Mujeres en diálogo sobre la Iglesia, una interpelación decisiva "La iglesia no se salvará si no vamos todos juntos hombres y mujeres"

"La iglesia no se salvará si no vamos todos juntos hombres y mujeres"
"La iglesia no se salvará si no vamos todos juntos hombres y mujeres"

Invitadas por un grupo de sacerdotes para expresar su experiencia en esta Iglesia, Tere, Carmen, Amparo, Mertxe, Sabi ofrecieron con claridad y concreción sus puntos de vista y respuestas a lo que el Instrumento de trabajo del Sínodo preguntaba

Respondían también a la demanda del colectivo Ibilian. Grupo de cristianas/os de la diócesis de Vitoria proponía

Se sienten críticamente miembros de la comunidad eclesial deseando ser fieles a los planteamientos evangélicos y, por tanto, seguidoras de Jesús de Nazaret en su línea liberadora … Estas respuestas expresan de forma significativa el pensamiento, sentimientos y deseos de otras muchas mujeres

Desde su condición femenina opinan con claridad profética cómo debiera ser esta Iglesia si quiere responder a los desafíos del mundo actual y, sobre todo, a las demandas y exigencias de quienes ven a la Iglesia de hoy todavía muy anclada en sus viejas condiciones

Invitadas por un grupo  de sacerdotes, en el marco de una reunión-retiro, para expresar su experiencia en esta Iglesia, Tere, Carmen, Amparo, Mertxe, Sabi ofrecieron con claridad y concreción sus puntos de vista y respuestas a lo que el Instrumento de trabajo del Sínodo preguntaba: “¿Qué pasos concretos puede dar la Iglesia para renovar y reformar sus procedimientos, disposiciones institucionales y estructuras, de modo que permitan un mayor reconocimiento y participación de las mujeres, incluso en los procesos de gobierno y toma de decisiones, en un espíritu de comunión y con vistas a la misión?”. Respondían también a la demanda del colectivo Ibilian. Grupo de cristianas/os de la diócesis de Vitoria proponía: “Favorecer una Iglesia en la que desaparezca la desigualdad de género y se practique una igualdad real entre hombres y mujeres, de manera que éstas puedan alcanzar cualquier función de servicio y de autoridad en la comunidad eclesial, incluyendo el acceso al presbiterado y al obispado”.

El viaje de tus sueños, con RD

A lo largo muchos años ellas han participado como creyentes  en grupos cristianos de la Iglesia local en Álava. Casadas y con hijos dos de ellas y solteras las otras tres, comprometidas en grupos diferentes de carácter social, cultural, político, trabajadoras en profesiones diversas han vivido y viven su vida familiar, profesional, sindical y política manteniendo su compromiso cristiano, alternativo al modelo institucional de Iglesia oficial.

Los seguidores de Jesús de Nazaret – Unas semillitas

Se sienten críticamente miembros de la comunidad eclesial deseando ser fieles a los planteamientos evangélicos y, por tanto, seguidoras de Jesús de Nazaret en su línea liberadora por un mundo, una sociedad, un pueblo, donde los pobres, las personas  marginadas, presos y presas son un referente primordial de su compromiso humano y cristiano.

Estas respuestas expresan de forma significativa el pensamiento, sentimientos y deseos de otras muchas mujeres. Desde su condición femenina opinan con claridad profética cómo debiera ser esta Iglesia si quiere responder a los desafíos del mundo actual y, sobre todo, a las demandas y exigencias de quienes ven a la Iglesia de hoy todavía muy anclada en sus viejas condiciones que descartan a la mujer de una plena participación con todas sus consecuencias de sufrimiento, de conculcación de derechos, de pérdida de valores evangélicos y profetismo.

Sus puntos de vista, comunicados en el diálogo al que los sacerdotes les habían invitado, Tere Zufiaur, Carmen Mediavilla, Amparo Fernández, Mertxe Moraza los han expresado también por escrito. Presentan aquí sus ideas relacionadas, como una importante aportación en estos tiempos sinodales.

Las preguntas, planteadas con su acuerdo, fueron las siguientes:

1. ¿Cómo os sentís consideradas como mujeres en esta Iglesia? ¿Qué lugar se asigna a la mujer en ella?

2. ¿Piensas que como mujer tu puesto en la Iglesia debiera ser diferente? ¿En qué aspectos? 

3. ¿Qué modelo de Iglesia debiera promoverse para lograr una auténtica igualdad y una   participación efectiva?

4. ¿Qué exigencias se plantean y a quiénes para lograrlas? ¿Cómo responder a ellas?

Consideradas en un segundo plano 

El lugar que se asigna a la mujer en la Iglesia es de relleno, en tareas que los varones no quieren hacer. Siguen siendo invisibles para la Iglesia.

En la Iglesia no se ha avanzado nada, son los varones los que están en los puestos de poder y no aceptan  que se les quite ese poder. No decimos que no haya autoridad, sino que esa autoridad o ese poder están al servicio de la comunidad y no al servicio de uno mismo.

No puedo en mi respuesta, subraya una de ellas, generalizar sobre todas las mujeres, pues creo que algunas se sentirán bien dentro de la Iglesia y realizan un gran servicio. Pero otras, que es mi caso, no nos reconocemos en ella porque creo que ha secuestrado el mensaje de Jesús del Nuevo Testamento y hace que seamos invisibles, como si fuéramos mudas, sin derechos y sin responsabilidades, salvo tareas como limpieza o cantos, ayudar en determinados servicios religiosos.

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"En la parroquia, los temas que se nos asignan son de limpieza, encendido de velas, pasar las bolsas del dinero, algunas veces dar la comunión y las lecturas. Luego hay diferentes grupos de caritas, solidaridad etc."

Tengo dos experiencias. La primera en el grupo de Comunidades Cristianas y la segunda en la parroquia. La verdad es que en la primera me he sentido bien, una persona más del grupo. En la parroquia reconozco que no participo demasiado, pero veo que las mujeres son meras criadas. Los temas que se nos asignan son de limpieza, encendido de velas, pasar las bolsas del dinero, algunas veces dar la comunión y las lecturas. Luego hay diferentes grupos de caritas, solidaridad etc.

Nuestra generación es la generación del cambio, y tenemos que seguir trabajando, pero todos y todas juntos, si no  es así no vamos a conseguir ese cambio.

Nuestro servicio en la Iglesia debe ser en igualdad de condiciones. Si la Iglesia no acepta plenamente a la mujer, no será creíble.

Pero no sólo en el culto, sino en el servicio a mis hermanos, mis vecinos, hacia personas que están lejos. En consecuencia deberíamos ser iguales en obligaciones y derechos, incluyendo el ser ordenadas sacerdotisas si la vocación nos llama, sin ser consideradas menores de edad, controladas y sometidas.

La mujer debe ser igual que el hombre en todos los aspectos. La Iglesia necesita la colaboración de todos o acabará desapareciendo. Si la Iglesia no acepta plenamente a la mujer, no será creíble. 

"El futuro lo veo como un templo en ruinas, sin tejado y con las piedras caídas aún salvables. Con ellas tendríamos que construir algo distinto y más parecido al ejemplo de la vida de Jesús"

Los varones se sienten superiores. Los hombres que conforman la Iglesia Jerárquica dicen tener autoridad venida directamente de Dios; no les interesa cambiar nada; rechazan, por tanto, los cambios y consideran siempre a las mujeres como personas menores de edad que deben ser controladas y sometidas. El futuro por este camino lo veo como un templo en ruinas, sin tejado y con las piedras caídas aún salvables. Con ellas tendríamos que construir algo distinto y más parecido al ejemplo de la vida de Jesús, con su concepto sobre la mujer.

La Iglesia necesita la colaboración de todos o acabará desapareciendo. Hay laicas y monjas muy preparadas  y estamos perdiendo en la Iglesia esas capacidades. La Iglesia tiene que ver la realidad de otra forma y encontrar en ella todo lo que es espiritual (religión y vida) y común a todos y todas, practicar el diálogo: somos semilla y queremos alzar la voz para vivir en igualdad en la Iglesia.

Sin embargo en los curas pesa mucho el inconsciente clerical y deshacerse de la educación recibida va a llevar su tiempo. Otros problemas importantes como el celibato, unido al poder y la economía, tampoco son nada fáciles de asumir.

Las mujeres, víctimas silenciadas (En y por la Iglesia)

Queremos alzar la voz a fin de vivir en igualdad en la Iglesia. Deseamos un modelo sinodal en el servicio a los más humildes y pobres…

…donde todo y todos estamos conectados, que no actúe desde el poder autoritario, como un monstruo, sino desde la comunidad, en grupos pequeños desde el caminar juntos y desde una posición de servicio.

Al servicio de los más pobres, donde podamos enriquecernos unos a otros, con diferentes aportaciones; participar en los grupos donde las personas están luchando para hacer un mundo mejor, sean creyentes o no; ser humildes, que la gente no tenga miedo de pedirnos ayuda cuando lo necesiten. Ayudarnos entre nosotros cuando lo necesitemos. Que las personas nos juzguen por lo que hacemos, no por lo que decimos.

El modelo de Iglesia debiera ser más próximo al de los primeros tiempos del cristianismo. y no al modelo de religión imperial que se instauró después. Pasar del concepto de “parroquia” al de “comunidad”. Consecuente con sus propias declaraciones, siguiendo el modelo de Jesús, deberá ser más igualitaria, democrática, desmontando el autoritarismo y la organización piramidal, que sea una buena nueva para la gente, estando al servicio de los más débiles, más espiritual y compasiva, sin ocultar los abusos en su seno (pederastia), más libre, siendo el celibato de las personas ordenadas una opción.

Una Iglesia autocrítica, sin discriminaciones, comunitaria, sinodal…

…al estilo de Jesús en su relación con las mujeres, incluso a la hora de ordenar mujeres sacerdotes, ya que el Espíritu Santo sopla sobre tod@s y las hay con gran preparación y capacidad. El concepto que Jesús tenía de la mujer  cambió radicalmente el papel de la mujer en la sociedad, defendiendo la igualdad (la primera persona que anunció la resurrección fue una mujer), encarnacional (encarnado en una mujer), sin olvidar que  la mayoría de los creyentes en la Iglesia son mujeres.

En consecuencia la Iglesia debe hacer una autocrítica de las estructuras medievales que mantiene hacia una reforma estructural desde una perspectiva femenina y feminista, rompiendo moldes como Jesús, replanteándose el sacerdocio  en su integridad, revisando la moral sexual  y sus estereotipos. “Es el sacerdocio como tal lo que hemos de revisar, al margen de que sea masculino o femenino. El sacerdocio de las mujeres es una ocasión para replantear el sacerdocio en su integridad·” (Javier Melloni)

En el libro de Mª José Arana y Adelaide Baracco, Mujeres sacerdotes ¿cuando?, se cita una frase de Mª José García Calvo (Educadora, Religiosa y Misionera en Haití) que  dice: “Considero que en la cuestión del sacerdocio de las mujeres, la Iglesia se está jugando su propia vocación y misión”.

Por tanto es necesario también el reconocimiento de la ordenación de las personas casadas; también  una Iglesia sin privilegios del Estado (IBI, declaración a Hacienda, centros de enseñanza concertada), que no acumule riquezas ni se apropie de lo común (inmatriculaciones).

De todas formas la Iglesia siempre va detrás de la sociedad. Lo que sí es cierto es que las Iglesias están cada vez más vacías. Tal vez es un buen síntoma. En todo caso la iglesia no se salvará si no vamos todos juntos hombres y mujeres. En esto igual que en la sociedad en general.

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En definitiva, las exigencias  se plantean en cuatro niveles:

-Personal: conversión de los varones clérigos a lo femenino con todos los valores que ello implica.

-Comunitario: que la mujer y el hombre sean el alma de la comunidad.

-Estructural: que la mujer tenga reconocida su función.

-Social: recuperación de los valores antropológicos que la mujer ha tenido en la sociedad matriarcal vasca.

Y todo esto, en una Iglesia sinodal, nos corresponde a todas y todos como miembros de pleno derecho, rompiendo moldes como Jesús:¿estáis vosotros, sacerdotes,  dispuestos a ello?

"No tengo ninguna esperanza en esta Iglesia y no creo que nosotros/as lo veamos pero, mientras tengamos fuerza y ganas, daremos un poco de guerra donde podamos"

De todas formas no tengo ninguna esperanza en esta Iglesia y no creo que nosotros/as lo veamos pero, mientras tengamos fuerza y ganas, daremos un poco de guerra donde podamos. Sin embargo sigo creyendo en el Jesús de Nazaretdel Nuevo Testamento.

Por parte de los sacerdotes que participaron en este encuentro, se expresó la sintonía con las opiniones formuladas por las mujeres, reconociendo que, en la estructura actual de la Iglesia, a la mujer le corresponde un lugar secundario, cuando en realidad hoy día la mujer es la base de la Iglesia. Subrayando que el problema va mucho más allá de la presencia de la mujer en puestos de responsabilidad, reconocen que es un problema de modelo de Iglesia que, entre otras cosas, requiere su reforma estructural desde una perspectiva femenina y feminista.

Opinaron que tiene que reconocerse su derecho, basado en el bautismo, fundamentado en Jesús, en su vida y comportamiento con la mujer. Es evidente que en el grupo de Jesús había seguidores y seguidoras. El tratamiento y la relación de Jesús con la mujer rompió los esquemas sociales al uso en su tiempo.

La cultura judía y romana eran evidentemente patriarcales y machistas y las primeras comunidades asumieron esta realidad cultural y fueron difuminando poco a poco la presencia y participación de las mujeres. Luego el clericalismo y el patriarcalismo han hecho desaparecer todo protagonismo de la mujer en la Iglesia.

Hoy el papel de la mujer en la Iglesia es un signo de los tiempos, exigencia ineludible de cambio para la Iglesia. Hay que reconocer nuestro error histórico. En consecuencia, es preciso “desmontar" la Iglesia: su machismo, su patriarcalismo, su clericalismo, su poder, su prepotencia, sus privilegios, para entrar definitivamente en la dinámica del servicio que nos hace iguales y nos necesita a todas y a todos en igualdad. 

El Sínodo está generando en algunos cierta esperanza; también en este tema de la presencia en igualdad de la mujer en la Iglesia que no es un favor, sino algo fundamental. Por tanto hay que buscar una Iglesia sinodal, que no actúe desde el poder autoritario, sino desde la comunidad, desde el caminar juntos y desde una posición de servicio, consecuente con su propias declaraciones de Pueblo de Dios. Es necesario hacer grupos pequeños de comunidades donde estemos al servicio de las personas más pobres, donde podamos enriquecernos unos  a otros, con diferentes aportaciones. Y mientras no se les acepte como iguales, no hay futuro para las mujeres en la Iglesia.             

"Estamos ante una interpelación decisiva para Iglesia por parte de las mujeres"

En conclusión, se escuchan voces proféticas y signos de esperanza. Estamos ante una interpelación decisiva para Iglesia por parte de las mujeres. Es necesario estar atentos a sus reivindicaciones, a sus reflexiones, a sus sentimientos, pedir perdón. Nos queda  un largo recorrido, empujad@s por el Espíritu que renueva su Iglesia y le hace seguir navegando con vientos femeninos, desde los más pobres y humildes, como lo expresó una mujer de Nazaret, llamada María, para servir a la humanidad en su búsqueda y realización de la justicia, de la igualdad y de la paz.

Protestas en Córdoba el pasado 3 marzo del movimiento Revuelta de Mujeres en la Iglesia.

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