, la comida, la hamburguesa o la pasta o la ensalada (personaliza tu menú con la salsa X…), el mp3, los muros de la calle, incluso la propia piel con el tatuaje de moda o los lóbulos de oreja o la nariz perforándolos con piercings…

Y es que, a veces, el ser único y auténtico es una tarea muy sacrificada. Ahora que lo pienso, una conocida marca nos dice con frecuencia: ¡Redecora tu vida…! Haz de tu casa tu república independiente X… Si se para uno a pensar, ese deseo de una continua novedad, de ser original, de ser auténtico, de sentirse único, de tener la sensación de vivir contra corriente, de no seguir la senda común ni ir donde va toda la gente como hacía un tal Vicente… es uno de los rasgos de la actual generación juvenil (¿sólo de ellos, por cierto?). Una clase es divertida y útil si es interactiva, si me da la sensación que estoy haciendo algo en vez de sólo escuchar o leer, y más aún si eso que hago lo hago sólo yo, si me siento único/a subrayando en mi color favorito aquí o allá…

Las trampas del tuning

Sin embargo, lo malo es que todo esto tiene trampa. Porque en realidad nos están invitando a ser únicos… precisamente haciendo lo que hacen todos. Se nos pide que seamos originales… copiando al detalle la última moda. La autenticidad no puede consistir en comprar y consumir lo mismo que todos, invirtiendo además un poco más en pequeños retoques.

Y es que ese deseo de ser a toda costa únicos y originales, sólo es la tapadera que apenas oculta que la comercialización y el consumismo ocupan hasta la última parcela de nuestra vida, y encima quieren que no nos demos cuenta. Y claro, en este gran montaje de tuneado general, son los adolescentes los más fáciles de manipular y engañar. Basta pasarse por la puerta de una de esas discotecas light para adolescentes un viernes a las 6 de la tarde para ver que sus gorras, pendientes, sudaderas, cortes de pelo, zapatillas deportivas… en vez de signo de distinción y originalidad, constituyen prácticamente un uniforme que todos llevan.

Ya decía hace más de 150 años el poeta francés Charles Baudelaire –parece que enemigo adelantado del tuneo- que “no hay nada más caduco que ir a la última moda”. En realidad, la mejor forma de tunear con provecho la propia personalidad es crecer de dentro hacia fuera, pues hay cosas más importantes y auténticas que redecorar sólo nuestra fachada exterior o nuestros objetos. Alguien dijo que “donde está tu tesoro, allí está también tu corazón”. Y el tesoro que somos cada uno está dentro, no fuera… Ese es uno de los garndes retos de Asviento: redecorar o tunear nuestra vida desde el corazón, desde nuestro centro, y buscar tesores verdaderos,no quedarse en lo externo.
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