Biblia y homosexualidad: acercamientos introductorios
En mi país desde hace menos de diez años se está discutiendo el tema de la "unión de hecho", del "matrimonio igualitario" para referirse al reconocimiento legal-civil de la unión de las personas del mismo sexo, derechos patrimoniales en estos casos y demás. Como ha sido la tónica, las propuestas de los movimientos sociales se enmarcan en el recuadro de los Derechos Humanos y la oposición, de corte religiosa fundamentalmente, niega que las exigencias sean derechos. El argumento dado por los grupos cristianos se fundamenta en un análisis de la "naturaleza" y de lo que consideran "anti-natural". Pero el fundamento último lo encuentran en escuetos pasajes bíblicos, por ende, la Biblia en su literalidad termina siendo la última palabra. Pero, si la Biblia debe ser analizada en sus contextos para entender el lenguaje de la época y las mentalidades de los hombres que escribieron, cómo debemos aplicar esto al complejo caso de la "homosexualidad" como fenómeno humano.
Hablar de sexualidad en el contexto del cristianismo es un reto que demanda muchos puntos de vista. Más aún hablar de orientaciones e identidades sexuales en las iglesias. No podemos encerrarnos en metodologías propias del contexto teológico o filosófico. Es por eso que la propuesta que he trabajaré para este tema se orienta desde la antropología cultural y la psicología, tomando como base estudios filológicos y semánticos.
Concretamente, en materia de Biblia y sexualidad hay que tener en cuenta una larga tradición eclesiástica (Lings 2010, 21). De hecho, una amplia parte de lo que piensan actualmente católicos y protestantes sobre esta temática hunde sus raíces en tratados de teología redactados en la incipiente Edad Media por varones “castos” o “célibes” [sic] inspirados en el neoplatonismo y con una fuerte concepción instrumental de la mujer. A partir del s. IV, cuando el cristianismo deja de ser perseguido y luego es oficializado, el clima represivo a cualquier impulso sexual se hace más fuerte pues el ascetismo como forma de vida monástica se impone en algunos sectores eclesiásticos, los mismos sectores que posteriormente traducirán los textos oficiales de la liturgia romana: la Vulgata. Esta represión se acentuará más aún cuando la iglesia occidental asuma como requisito para formar parte del clero el celibato (antecedentes en Gregorio VII, año 1074; imposición definitiva en el Concilio de Trento: «Si alguno dijere que el estado conyugal debe anteponerse al estado de virginidad o de celibato, y que no es mejor y más perfecto permanecer en virginidad o celibato que unirse en matrimonio: sea anatema» Canon 10: DH 1810).
Ahora bien, la homosexualidad es un fenómeno que ya ha sido objeto de numerosos estudios a nivel sociológico, psicológico, psicoanalítico y hasta teológico. En el contexto eclesial, la Biblia ha tenido un papel trascendental, más aún, decisivo. Lo más curioso del asunto es que, siendo un recurso tan “determinante”, si hacemos un estudio detenido de las veces que la Biblia toca el tema de relaciones amorosas y/o eróticas entre personas del mismo sexo nos quedamos algo decepcionados: son breves menciones y, como es evidente, nunca en el sentido de “homosexualidad” como se entiende hoy, como una atracción emocional y psicológica profunda. Los mundos culturales son muy distintos. Quien no toma en cuenta esto hace más eiségesis que exégesis, lleva más a los textos lo que extrae de ellos (Holloway 2008, 49). Y este es el problema que podemos hallar en las traducciones “dinámicas” de la Biblia que por adecuar el lenguaje de manera más pastoral y compresible se cometen imprudencias lingüísticas. Sin olvidar que cualquier traducción es ya, de por sí y por más “literal” que intente ser, una interpretación.
En el debate sobre la homosexualidad, en el contexto de las iglesias, y más ampliamente entre cristianos y cristianas, muy a menudo se utiliza el texto bíblico para justificar las propias posiciones. Este uso de la Biblia es muy ambiguo, la Biblia es considerada como una especie de manual utilizable sin ningún tipo de mediación para justificar posturas sobre ética sexual. Se olvida que más de dos mil años nos separan de la puesta por escrito de los textos. Se debe mirar al texto teniendo presente que pertenece a una época lejana de la nuestra, a lenguas diversas, a una visión del mundo circunscrita y fechada en el tiempo (Gloor 2013). Por ejemplo, este problema del anacronismo está presente al hablar del término “homosexual” u “homosexualidad” (surgido en 1869, acuñado por el médico húngaro Karl Maria Benkert) pues lo cercano que podemos hallar se refiere a interpretaciones más que al fenómeno social-cultural del que podemos hablar hoy: una cultura gay, una orientación sexual homosexual, bisexual u a-sexual, mas no así de la práctica que es tan antigua como el ser humano.
Concretamente, la Biblia como autoridad en las iglesias es un escrito que sobre el tema de las orientaciones sexuales habla poco, de manera tajante en unos casos, de manera ambigua en otros. Los textos bíblicos analizados, que serán objeto de posteriores publicaciones de nuestro blog, no pueden entenderse fuera de su mundo. Recordemos que para los creyentes la Biblia es Palabra de Dios pero en lenguaje humano: "Palabra de Dios" es una profunda metáfora para expresar lo que Dios quiere en la historia, dígase salvación o, dicho de otro modo, felicidad y realización plena de vida. Y la sexualidad, profundamente humana, no escapa de dicha historia de Salvación. Abordaré en el siguiente post algunos textos veterotestamentarios.
Bibliografía citada
- Renato LINGS, Biblia y homosexualidad. ¿Se equivocaron los traductores?
- Richard HOLLOWAY, Godless morality. Keeping religion out of ethics.
- Daniel GLOOR, "Homsexualidad en la Biblia", conferencia dictada en la Universidad Bíblica Latinoamericana y en la Universidad de Costa Rica.