Falta de transparencia, de asunción de responsabilidades y de rendición de cuentas Los “pecados” y las lecciones o penitencias del caso Novell

Silvia Caballol y Xavier Novell
Silvia Caballol y Xavier Novell

"Otra cosa es que haya sido Roma la que esté obligando a Novell a guardar silencio. Entonces, el peso de la culpa del oscurantismo y de la falta total de claridad y transparencia recaería en los hombros de la Nunciatura española y, sobre todo, del dicasterio de obispos, que dirige el cardenal Ouellet"

"La verdad es que la novela o el culebrón lo escribió durante años monseñor Novell ante las narices de sus compañeros obispos, que estaban al corriente de todo, pero no movieron un dedo"

"¿Quién propuso a una persona de estas características para obispo?...Aprobaron su inclusión en las ternas el Nuncio Fratini y el entonces vicepapa español, cardenal Rouco, sin cuyo asentimiento no se movía una mitra en España"

"Al olvido de los tres criterios papales citados, se añade la estulticia total con la que la jerarquía católica sigue navegando por las procelosas aguas de los medios de comunicación"

"¿Quién paga las consecuencias? La imagen pública de la institución, que suma un lastre más, que la sigue hundiendo en el imaginario colectivo y echa toneladas de descrédito sobre su credibilidad"

El Papa Francisco pide encarecidamente a los obispos que utilicen estos tres principios ante casos escabrosos o escandalosos, ya sean de abusos a menores o de otro tipo: transparencia, responsabilidad y rendición de cuentas. El culebrón Novell está ocasionando tanto descrédito a la Iglesia precisamente porque fallaron los tres.

La transparencia brilló por su ausencia. Primero, por parte de protagonista de la noticia, que se escudó en el opaco “razones personales”, sin dar la cara y, tratando, por consiguiente, de menores de edad a los fieles, que pastoreó durante diez años y que tienen derecho a recibir todas las explicaciones sobre su renuncia. No es de recibo que el pastor abandone el rebaño con nocturnidad y sin despedirse. Eso sólo lo hacen los asalariados.

Transparencia

Otra cosa es que haya sido Roma la que esté obligando a Novell a guardar silencio. Entonces, el peso de la culpa del oscurantismo y de la falta total de claridad y transparencia recaería en los hombros de la Nunciatura española y, sobre todo, del dicasterio de obispos, que dirige el cardenal Ouellet, máximo organismo competente en temas episcopales. Y de rebote, en la propia Conferencia episcopal española, que es la que está sufriendo las consecuencias del descrédito público.

Por eso, clama al cielo que su presidente, cardenal Omella, salga varios días después del estallido del caso a decir que él no sabía nada (¡algo harto difícil de creer!) y, además, que la gente está haciendo una novela con el caso Novell. Cuando la verdad es que la novela o el culebrón lo escribió durante años monseñor Novell ante las narices de sus compañeros obispos, que estaban al corriente de todo, pero no movieron un dedo. Porque los curas de Solsona enviaron denuncias e informes sobre sus andanzas tanto a Roma como a la Conferencia episcopal española. Pero, como suelen hacer habitualmente, miraron para otro lado y se lavaron las manos. Como Pilatos.

A la nula transparencia se suma la falta total de asunción de responsabilidades, porque aquí nadie asume la responsabilidad de lo ocurrido. El propio Novell, que tanto alardeaba de su profundo amor a la Iglesia, resulta que ni siquiera asume sus propias decisiones y, a la hora de la verdad, carga sobre las espaldas de la Iglesia todo el peso de la última responsabilidad. La técnica habitual del padre Gatica, que predica pero no practica.

Rouco

Y por último, la rendición de cuentas: ¿Quién propuso a una persona de estas características para obispo? Su candidatura la impulsó a fondo el entonces obispo de Solsona, Jaume Traserra, prendado de sus cualidades y de su personalidad. Aprobaron su inclusión en las ternas el Nuncio Fratini y el entonces vicepapa español, cardenal Rouco, sin cuyo asentimiento no se movía una mitra en España. A lo que se añade la guinda de que su director de tesis y ordenante principal de su consagración episcopal fue monseñor Ladaria, entonces secretario y hoy presidente de la Congregación para la Doctrina de la Fe. ¿Alguno de ellos ha reconocido haberse equivocado y haber ocasionado un gran perjuicio a la Iglesia? No, padre. Ni lo harán.

Al olvido de los tres criterios papales citados, se añade la estulticia total con la que la jerarquía católica sigue navegando por las procelosas aguas de los medios de comunicación. Los medios buscan explicaciones, sobre todo cuando no las hay. Ante los periodista son caben silencios ni ocultismos, porque eso es tanto como incitarles a dar rienda suelta a todo tipo de especulaciones e hipótesis.

Cualquier institución ante un caso como éste monta de inmediato un gabinete de crisis. Incluso antes de que salga la noticia de impacto. Para conseguir una explosión controlada del escándalo. De lo contrario, serán los propios medios los que explotarán el morbo que encierra. Y no en una explosión, sino en una cadena de deflagraciones incontroladas y sucesivas.

Novell
Novell

Además, si las especulaciones no se desmienten, ahí quedan para siempre en la gran biblioteca mediática que es Google, que lo conserva todo, para escarnio sinfín del protagonista del caso y de la institución a la que pertenece y representa. Si no se explica ni se desmiente, ahí quedará in saecula saeculorum.

¿Quién paga las consecuencias? La imagen pública de la institución, que suma un lastre más, que la sigue hundiendo en el imaginario colectivo y echa toneladas de descrédito sobre su credibilidad. Creando un poso casi imposible de superar y de limpiar.

A esta pésima gestión del caso, que provoca descrédito y pérdida de confianza y credibilidad en la Iglesia, hay que añadir otros daños colaterales. Por ejemplo, un nuevo cuestionamiento del celibato obligatorio, que la inmensa mayoría del 'santo pueblo de Dios' no asume y está pidiendo a gritos que pase a ser opcional. Pero Roma (también con Francisco) sigue haciendo oídos sordos, imponiendo como obligatorio un carisma (siempre libre) por mera cuestión económico-funcional-tradicional. Como institución voraz que es, la Iglesia prefiere tener un ejército de hombres solteros, disponibles, sin cargas, sin otras obligaciones y pendientes del escalafón. Aunque se quede sin curas. Que se está quedando y, al final, no tendrá más remedio que aprobar el celibato opcional.

Terapias de reversión sexual

El caso presenta otra arista, quizás incluso más escandalosa y peligrosa: la bendición por parte de Novell de las terapias de reversión homosexual, oficiadas por una especie de secta llamada 'Verdad y Libertad', a las que se sometió el propio ex obispo de Solsona. Cuando no tienen base científica alguna. Cuando han llevado a muchos de los participantes en ellas a la depresión y a alguno hasta al suicidio. Y, además, cuando están condenadas por Roma (a través del cardenal Stella, presidente emérito del dicasterio del Clero) como “destructivas” y sin aval del sello católico.

Hay otros obispos que bendicen y promueven estas terapias. Las victimas dan nombres: el arzobispo de Granada, monseñor Martínez; el obispo de San Sebastián, monseñor Munilla o el obispo de Alcalá, monseñor Reig. Se da la circunstancia que todos ellos también también se cuecen en las mismas obsesiones que monseñor Novell: El demonio, la homosexualidad y el dinero. ¿Dejará Roma que también sus casos terminen explotando?

Xavier Novell.
Xavier Novell.

Primero, Religión Digital

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