Mayéutica de andar por casa. ©



. . . . E X O R D I O

«(...) hasta el punto de sugerir a algunos la sospecha de que un tolerante y excesivo relativismo al mundo exterior, a la historia que pasa, a la moda actual, a las necesidades contingentes, al pensamiento ajeno, haya estado dominando a personas y actos del Sínodo ecuménico a costa de la fidelidad debida a la tradición y con daño de la orientación religiosa del mismo Concilio. Nos no creemos que este equívoco se deba imputar ni a sus verdaderas y profundas intenciones ni a sus auténticas manifestaciones.» (Alocución de S.S. Pablo VI el 7 de diciembre de 1965 en la clausura del Concilio Vaticano II)
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Conocí ayer la web GloriaTV en la que con variedad y buena gestión de contenidos se da información católica en sus áreas religiosas, cultural - cine y libros recomendados para las familias -, así como noticia de la Iglesia en el mundo, todo ello enfocado con lente tradicional. A la derecha de su página principal aparece un banner anunciándonos otro nuevo Seminario de la Fraternidad Sacerdotal San Pio X (SSPX), en EE.UU., que prueba su continuo crecimiento; dicho sea para triste contraste con los cierres y derribos del liberalismo triunfante.

Como sabemos, la FSSPX, fundada por Monseñor Marcel Lefebvre, fue aliviada por Benedicto XVI de su persecución cuando levantó las excomuniones de sus obispos y reconoció su derecho a celebrar la misa tradicional, la apostólica. La misma que fuera codificada por San Pío V siete años después de clausurarse el Concilio de Trento. Con este magno sínodo y la Bula Quo primum tempore, la Misa hoy llamada "De forma extraordinaria" quedó fijada para siempre y protegida de arbitrariedades y desafueros.

El repaso de las diferentes secciones de la web Gloria TV sugiere preguntas y respuestas. Algunas de las cuales presento al lector con el propósito de excitar, según mi criterio, su atención hacia hechos que trascienden la actualidad. Bien sé que cuando un fiel corriente se atreve a entrar en estas “teologías” se le tiene por sabihondo insoportable... Algo que se produce, hablo en general, por ignorancia del sensus fidei de la Iglesia, primera y real beneficiaria de la asistencia del Espíritu Santo, pues que le fue prometida por Cristo a toda ella y no en exclusiva a sus servidores. (Mc 13, 11; Jn 14, 16 y 26; 15, 26; 16, 7; 20, 22; Hch 2, 38; 15, 8; 20, 28; 1Tes 4, 8; 1Ped 1, 12; 2Ped 1, 21)

Déjenme cerrar esto señalando algo que se olvida con frecuencia: El Espíritu Santo es la Tercera Persona de la Trinidad. Asiste a la Iglesia en su misión, entiéndase el mandato de Cristo para el tiempo y en el mundo, esto es, asiste a los fieles en su fe y su lealtad a Jesús -Id y enseñad a todos -pero no, como a veces algunos quieren, para asistirnos en nuestros caprichos y veleidades por muy relevantes que sean sus beneficiarios. Es una verdad que se explica por sí misma.

En cierto modo el Concilio Vaticano II lo reafirma, cuando dice:

«El Pueblo santo de Dios participa también de la función profética de Cristo, difundiendo su testimonio vivo sobre todo con la vida y caridad y ofreciendo a Dios el sacrificio de alabanza, que es fruto de los labios que confiesan su nombre (cfr. Heb 13, 15). La totalidad de los fieles que tienen la unción del Santo (cfr. 1Jn 2, 20 y 27), no puede equivocarse cuando cree, y esta prerrogativa peculiar suya la manifiesta mediante el sentido sobrenatural de la fe de todo el pueblo cuando "desde los Obispos hasta los últimos fieles laicos" presta su consentimiento universal en las cosas de fe y costumbres. Con este sentido de la fe que el Espíritu de verdad suscita y mantiene, el pueblo de Dios se adhiere indefectiblemente a "la fe transmitida de una vez para siempre a los santos" (Jud 3), penetra más profundamente en ella con juicio certero y le da más plena aplicación en la vida, guiado en todo por el sagrado Magisterio, sometiéndose al cual no acepta ya una palabra de hombres, sino la verdadera palabra de Dios. (1 Tes 2, 13).» (Concilio Vaticano II, Constitución sobre la Iglesia, C.2, 12)


Por tanto, destaquemos que el pueblo fiel, que es santo en gracia de Dios, participa de la función profética de Cristo. También que el Magisterio no es "cosa de hombres" sino la invariable y "verdadera palabra de Dios"; es decir, que tal magisterio no nos pertenece sino que somos nosotros todos, la Iglesia, los que le estamos sujetos para guardarlo, transmitirlo y obedecerlo leal y honradamente al servicio de su fuente que es, repitámoslo, la tradición cristiana, el Depósito recibido; en definitiva, Dios mismo. Él es el que da autoridad a toda jerarquía ordenada. Tanto así cuanto que por su fidelidad a ese depósito se les antepone el adjetivo de ex-celencia, salido del cielo, en tanto que de su boca y por deber de misión oímos al propio Cristo.

Por eso es tan importante que los fieles, tanto el pueblo llano como el clero, y éste lo mismo si con autoridad como si de misa y olla, tomemos conciencia de nuestra condición religiosa -"pueblo santo"- y del deber de formación para no andar por cosa tan seria con las muletas de otros, incluso algunos como impostores en su cargo, o por particularismos sin sentido que descuiden la honra católica. Porque aun la tarta más alabada puede tener cianuro en la guinda que la corona.

Así ante los cambios operados en la Iglesia post-conciliar nuestras perplejidades, que son las de muchos católicos desde el Oriente al Occidente, se corresponden con más preguntas. Por ejemplo...

¿Cómo un Concilio no dogmático sirvió de amparo para en la práctica pastoral descomponer o "reinterpretar" casi todo el magisterio anterior? Al menos el básico. (Benedicto XVI declaró que el Concilio Vaticano II fue en la Iglesia el Anti-Sylabus). Puede que precisamente por eso se propusiera no dogmático, ya que de serlo no podría, o habría sido muy difícil, legislar en contra del magisterio anterior. Es evidente que para sobrepasar tal escollo se dio omnímoda libertad al carril pastoral, para que por la ley del “pensar como se vive” se lograra por inducción lo imposible por razón. Con respecto a esto tomemos del Concilio algunas aserciones bonitas y de apariencia razonable sacadas de la Declaración sobre la libertad religiosa:

El Concilio Vaticano declara que la persona humana tiene derecho a la libertad religiosa.


¿Y eso? ¿Habiendo aproximadamente 1600 diferentes religiones y sectas? Imposible, es una barbaridad. Todos los derechos deben ser para la Verdad y si la Iglesia Católica cree por su Maestro, al que tiene por Dios mismo encarnado y que sólo por Él la Humanidad entera puede alcanzar el fin para que fue destinada, no es de recibo proponer una libertad de igual derecho en favor de sus antagonistas. La sociedad de los hombres no se merece esta traición. (Proposición tercera condenada por Pío IX en Quanta Cura.

Se injuria, pues, a la persona humana y al mismo orden que Dios ha establecido para el hombre si se niega a éste el libre ejercicio de la religión en la sociedad, siempre que se respete el justo orden público.


Chusco es olvidarse de que el Orden Público lo define el poder y que, en materia religiosa, aquella confesión que sea incómoda para el poder éste podrá meter sus manos a través del orden público para limitar su expresión, o eliminarla. A no ser que los líderes de la Iglesia adapten su fe a su política, aunque se vuelva anticristiana. (Proposición 2ª condenada por Pío IX en Quanta Cura.) Lo razonable es lo contrario, que las leyes de Dios sean asumidas cuando se dicten las civiles, lo que se entiende para un estado no confesional. Así fue en las sociedades cristianas con tres religiones, como ocurrió en España.
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Mns. Roncalli y Mns. Montini


Volviendo al asunto, preguntémonos: ¿Por qué ahora todo ha de ser de otra manera, pero... de una manera que con reiteración ronda viejísimas herejías? Pues justo por eso, porque se rondan viejas herejías, cuya definición y condena impedía - ¡es lo que se adujo! -, el acercamiento de los hermanos separados. Supuestos hermanos pues que hoy ni se incorporan al Vicario de Cristo ni rectifican sus posiciones... Entre ellas las blasfemias contra la divinidad de Cristo, la realidad histórica de la Eucaristía o la perpetua virginidad de María. (Juan XXIII declaró que el CV2º no iba a condenar nada ni a nadie).

¿Y por qué la jerarquía episcopal condujo a la mayoría del clero hasta el oscurecimiento, ridiculización e, incluso, eliminación de lo que siempre se entendió por católico? Parece que hayamos de tener ahora como ‘menores’ a los doctores de una tradición apostólica, y por tanto milenaria, que nos purificó la fe de la insidia arriana negadora de la divinidad de Jesús (objetivo de todas, desde Caifás); que nos la protegió de la invasión del materialismo protestante - ellos no tienen hijos "como conejos" - y de la de sus actuales bisnietos, los que se tienen por modernos y avanzados (modernistas y progresistas).

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Impresentable beato...

Este distanciamiento de la tradición no entra en la mollera del fiel corriente que se hace preguntas. Que intuye o ve claramente anomalías que se vuelven escandalosas cuando se conoce su origen. En particular para España, aquella orden de Juan XXIII prohibiendo a la Iglesia española «proponer para obispo, canónigo, catedrático, consiliario y aun párroco de parroquia importante a nadie que haya tomado parte con los nacionales en la Cruzada y a los que sean simpatizantes con el glorioso Alzamiento Nacional». (cf. Citado en carta de Mosén José Bachs, Pbro., al Arzobispo-Obispo de Barcelona, Doctor Modrego, de fecha 7 de enero de 1976).

Uno pasa por estas informaciones, incluso evidencias, no queriendo enterarse, como el avestruz ante un peligro. Tapándonos los ojos como los caballos de los picadores para no ver al toro que nos quiere destripar. Nos da tal espanto que preferimos que la cabeza se adormezca y no piense.

Pero la conclusión de esta ordenanza no deja espacio a la duda: Es la muestra irrefutable de preferencia sobre aquellos que protegidos por la URSS -"¡Muera España! ¡Viva Rusia!"- persiguieron para aniquilarla a la España católica, incendiaron iglesias y oratorios, derribaron monumentos religiosos, martirizaron y asesinaron a miles de fieles, violaron monjas, mataron sin juicio - ¿Qué iban a juzgar los que "fusilaron" al Corazón de Jesús? - a cientos de sacerdotes y obispos; profanaron sus tumbas y burlaron los cadáveres; expoliaron nuestros templos...

Y ese hombre, el "Papa Bueno" - bueno en el mismo sentido que lo fue como Nuncio para las logias de París - privilegió a los de ese bando para que se agazaparan con doble cara en la estructura eclesial española. Pensemos, repasemos que los que estaban de parte de estos perturbados fueron los beneficiados por este clérigo pervertido, hoy beatificado por quienes con ello se auto-califican, para en pocos años dirigir la Iglesia de España hacia su desacralización, marxistización y, si se les deja, final consunción. Execrable personaje, rosacruz conspirador e intrigante; estrella de logias y saraos parisinos varias veces amonestado por el Papa Pacelli para que se refrenara. Y muchas más "utilidades" que de tal individuo guarda la historia en sus archivos, biógrafos y testimonios.

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El método socrático de preguntas y respuestas sigue siendo muy útil.
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Es realmente bueno hacerse preguntas para saber de las cosas por uno mismo. A mí me ha valido para examen de vida. Cosa de la que, ante Dios, cada cual es único artífice y responsable. Asimismo me ha servido mucho en la estrategia de mis funciones directivas. ¿Cómo no usarlo también en el examen del presente eclesial? O en cualquier examen. Yo lo tengo por medio muy eficaz para contrarrestar el general consentimiento a “las minorías audaces”. (cf Card. Ratzinger, Informe sobre la fe).

Agradecido seré al afirmar que muy pocas veces me falló la enseñanza recibida, hace más de medio siglo, en la Escuela de Dirección de Empresas, y que me sirve para toda circunstancia. Allí se nos decía:

«No se fíen al cien por cien de los especialistas; no son la voz de Dios. Cuando ustedes salgan de aquí podrán llegar a la dirección general de una empresa. Véanse en ella entonces como directores de orquesta. Como tales mandarán sobre reputados profesores de violín, de piano, de oboe, trompa, etc… Todos ellos en sus instrumentos mucho más virtuosos que ustedes. Pero sólo ustedes sabrán y podrán distinguir, y tomar decisiones, sobre cuál o cuáles están fuera de la partitura... »


Puede que para esta pestilente cosecha de 'teologones' post-conciliares sea todavía mejor un refrán de la Ley de Murphy que se debería haber tenido más en cuenta en la Iglesia eterna. Refrán que dice así:

«Los expertos se parecen a los eunucos, lo saben todo sobre el harén pero están incapacitados para hacer nada dentro.»


Lo que hoy se detecta en la Iglesia, con sus graves efectos en esta nuestra divina y maravillosa religión, es una instrumentación doctrinal convertida en más que dogma por su puesta en práctica, siempre recurrida o apoyada en un extraño espíritu conciliar. "El espíritu conciliar" que en la práctica sustituyó con gran éxito al Espíritu Santo. Un omnipresente y utilitario espíritu conciliar con el que muchos aventureros se atrevían a cualquier desmán o desafuero, a sentar cátedra para la parálisis intelectual y dar bula a los desertores del sentido de la fe hacia otros principios de sospechosa adopción.

Para ello decidieron «que teníamos que desacralizarnos, incluyendo la liturgia y la administración de los sacramentos». ¿Desacralizar los sacramentos? ¡Fantástico círculo cuadrado! Con lo cual el raciocinio se nos enferma para no ver que los Padres Conciliares ni se dieron cuenta de que la Misa - «Centro y culmen de la vida cristiana»... - no puede subordinarse al guión de los padres conciliares sino, al revés, es el concilio entero el que debe disciplinarse en garantizar su preservación. El resultado contrario es igual a que los caballos vayan encima de los jinetes.
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Otro avance del maligno, en este medio siglo de Post-Concilio es que el sentido de adoración o ha desaparecido o es un "adorno secundario".

¿Qué religión puede tomarse en serio sin adoración, sin levantar a Dios el corazón en oración sentida y volcada a su existencia y presencia?

¿Cuál sin señalar insistentemente el destino -y la condición- sobrenatural del hombre?

¿Se puede llamar religión lo que nos desliga de ese grandioso misterio?

¿Cómo podremos pasar callando la voz y el pensamiento, el corazón y la moral, ante cambios interpretativos que le quitan a Dios su trono para dárselo a la criatura?

Igual que los antiguos fenicios, hoy sus sucesores en España y en la Iglesia, se nos venden unos bonitos abalorios con los que presumir de modernos y liberales sin darnos cuenta de que nos despojan de nuestro verdadero tesoro. En realidad, en las costas de este siglo, a la Iglesia la están engañando igual que lo hicieron aquellos fenicios en el Levante español.
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Y aquí van más cuestiones:

Cualquiera que tenga ojos para ver y oídos para oír se dará cuenta de que en Asís, cuya convocatoria maneja el actual Obispo de Roma, no ya se desacraliza el mensaje de Cristo sino que se le rebaja a uno más en el escaparate de los saldos.

Me dirán algunos que cómo me atrevo a hablar así. Sin embargo, lo que mi memoria guarda de la Iglesia en que me bauticé me asegura que ningún fiel llegaría a subirse al estrado de la protesta si un mínimo resto del clero se detuviera a considerar por cuál camino y hacia qué meta corre hoy la Iglesia. ¡Qué cierto es que aquel hermoso lema de Instaurare omnia in Christo, hermoso y coherente, hoy ha pasado a ser una falta de respeto con la suficiencia del mundo y su 'Carta de la Tierra'!

Esta nueva Iglesia que se pretende tan ecuménica, tanto que nadie sabe de qué clase de ecumenismo, lo que a muchos en verdad parece es un pozo de ideologías opuestas, contrapuestas y de antiguo ya depuestas. Nido de escándalos morales, teológicos y financieros; patio de riñas en competencia de orgullos, obediencias y amiguismos. Cuando el Papa emérito se atrevió a regularizar a los lefebvrianos, un cardenal que hubiera podido retratar el renacentista Rafael, le visitó y le dijo: "-¿Por qué ha hecho esto Vuestra Santidad?" A lo que el Papa respondió: "Si el Papa no puede hacerlo, ¿qué puede hacer entonces un papa?" Y el cardenal le espeta: "-¡Consultar al Colegio Cardenalicio!" ¿Y esto es el poder ejecutivo de la Iglesia que por designio de Cristo descansa solamente en el sucesor de San Pedro?

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La esperanza es lo último que se pierde.

Esperemos del Papa Francisco que drene este pozo y lo limpie pues que muy pocas cosas parecen ya ligadas con la moral y la fe de las generaciones que nos precedieron.

En verdad que llevamos muchos lustros dando calor a los desvíos de los siempre declarados enemigos del Salvador; esos que ahora se descaran como si fueran maestros de la Nueva Evangelización.

¿Dónde queda aquella advertencia de Jesús: «Sin mí nada podéis hacer»? (Jn 15, 5) Vemos que la Iglesia en buena parte de su jerarquía oficial abre los brazos a todos los credos; que se publican declaraciones asombrosas sobre las peores lacras de una sociedad envilecida y huida de Dios; que rondamos servilmente a los vetero-enemigos del Nazareno, despojándole cada vez de algún nuevo símbolo de su majestad o de su gloria. La Iglesia tiene un mensaje de luz para todo hombre que viene a este mundo. ´-"Quien me sigue no anda en tinieblas", dice Jesús Nazareno.- ¿Cómo eso? Dando sin cambios ni temores el mismo evangelio de los principios. Pero ahora hacemos lo contrario y les decimos: "-Quedaos donde estáis". Les ensalzamos e imitamos, incluso superamos sus errores. ¿Era esto la puesta al día de la evangelización...?

Para mayor desidia nada más clausurarse el Concilio se recomendó no hacer proselitismo entre protestantes, musulmanes y judíos porque, se dijo, no es inteligente importunarles. ¡Oh, la nueva caridad! Hasta dónde llegan el amilanamiento y la flaqueza que, inclusive en la Plaza de San Pedro, al Papa Francisco se le ve saludar a la multitud agitando la mano como en despedida, como quien limpia cristales, sin la señal de la cruz. O “bendecir” con el gesto de “me gusta” propagado por Facebook. Y se nos dice: “-Hombre, comprenda usted que habrá turistas no creyentes o de religiones no cristianas a los que moleste el signo de la cruz.” "-¿En la Plaza de San Pedro…?"
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La FSSPX y el obispo Lefebvre

Todo lo cual nos remite a la web con que inicié este post. Es decir, el crecimiento de la FSSPX en un orto de luz doctrinal, don providencial para que “las puertas del infierno no prevalezcan”. No es el suyo un caso aislado, en la historia se ha dado muchas veces. Recordemos aquella acusación de San Atanasio a los seguidores de Arrio : «Vosotros tenéis los templos, nosotros tenemos la fe». Al final los templos se vaciaban porque ¡quién los visitaría si en sus tabernáculos no guardaban nada!

Tenía que ser un obispo nacido en la vieja Flandes española, S. E. Monseñor Marcel Lefebvre, quien por designio del cielo reuniese en su persona un sacerdocio real y, emanada de ese santo sacerdocio, una formación profunda y firmísima acompañada del carácter y la resolución necesarios. Antes que adulterar su ciencia y desvirtuar los fundamentos de su obediencia prevalecieron sus solemnes promesas de fidelidad vocacional proclamadas en el acto de su ordenación. Entre ellas incluido el preceptivo juramento antimodernista de San Pío X... hoy desaparecido.

Todo esto, junto al servicio a su sacerdocio, es decir, a Nuestro Señor y a su Iglesia, santa, católica, apostólica y romana, fue realmente “la partitura” de la que nada ni nadie pudo apartarle. (Mc 13, 13). Y así vemos que la Iglesia crece, que la barca de Pedro se recalafatea, como lo prueba el seminario que se anuncia (hagan clic aquí). Porque, como fue prometido, Dios no abandona a su pequeño rebaño, la Iglesia, tanto si está ocupada como si desubicada. Desgraciadamente el obispo Lefebvre no fue famoso por su paciente docilidad ofrecida al Papa, ni por su admirable carrera de presbítero, misionero y obispo. Sólo lo fue cuando se oyó en todo el mundo aquel su “Yo acuso” a los ardides desarrollados en el Concilio por los progresistas, sonando como trueno en la línea de flotación de una barca que muy poco se parece ya a la de San Pedro, pero...

.. Nada te turbe,
.. nada te espante,
.. todo se pasa,
.. Dios no se muda;
.. la paciencia
.. todo lo alcanza;
.. quien a Dios tiene
.. nada le falta:
.. Solo Dios basta.

. . . . . . . Santa Teresa de Jesús.

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Entrevista con el autor a propósito de su lanzamiento.

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