Norbert Bilbeny, catedrático de Ética de la Universidad de Barcelona "Con la eutanasia no se quiere suprimir la vida sino una determinada manera de morir"
“Quien solicita la eutanasia muestra tanto respeto a la vida como quien la rechaza”
“Tenemos el deber de recomendar la solución de los cuidados paliativos, pero el enfermo tiene el derecho de rechazarla”
“Es perverso patrimonializar ideológicamente los derechos fundamentales”
“Es perverso patrimonializar ideológicamente los derechos fundamentales”
Desde que en la década de 1990 se iniciara en España el debate social y jurídico en torno a la eutanasia a raíz del caso de Ramón Sampedro, los movimientos a favor de despenalizar la muerte asistida han obtenido, tal como demuestran los sondeos, cada vez más respaldo social. Sin embargo, la previsible aprobación de la Ley orgánica de regulación de la eutanasia, llevada a cabo con un amplio apoyo por parte del Congreso, ha topado, una vez más, con el recelo de la Conferencia Episcopal y la fuerte oposición los ultracatólicos. El debate en torno a la muerte digna sigue levantando ampollas a pesar de que, tal como advierte el filósofo y profesor de Ética en la Universidad de Barcelona Norbert Bilbeny (Barcelona, 1953), se trata de una cuestión que pertenece a la conciencia moral de cada cual.
Etimológicamente eutanasia significa "morir bien", una expresión ambigua. ¿Qué interpretación debemos hacer?
La expresión "morir bien" es un oxímoron. Fomenta eufemismos y ambigüedades. La muerte no es un bien ni se puede dar bien. Diría, mejor: morir sin dolor ni angustia.
¿Es adecuado el término "suicidio asistido", empleado a menudo como sinónimo de eutanasia?
Suicidio siempre evoca supresión voluntaria de la propia vida. La eutanasia tiene otro planteamiento: lo que se quiere suprimir es una determinada manera de morir, no la vida. Quien solicita la eutanasia muestra tanto respeto a la vida como quien la rechaza.
¿En lo que se conoce como un contexto eutanásico, sería posible una muerte digna si la eutanasia no fuera una opción legalmente aceptada?
Sí, hay medios y personas para que así sea. Pero algunos no verán por ello que su morir sea más digno. Tenemos el deber de recomendar la solución de los cuidados paliativos, pero el enfermo tiene el derecho de rechazarla.
La nueva ley contempla el derecho a la eutanasia para "toda persona mayor de edad y en plena capacidad de obrar informada y que se encuentre en el supuesto de una enfermedad grave, incurable, crónica e invalidante causante de un sufrimiento físico y psíquico intolerable". A una persona en esta situación, ¿es ético negarle tal derecho?
No es ético negar el derecho a la eutanasia. ¿En nombre de qué o de quién lo negaríamos? No hay argumentos que puedan valer para todos. Además, es injusto que unos tengan el derecho a no querer eutanasia y otros no tengan el derecho a quererla. ¿Es que es más valiosa la libertad de unos que la de los demás?
¿Para que este debate a menudo queda reducido a una batalla moral entre izquierda y derecha, entre laicismo e Iglesia? ¿Dónde hay que situar la cuestión de la eutanasia, en la moral o en la ética?
En la moral y en la ética a la vez. Porque pertenece a la conciencia moral de cada uno y al mismo tiempo está abierto al debate racional sobre lo que es bueno. Se puede ser de derechas, y/o católico, y ser favorable a respetar el derecho a morir sin dolor ni angustia, y se puede ser no creyente y/o de izquierdas y no recomendar el ejercicio de este derecho. Es perverso patrimonializar ideológicamente los derechos fundamentales.
"La eutanasia desincentiva la inversión en cuidados paliativos y tratamientos para el dolor". "La eutanasia no es solicitada por personas libres, sino casi siempre por personas deprimidas o emocionalmente trastornadas". Son dos ejemplos de argumentos empleados en contra de la eutanasia extraídos de un medio de comunicación católico. ¿No hay argumentos mejores?
El único argumento en contra es: usted tiene derecho a la eutanasia, pero nosotros le ayudaremos a no tener que ejercerlo. El recurso a la solidaridad y la medicina paliativa son los mejores argumentos. Allí donde ha habido una vida vivida con plenitud familiar y social es mucho más difícil que se pida la muerte voluntaria.
¿Por qué de una acción que lo único que persigue es acabar con el sufrimiento hay gente que llama matar?
Por incultura, que facilita el fanatismo. Y por lo peor: por falta de compasión hacia el que sufre.
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