Las obras de este edificio fruto del Documento sobre la Fraternidad se encuentran en un punto clave Oasis de la Piedad: construyendo la fraternidad en Egipto
Si no hay contratiempos, este invierno el orfanato del Oasis de la Piedad abrirá sus puertas a los niños y las niñas de entre 1 y 18 años sin familiares y en riesgo elevado de exclusión
Esta iniciativa es fruto del documento sobre la Fraternidad firmado en 2019 por el papa Francisco y Ahmad al-Tayyeb, el gran imán de la mezquita al-Azhar
«El objetivo principal es criar una generación de niños sanos que tengan oportunidades. Les inscribiremos en los mejores colegios de Egipto»
«El objetivo principal es criar una generación de niños sanos que tengan oportunidades. Les inscribiremos en los mejores colegios de Egipto»
| Miguel Fernández Ibáñez | Cairo
Aún no hay niños ni niñas en el orfanato del Oasis de la Piedad, pero las obras para acondicionar el edificio están en un momento clave: este invierno, si todo va según lo previsto, los primeros niños podrán comenzar una nueva vida en este orfanato que resulta del documento sobre la Fraternidad firmado en Abu Dabi en 2019 por el Papa Francisco y Ahmad al-Tayyeb, el gran imán de la mezquita al-Azhar.
«Es un gran proyecto y lo queremos terminar en buenas condiciones con un presupuesto que se puede considerar bajo. Queremos recibir a los niños a partir de diciembre, mientras se terminan las obras: habrá una zona segura en la que puedan vivir, mientras en otra zona los obreros continuarán trabajando», explica la ingeniera civil encargada del proyecto Sahar Daif, en una sala habilitada en la que están el director administrativo, Wahid Naif, y el doctor Michael Ibrahim.
Mientras una decena de obreros trabajan sin descanso, Ibrahim, uno de los responsables de la implementación del proyecto, explica que el edificio ha sido diseñado con una estructura circular de 360º en la que podrán vivir más de 110 diez niños y niñas. En total, habrá 27 apartamentos. Cada uno de ellos contará con un salón, un baño y dos habitaciones con capacidad para tres niños cada una. Estas cifras podrían cambiar, ya que los encargados del Oasis de la Piedad debaten si es apropiado doblar su capacidad haciendo uso de literas en las habitaciones. Lo que no va a cambiar es el objetivo principal del proyecto: que los niños y las niñas tengan una nueva oportunidad.
«El objetivo principal es criar una generación de niños sanos que tengan oportunidades. Les inscribiremos en los mejores colegios de Egipto. Será una crianza similar a la que tendría mi hijo», dice confiado Ibrahim, que explica que los niños y las niñas que aquí residan tendrán entre uno y 18 años y que, dependiendo de la edad, ocuparán diferentes espacios: hasta los cuatro años estarán en la zona denominada «enfermería», de los cuatro a los 16 años vivirán en los apartamentos y luego, hasta los 18 años, para que tengan privacidad, residirán en el motel que ocupa el ala izquierda del edificio. «Habrá separación por género y religión, en consonancia con el sistema egipcio: las niñas cristianas vivirán en un apartamento y las musulmanas, en otro. Queremos empezar con los niños sin hogar ni familia. Si hubiera espacio, estamos considerando incluir a niños que tienen padres pero que son muy pobres y expandir el área de acción a las regiones del Alto Nilo», añade.
El espacio contará con una zona de talleres para manualidades, un museo en el que exponer las donaciones, una piscina, un campo de fútbol de hierba, una cocina que podrá servir alimentos para 1.000 comensales, un motel con 43 habitaciones y capacidad para 150 personas, y un salón de actos que lleva el nombre de uno de los donantes, el presidente de Emiratos Árabes Unidos. Además, el 30% de la energía que se utilice será solar.
«Este proyecto es ambicioso porque busca alojar a los niños y las niñas en un ambiente moderno para que puedan tener vidas normales. Además, es un proyecto sostenible: el motel traerá ingresos, hay un salón de actos para albergar eventos y la cocina puede servir alimentos para 1.000 personas: podremos proveer comida a los niños, a las personas que se hospeden en el motel y a hospitales u otros lugares. La idea es que el proyecto sea autosostenible y que no tengamos que depender de donaciones», explica Ibrahim, y subraya que «Francesco Mazzei, un chef italiano cuya cocina es cinco estrellas, vendrá a cocinar una vez al mes» y que, en la entrada del Oasis de la Piedad, para dar la bienvenida, hay una estatua de siete toneladas cedida y firmada por el Papa y que es el símbolo de este orfanato.
La infancia en Egipto
En Egipto viven más de 100 millones de personas y se espera que este número crezca debido a la alta tasa de natalidad. Las condiciones de vida son difíciles: en las calles de las ciudades hay muchas personas mendigando, incluidos los niños, que no acuden a los colegios y cuyas vidas entran en una espiral de carencias que les lleva a tener un futuro comprometido. Esta infancia perdida escuece, y el Estado egipcio no destina recursos económicos para enmendar la situación. Por eso, son aún más necesarios espacios como el Oasis de la Piedad que, fiel al documento sobre la Fraternidad, protegen los derechos al cuidado familiar o la educación de los niños y las niñas.
Unicef subraya que en las regiones rurales del Alto Nilo se encuentra el mayor número de niños desatendidos, con 4,9 millones, aunque destaca que la pobreza crece más rápidamente en la ciudades. Sus datos son estremecedores: «En 2012-13, alrededor de 9,2 millones de niños y niñas egipcias vivían en una situación de extrema pobreza monetaria. Adicionalmente, 7,5 millones de niños y niñas eran susceptibles de caer en la pobreza, con niveles de consumo apenas por encima de la línea de pobreza nacional. El porcentaje de niños y niñas en situación de extrema pobreza monetaria ha crecido de forma constante en los últimos 15 años, del 21% en 1999-2000 al 28,8% en 2012-13».
«La población de Egipto crece y hay muchos niños sin hogar. Ellos sufren y necesitaríamos miles de orfanatos para alojarlos. La situación económica en el mundo no es buena, y esto arroja presión sobre la economía de Egipto y se refleja también en la vida de los niños. Hay niños sin padres, niños que tienen padres pero que no tienen casa, niños que no pueden ir al colegio; hay niños pequeños, menores de ocho años, que tienen que trabajar», muestra su impotencia Ibrahim, en problema extendido en Oriente Medio. «No vivimos en un país platónico: hay valores buenos y malos. Desde el Antiguo Egipto, hemos exportado valores a la civilización. Hay problemas, no digo que la vida sea perfecta, pero vivimos con normalidad. Somos más de 100 millones de personas y si quieres ver lo malo, lo harás, pero si quieres ver lo bello, también lo harás», añade.
En el documento sobre la Fraternidad firmado en 2019, el Papa Francisco, en consonancia con su mirada conciliadora con los pueblos, considera que Occidente y Oriente podrían «enriquecerse mutuamente» y subraya que «Occidente podría encontrar en la civilización del Oriente los remedios para algunas de sus enfermedades espirituales y religiosas causadas por la dominación del materialismo». Y recuerda, renegando del «uso político» de los credos, que «las religiones no incitan nunca a la guerra y no instan a sentimientos de odio, hostilidad, extremismo, ni invitan a la violencia o al derramamiento de sangre». Con una comunidad cristiana copta que suma el 10% de la población, y pese a la violencia esporádica, en Egipto la convivencia entre los grupos religiosos está marcada por el respeto al otro y sus valores y tradiciones religiosas.
En «Nuevo Cairo», una extensión de la capital que será la Nueva Capital Administrativa, los obreros trabajan para acondicionar esta urbe en la que apenas hay bares, supermercados o personas: es una ciudad fantasma que, esperan las autoridades, algún día rebosará vida. En uno de los barrios de esta ciudad, los obreros, que tampoco descansan, acondicionan el Oasis de la Piedad, un orfanato que pronto se llenará de esperanza gracias a esos huérfanos dispuestos a tener una nueva oportunidad en la vida.
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