Pablo VI
Leo que la Conferencia Episcopal Española y la Fundación Pablo VI han tratado su figura aprovechando el 50º Aniversario de la propia CEE. El peligro de hablar y escribir de personajes que ya han fallecido es que podemos caer fácilmente en la hagiografía o en el ajuste de cuentas. El recordar a Pablo VI no es una excepción al acercarnos a su vida y sus mensajes. Pero aún así, merece la pena recordar sus grandes momentos. Me vienen a la cabeza estos cuatro:
1. Continuar y consolidar el Concilio Vaticano II
Su pontificado estuvo marcado por la concreción del espíritu del Concilio en la renovación y modernización de la Iglesia católica y de sus enseñanzas. Además, puso en práctica la reforma de la Curia por etapas hasta renovarla enteramente incluyendo la reducción de la burocracia y dando entrada a una representación más amplia de los cardenales no italianos. Sin duda, se puede afirmar que gracias a él, se renovó la iglesia española aunque a regañadientes y nunca del todo, como demostraron más tarde Suquía y Rouco Varela.
2. Apertura al mundo y a la modernidad
Desde muy joven fue conocida su tendencia a posicionarse en asuntos políticos, mostrándose siempre cercano a los más necesitados sin dudar en enfrentarse a los poderes totalitarios a pesar de que tuvo su perfil de Papa dubitativo al que le costaba tomar decisiones. “¿Soy Hamlet o Don Quijote?”, manifestó en una ocasión. El diálogo fue, en su caso, el antídoto y uno de sus mayores apuestas porque gracias a ello, facilitó que lo católico fuese mejor entendido como universal, que acoge y escucha, en las antípodas del lenguaje de las Cruzadas.
3. Pablo VI se enfrentó a Franco
Giovanni Montini fue considerado con desconfianza por parte de los políticos del régimen desde el primer momento porque se le consideraba cercano a la Democracia Cristiana y por su amistad con Jacques Maritain, causas suficientes para que fuera juzgado como antifranquista. Por su parte, era evidente la incapacidad crítica de buena parte de los obispos, quienes valoraban más los continuos apoyos recibidos por parte de la dictadura de Franco que la represión y la falta de libertades políticas y personales de los ciudadanos. En cualquier caso, los obispos afectos al régimen, fueron disminuyendo en número a partir del inicio del pontificado de Pablo VI.
La negativa de Franco a renunciar al anacrónico derecho de presentación fue sólo una parte del conflicto, en cuyo fondo estaba el contraste entre la Iglesia del Segundo Concilio Vaticano, que Pablo VI había llevado adelante, y el régimen de Franco. Desde Roma se nombraron obispos a aquellos clérigos de tendencias más democratizadoras, como monseñor Enrique y Tarancón que acabó siendo el líder del episcopado español.
Los encontronazos entre Franco y el Vaticano fueron constantes. Dos ejemplos: Durante proceso de Burgos, la dictadura franquista condenó a muerte en 1970 a seis miembros de ETA. La movilización que realizó la oposición al régimen y la presión internacional consiguieron que las ejecuciones se conmutaran por penas de cárcel. Uno de los personajes que no dudó en oponerse a Franco y a la pena de muerte en España fue el arzobispo Montini.
Otro acontecimiento que creó una gran tensión diplomática entre España y el Vaticano fue el caso Añoveros. En 1974, el obispo de Bilbao publicó una pastoral ante la cual Franco amenazó con expulsar del país a Antonio Añoveros, pero Pablo VI dejó bien claro que de llevarse a cabo el exilio de este obispo, excomulgaría a Franco de la Iglesia católica.
4. Encíclica Humanae Vitae
Es la encíclica más conocida de su papado. En medio de un contexto de verdadera revolución sexual durante los años 60, en la que se extendió el uso de la píldora anticonceptiva, Pablo VI fijó la postura de vetar moralmente el uso de los anticonceptivos causando una fuerte polvareda, incluso con más enfrentamientos dentro de la Iglesia que fuera. Y pese a los numerosos miembros de la Iglesia que aconsejaban lo contrario.
Y en el mismo paquete estaba la paternidad responsable, tan comentada como tergiversada por la dichosa píldora. Quizá el verdadero espíritu de lo que Pablo VI quiso en su encíclica más polémica, lo aclara hoy el Papa Francisco cuando le preguntan sobre el tema: “Quería decir en torno a esto que no significa que el cristiano tiene que tener hijos en serie. Yo he reprendido a una mujer hace algunos meses en una parroquia, porque estaba embarazado del octavo y tenía siete cesáreas. “¿Pero usted quiere dejar huérfanos a los siete?” Esto es tentar a Dios. Hablamos de paternidad responsable. Ese es el camino, una paternidad responsable. Pero lo que yo quería decir es que Pablo VI no ha sido un anticuado, alguien cerrado. Ha sido un profeta que, con esto, nos ha dicho que hay que tener cuidado con el neomalthusianismo que está viniendo. Y eso quería decir. Gracias”.
1. Continuar y consolidar el Concilio Vaticano II
Su pontificado estuvo marcado por la concreción del espíritu del Concilio en la renovación y modernización de la Iglesia católica y de sus enseñanzas. Además, puso en práctica la reforma de la Curia por etapas hasta renovarla enteramente incluyendo la reducción de la burocracia y dando entrada a una representación más amplia de los cardenales no italianos. Sin duda, se puede afirmar que gracias a él, se renovó la iglesia española aunque a regañadientes y nunca del todo, como demostraron más tarde Suquía y Rouco Varela.
2. Apertura al mundo y a la modernidad
Desde muy joven fue conocida su tendencia a posicionarse en asuntos políticos, mostrándose siempre cercano a los más necesitados sin dudar en enfrentarse a los poderes totalitarios a pesar de que tuvo su perfil de Papa dubitativo al que le costaba tomar decisiones. “¿Soy Hamlet o Don Quijote?”, manifestó en una ocasión. El diálogo fue, en su caso, el antídoto y uno de sus mayores apuestas porque gracias a ello, facilitó que lo católico fuese mejor entendido como universal, que acoge y escucha, en las antípodas del lenguaje de las Cruzadas.
3. Pablo VI se enfrentó a Franco
Giovanni Montini fue considerado con desconfianza por parte de los políticos del régimen desde el primer momento porque se le consideraba cercano a la Democracia Cristiana y por su amistad con Jacques Maritain, causas suficientes para que fuera juzgado como antifranquista. Por su parte, era evidente la incapacidad crítica de buena parte de los obispos, quienes valoraban más los continuos apoyos recibidos por parte de la dictadura de Franco que la represión y la falta de libertades políticas y personales de los ciudadanos. En cualquier caso, los obispos afectos al régimen, fueron disminuyendo en número a partir del inicio del pontificado de Pablo VI.
La negativa de Franco a renunciar al anacrónico derecho de presentación fue sólo una parte del conflicto, en cuyo fondo estaba el contraste entre la Iglesia del Segundo Concilio Vaticano, que Pablo VI había llevado adelante, y el régimen de Franco. Desde Roma se nombraron obispos a aquellos clérigos de tendencias más democratizadoras, como monseñor Enrique y Tarancón que acabó siendo el líder del episcopado español.
Los encontronazos entre Franco y el Vaticano fueron constantes. Dos ejemplos: Durante proceso de Burgos, la dictadura franquista condenó a muerte en 1970 a seis miembros de ETA. La movilización que realizó la oposición al régimen y la presión internacional consiguieron que las ejecuciones se conmutaran por penas de cárcel. Uno de los personajes que no dudó en oponerse a Franco y a la pena de muerte en España fue el arzobispo Montini.
Otro acontecimiento que creó una gran tensión diplomática entre España y el Vaticano fue el caso Añoveros. En 1974, el obispo de Bilbao publicó una pastoral ante la cual Franco amenazó con expulsar del país a Antonio Añoveros, pero Pablo VI dejó bien claro que de llevarse a cabo el exilio de este obispo, excomulgaría a Franco de la Iglesia católica.
4. Encíclica Humanae Vitae
Es la encíclica más conocida de su papado. En medio de un contexto de verdadera revolución sexual durante los años 60, en la que se extendió el uso de la píldora anticonceptiva, Pablo VI fijó la postura de vetar moralmente el uso de los anticonceptivos causando una fuerte polvareda, incluso con más enfrentamientos dentro de la Iglesia que fuera. Y pese a los numerosos miembros de la Iglesia que aconsejaban lo contrario.
Y en el mismo paquete estaba la paternidad responsable, tan comentada como tergiversada por la dichosa píldora. Quizá el verdadero espíritu de lo que Pablo VI quiso en su encíclica más polémica, lo aclara hoy el Papa Francisco cuando le preguntan sobre el tema: “Quería decir en torno a esto que no significa que el cristiano tiene que tener hijos en serie. Yo he reprendido a una mujer hace algunos meses en una parroquia, porque estaba embarazado del octavo y tenía siete cesáreas. “¿Pero usted quiere dejar huérfanos a los siete?” Esto es tentar a Dios. Hablamos de paternidad responsable. Ese es el camino, una paternidad responsable. Pero lo que yo quería decir es que Pablo VI no ha sido un anticuado, alguien cerrado. Ha sido un profeta que, con esto, nos ha dicho que hay que tener cuidado con el neomalthusianismo que está viniendo. Y eso quería decir. Gracias”.