Javier Martínez, una vez más
Su carrera de "disparates" es larga y suculenta para los medios de comunicación. Desde el pulso al entonces todopoderoso canónigo Castillejo, que terminó echándolo de Córdoba, hasta su paso por el banquillo de los acusados (el primer obispo juzgado por lo civil), pasando por los dispendios en una escuela universitaria, con la que hipotecó a la diócesis para 25 años. Sin hablar de sus "rarezas" y de su descarado favoritismo hacia Comunión y Liberación, el movimiento al que pertenece.
La última ya la saben ustedes: La editorial de su arzobispado ha editado un libro que sólo por el título merecería los honores de cualquier otra editorial (o de ninguna)que no fuese una eclesiástica. Se llama "Cásate y sé sumisa". Comidilla de todas las tertulias y hazmerreír de todos los saraos mediáticos.
Todos los partidos han puesto el grito en el cielo. Desde el PP al PSOE, pasando por IU. Y muchas organizaciones de mujeres. Y cualquiera que tenga un poco de sentido común. Y todos le piden que lo retire.
Pero monseñor Martínez no da su brazo a torcer. Nunca lo dio. Sentaría un precedente en sus ya largos años de obispo. Está acostumbrado a mandar y decidir. Es de los de ordeno y mando. De los que nunca dudan y se creen siempre en posesión de la verdad. Le llaman, entre otras cosas, "el obispo príncipe de Andalucía". Y otras cosas peores.
Un cura granadino, avergonzado, una vez más, por la actuación de su obispo, me llamó hoy para decirme: "Ésta es la contestación de nuestro obispo al cuestionario del Papa sobre la familia y la sexualidad". Y no le falta razón. Cuando Francisco acaba de enviar, en una decisión inédita e histórica, un amplio cuestionario a los fieles y obispos de todo el mundo, en los que plantea abiertamente todos los grandes problemas de la familia católica con claridad y sin esconderse, monseñor Martínez no ha esperado a ver las respuestas de sus fieles y le acaba de contestar por la vía de los hechos. Ahí está su respuesta a los problemas de las familias: "Cásate y sé sumisa".
Martínez y su grupito de prelados estaban tan aocstumbrados a condenar, a mandar, a ordenar, a tener la vara alta y la posesión de la verdad absoluta, que, ahora, con Francisco, están desubicados, descontrolados. Se han quedado sin guión, sin actores, sin libreto y casi sin local para actuar. Desorietados, no saben por donde les da el aire nuevo que sopla de Roma, pero la fuerza de la inercia les lleva a seguir sus tics de antaño...Monseñor erre que erre. Darían pena, si no fuesen peligrosos para el pueblo de Dios.
Y hay varios así. Y el margen de maniobra del Papa con ellos es estrecho. No los puede remover ni llevar a Roma. El Vaticano no quiere seguir siendo un "cementerio de elefantes". Tampoco les puede mandar a su casa. Son todavía muy jóvenes. Y, por supuesto, ellos no le van a facilitar la labor ni van a presentar su renuncia. Faltaria más...
Les toca a los fieles y a los curas granadinos sufrir. O denunciar ante Roma y ante la opinión pública sus "excesos". Como hicieron los fieles, los curas y lso medios de ocmunicación alemanes con el "obispo despilfarrador", al que el Papa mandó a hacer oración y penitencia en un monasterio. Y en España hya muchos monasterios que acogerían gustosos a monseñor Martínez.
Como dice el Papa, el pueblo de Dios tiene que despertar. Tiene que dejar de aguantar a obispos que ni huelen a oveja ni quieren servir al rebaño, sino sólo mandarlo, dominarlo y controlarlo. Es hora de que las bases ayuden al Papa a "limpiar" la Iglesia. Amén.
José Manuel Vidal