Liderazgo femenino y dinámicas de paridad
| Paola Binetti, Senadora italiana y profesora de la Academia de Líderes católicos
La diversidad estructural de lo masculino y de lo femenino puede ser difícil de describir, pero es fácil de captar en su inmediatez; lo femenino presenta en general una cualidad relacional, que aparece tendencialmente más inclusiva, y más expresiva bajo el perfil emotivo. Ideas y emociones en la mujer están continuamente reclamadas en la memoria, elaboradas, integradas, interpretadas, revocadas y utilizadas en un largo presente experiencial, que hace de ellas verdaderos y propios paradigmas de referente también sobre el plano racional.
Pasado, presente y futuro se interceptan con una alternancia de recuerdos y de esperanzas, de ilusiones y de desilusiones que los hace de todas formas siempre actuales. En la mujer líder lo que ha pasado, lo que se ha vivido, lo que se está viviendo y lo que se desea vivir son hechos siempre presentes. Es este el cruce en que se encuentra cada mujer cuando debe tomar una decisión. Decidir no es nunca fácil cuando todo: pasado, presente, y futuro son contemporáneamente presentes en la imaginación y en la programación de la mujer.
Prevalece el enfoque argumentativo, que se convierte en acciones narradas con una gramática femenina, como un constante relato que se regenera continuamente, por contaminación con hechos análogos; esquivos, misteriosos, también fascinantes. Una mujer líder cuando decide algo asume sus responsabilidades con un enfoque a 360 grados, del que se engendra energía positiva, pasión, determinación y sobre todo efectiva realización de las iniciativas planeadas.
La ética del cuidado
La doctrina social de la Iglesia nos enseña cómo la verdadera cuestión social sea hoy la cuestión antropológica leída en clave relacional. La respuesta es, por lo tanto, descubrir cada día más, en modos diversos, el valor de la ética del cuidado, que se desarrolla a través de una generatividad continua, en la que el hic et nunc, el aquí y ahora, se dilatan en un largo comenzar y recomenzar.
La dimensión más alta del cuidado mutuo es el perdón, el hacerse cargo del otro, en todas las fases de la vida y en todas las circunstancias, perdonando cuando es necesario, dando fuerzas, sosteniendo en las dificultades, dando vida a soluciones continuamente diversas, creativas, justo porque son generativas.
Una ética del cuidado que incluye también el cuidado del ambiente y su belleza: la ecología de la Encíclica “Laudato Si”; que retoma específicas formas de economía: una ética de empresa inclusiva y abierta a la acogida, y no exclusivamente vuelta hacia el beneficio a costa de los otros.