¿Tolerancia cero?

Es grave, gravísimo el abuso a un menor, pero es mucho más grave si éste procede de quien por vocación y misión tiene que formar, educar, predicar el evangelio fundamentalmente con la vida.
Lo ocurrido es bochornoso y no se paga con dinero. El escándalo y el daño están servidos, y en medio de todo habrá que reconocer que al menos la Iglesia asuma su culpa e intente mínimamente reparar algo del gran daño que se ocasionó.
Me limito hoy a orar, -¡me duele y mucho todo esto! – y pido, suplico e imploro a los pastores que no esperen tanto, no sea que lleguen demasiado tarde: una cosa es la misericordia pastoral para con un hermano débil y enfermo –o pervertido- y otra muy diferente el no asumir las responsabilidades y ayudar sin correr riesgos que seguramente provocaran daños irreparables.
Por tanto, oración, ¡mucha oración!, y mucha prudencia para actuar a tiempo y no tener que llorar amargamente lo que ya, ¡no tiene solución!
Cuando se disparen las alarmas….¡alerta y acción!
Y ante el escándalo, ojala los medios tuvieran un poco menos de ensañamiento y un poco más de ecuanimidad.Y no lo olvidemos: El arzobispo de Los Ángeles pidió perdón a las víctimas de los abusos... No es suficiente, pero no deja de ser ya un gesto.
Por los pecados de la Iglesia, perdónanos Señor.
Por tu misericordia, ayúdanos a vivir en la vida lo que celebramos en la fe.
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