¡No te olvides de los pobres!
Acabo de seguir en TV la audiencia del Papa Francisco a los periodistas (sábado, 16 de marzo a las 11:00 a.m.).
Me ha gustado cuando se ha salido de los papeles y ha contado cómo eligió y por qué el nombre de Francisco, y cómo las palabras del Cardenal Hummes en el momento justo de la elección: ¡No te olvides de los pobres!, junto al deseo de PAZ y de respeto y amor a LO CREADO (que es el nombre cristiano de la preocupcación ecológica), le hicieron pensar en el mayor santo de todos los tiempos (según mi opinión), San Francisco de Asís.
El Papa ha bromeado incluso con la sugerencia de alguno de adoptar el nombre del Clemente, aquel papa que en mala hora suprimió a los Jesuitas.
Un papa jesuita, que elige el nombre de Francisco... y que acaba de decir: "¡Cómo me gustaría tener una Iglesia pobre y para los pobres!" Me pregunto dónde se esconderán ahora los que decían que la Vida Religiosa no tenía ya futuro, y que el lenguaje sobre la Justicia Social y la Iglesia de los Pobres habian muerto con el Cardenal Lercaro (aquel obispo de Bolonia que insistió en el Concilio en que la Iglesia había de ser la Iglesia de los pobres).
Los primeros días de este Papa, por lo sorpendentes e inesperados, me están recordando unos versos de una vieja canción de Joan Manuel Serrat:
Sólo que nosotros, creyentes, creemos que el nombre de esa Vida que, de vez en cuando, nos da estos regalos, es... Espíritu Santo.
También me ha encantado cuando ha dicho que daba su bendición a los peridistas, pero con sumo respeto a los que de ellos fueran no creyentes o pertenecientes a otras religiones, pero sabiendo que todos, unos y otros, son hijos de Dios.
Ahora nos toca a todos secundar como Pueblo de Dios (otra categoria que parecía olvidada en las páginas de la Lumen Gentium y que Francisco está repitiendo insistentemente) esta línea de actuación. A algunos también les debería tocar cierto cambio de mentalidad... Y a todos, como también ha dicho Francisco hoy, poner a Cristo en el Centro.
¡Está soplando aire fresco desde Roma!. Seamos consecuentes con ello.
¡Paz y bien!
El Papa ha bromeado incluso con la sugerencia de alguno de adoptar el nombre del Clemente, aquel papa que en mala hora suprimió a los Jesuitas.
Un papa jesuita, que elige el nombre de Francisco... y que acaba de decir: "¡Cómo me gustaría tener una Iglesia pobre y para los pobres!" Me pregunto dónde se esconderán ahora los que decían que la Vida Religiosa no tenía ya futuro, y que el lenguaje sobre la Justicia Social y la Iglesia de los Pobres habian muerto con el Cardenal Lercaro (aquel obispo de Bolonia que insistió en el Concilio en que la Iglesia había de ser la Iglesia de los pobres).
Los primeros días de este Papa, por lo sorpendentes e inesperados, me están recordando unos versos de una vieja canción de Joan Manuel Serrat:
De vez en cuando la vida
nos besa en la boca
y a colores se despliega
como un atlas,
nos pasea por las calles
en volandas,
y nos sentimos en buenas manos;
se hace de nuestra medida,
toma nuestro paso
y saca un conejo de la vieja chistera
y uno es feliz como un niño
cuando sale de la escuela.
De vez en cuando la vida
toma conmigo café
y está tan bonita que
da gusto verla.
Se suelta el pelo y me invita
a salir con ella a escena.
De vez en cuando la vida
afina con el pincel:
se nos eriza la piel
y faltan palabras
para nombrar lo que ofrece
a los que saben usarla.
Sólo que nosotros, creyentes, creemos que el nombre de esa Vida que, de vez en cuando, nos da estos regalos, es... Espíritu Santo.
También me ha encantado cuando ha dicho que daba su bendición a los peridistas, pero con sumo respeto a los que de ellos fueran no creyentes o pertenecientes a otras religiones, pero sabiendo que todos, unos y otros, son hijos de Dios.
Ahora nos toca a todos secundar como Pueblo de Dios (otra categoria que parecía olvidada en las páginas de la Lumen Gentium y que Francisco está repitiendo insistentemente) esta línea de actuación. A algunos también les debería tocar cierto cambio de mentalidad... Y a todos, como también ha dicho Francisco hoy, poner a Cristo en el Centro.
¡Está soplando aire fresco desde Roma!. Seamos consecuentes con ello.
¡Paz y bien!