"Hoy son otros los Faraones, los Pilatos y los Sumos Sacerdotes…" Forcano: "Los pobres, vicarios de Cristo"

Pobreza
Pobreza Shail Sharma

¿Qué pasaría si en nuestras solemnes procesiones, junto a la imagen del Jesús crucificado, aparecieran acompañándole los miles de pobres hoy crucificados?

¿Dónde están los profetas y liberadores que, como él, tratan de rescatar el significado de su Pascua, hoy pascua cristiana? ¿Cuántas son las desviaciones y corrupciones que hay que destapar y corregir? ¿Quiénes son los tiranos y verdugos? ¿Quiénes los que sufren pasión y son crucificadoss crucificados? ¿Cuánto de esto está presente y se celebra en las liturgias de nuestros templos?

“Cuanto hicisteis con uno de estos hermanos míos más pequeños, conmigo lo hicisteis”.

1.- ¿Por qué no aparecen ni desfilan junto a la imagen del Cristo históricolos miles y miles de pobres crucificados que son semejanza suya?

Los Viernes Santos alzamos la vista en muchas ciudades para contemplar en las procesiones las imágenes de nuestros Cristos Crucificados. Lo venimos haciendo desde siglos, con gran regularidad, expectación y respeto. Pero, cuidado, que hasta los no muy adictos a la religión católica habrán escuchado alguna vez estas palabras de Jesús: “Cuanto hicisteis con uno de estos hermanos míos más pequeños, conmigo lo hicisteis”.

Campaña en defensa del Papa: Yo con Francisco

¿Qué pasaría si en nuestras solemnes procesiones, junto a la imagen del Jesús crucificado, aparecieran acompañándole los miles de pobres hoy crucificados?  

Jesús se considera presente ahora en cuantos pasan por una vida dura, marginada,  despreciada, llámense parados sin prestaciones, desahuciados, obreros sin trabajo, mujeres maltratadas, miles de niños muriendo de hambre, gentes expulsadas de sus tierras, ciudadanos engañados por los bancos y los gobernantes, enfermos desatendidos, encarcelados, niños esclavizados, etc.

O sea, que esta gente es para Jesús lo más sagrado, tan sagrado que son una imagen   de él, hacen sus veces, son sus vicarios, nunca él dijo que los papas eran su vicarios, sino los pobres. Los pobres son los vicarios de Cristo.

2.- El cristianismo, en este su contenido primordial, es netamente revolucionario

 Damos por supuesto que hay unas religiones más sumisas y aliadas con el poder que otras, más independientes y proféticas. El cristianismo tiene de lo uno y de lo otro. Pero, mirado en su contenido primordial, es netamente revolucionario.

Sin embargo, son muchos los que ni se enteraron de que la religión católica experimentó un cambio de 90 grados en el Concilio Vaticano II (1962-65).

Concilio Vaticano II
Concilio Vaticano II

A muchos les sorprendería si se se pusieran a detallar lo que ese cambio supuso para los diversos campos de la vida privada y pública: en relación con la persona, el interior mismo de la Iglesia católica, la sociedad y la política, la autonomía de la ciencias humanas, etc. Llanamente dicho la imagen del Cristo crucificado representa a todos los pobres crucificados.

Desde este supuesto, resulta lógico destacar el contraste de una visión tradicional  idealista y otra real posconciliar, despejando de esa manera prejuicios y dogmatismos innecesarios.

Los Viernes Santos contemplamos hasta emocionarnos las imágenes de los Cristos crucificados, pero con escandalosa indiferencia hacia los miles de pobres crucificados.

El Via Crucis de los cristianos de Alepo
El Via Crucis de los cristianos de Alepo Vatican News

Entonces, persiste acuciante la pregunta: ¿Qué pasaría si, junto al Cristo Crucificado, desfilasen personas o imágenes de tantos pobres crucificados, matados en estas últimas décadas en Centroamérica, en África, en Palestina, en Irak, Libia, Siria, en esas muertes masivas de las hambrunas…?

Salta a la vista, cómo pueblos enteros han sido masacrados, movimientos reprimidos, líderes desaparecidos, gente de pueblo perseguida, torturada, eliminada. Relumbran las argollas que los poderes del FMI, del BM y de la OMC siguen poniendo para que esos pueblos no levanten cabeza y puedan disponer impunemente de sus materias primas.

Estos pueblos, en un mundo donde la riqueza nunca ha sido tanta, ven cómo los poderosos les roban, les ponen condiciones comerciales inicuas, acumulan cada vez más riqueza, sin importarles el hecho de que la distancia de ingresos entre unos y otros crece sin cesar, de modo que si en el año 1820, la diferencia era de 1 a 3, hoy es de 1 a 70.

Estos pueblos son la mitad de África, unos 400 millones, que vive con menos de 1 dólar diario y está desnutrida

Estos pueblos son la mitad de África, unos 400 millones, que vive con menos de 1 dólar diario y está desnutrida. EE.UU. tiene una deuda externa de más de 6 billones de dólares, doble que la de todos los países pobres, pero a él nadie le exige que la devuelva, en tanto que a los pobres se les obliga con un cuchillo en la garganta.

El crimen es de tal dimensión y semejanza que Monseñor Romero lo esculpió, incluyendo  a sí mismo, con su propia sangre: “Ustedes son la imagen del divino Traspasado”.

Monseñor Romero
Monseñor Romero

Con razón, el Cristo y las personas y los pueblos crucificados son la explicación el uno de los otros. Son el Siervo de Yahvé, del que nos habla la Biblia, “sin figura, sin belleza, sin rostro atrayente”. Son pobres y, además, aplastados y torturados. Y así son como el Siervo “que no parecía hombre ni tenía aspecto humano y producía espanto”.

Y mientras sufren con paciencia y caminan resignados, se los alaba; pero si se deciden a  invocar al Dios que los defiende y los libera, entonces son subversivos, terroristas, comunistas. Y no tienen quien los defienda, “son llevados a la muerte, sin justicia”. Lo transcribía con su peculiar evidencia el obispo Pedro Casaldàliga: “Es hora de martirio en nuestra América Latina”.

 ¡Cuántos campesinos, sindicalistas, maestros, catequistas, religiosas y religiosos, líderes populares, obispos engrosan esa procesión de crucificados! Ellos son también el siervo sufriente de Yahvé. “Les han dejado -escribía Ellacuría- como a un Cristo”. Y Monseñor Romero, con fraterno acento, los alentaba con estas palabras: “Ustedes son la imagen del divino Traspasado”.

4.- ¿De quién son producto tantas víctimas crucificadas?

No son víctimas caídas del cielo, sino producidas por los sucesivos imperios, por el sistema económico dominante y por las multinacionales. Son estos verdugos los que imponen la injusticia, los que la mantienen violentamente si hace falta y hasta con terror.

5.- ¿Cuál fue, ante tal situación, la actitud y proyecto de Jesús?

Al Jesús histórico, sabemos lo que le pasó. Si Jesús no hubiera vivido como vivió, si no hubiera defendido los valores que defendió, si no hubiera sido coherente, si se hubiera dejado comprar por la fama, el dinero o el poder, hubiera llegado seguramente a viejo, habría muerto pacíficamente en la cama y no hubiera muerto violentamente colgado de una cruz.

Jesús nos enseñó una nueva imagen de Dios, una nueva manera de relacionarnos con Él, de entender que el culto, sin justicia y amor, es falso, que la religión nunca puede servir para manipular, engañar, oprimir, discriminar

La causa de Jesús fue muy simple: crear con todos una familia nueva, sin exclusión ni discriminar a nadie, en igualdad, viviendo y tratándonos como hermanos y, en todo caso, sabiendo que la grandeza de sus seguidores está en el servir y en ser los últimos en el beneficio.

El nos enseñó una nueva imagen de Dios, una nueva manera de relacionarnos con Él, de entender que el culto, sin justicia y amor, es falso, que la religión nunca puede servir para manipular, engañar, oprimir, discriminar.

Jesús nos dice que Dios llega hasta el interior, a lo más íntimo, no le engañan las apariencias. El lo resume todo en el amor: amar a Dios y al prójimo como a  uno mismo. La utopía máxima de Jesús es ser buenos como Dios, amar como Dios, dar la vida por las personas que amamos. Se entiende entonces que a los que quieran seguir al Nazareno, no va a faltarles  la cruz. Pero no la cruz material elegida por uno mismo para macerarse y agradar a Dios, sino la cruz que los otros le van a poner encima por querer vivir como Jesús. El que quiera vivir como el hijo del hombre, lo impugnarán y perseguirán y hasta puede que lo maten y “crean que hacen un obsequio a Dios”. Por ahí, le llegará la cruz.

Gaza
Gaza

Esa cruz abarca y debiera ser visible en toda procesión de los crucificados que no aparecen ni desfilan por las calles de nuestras ciudades y de nuestras mentes y corazones, condenados a muerte a sabiendas de ser inocentes, como Jesús.

Y entre los espectadores podrían verse seguramente a quienes se inclinan  reverentemente, pero que han ejercido de verdugos y piensan que esa es una muerte si no merecida, irremediable ya que, en última instancia, ha sido querida por Dios, un Dios enojado por los pecados de  los hombres, que exigía reparación, la cual nadie sino una víctima de valor infinito podía satisfacer y esa víctima era su propio hijo, su sangre, el único que podía desagraviarle y pagar el precio correspondiente.

Una muerte sacrificial deificada, querida por Dios, por la que quedaríamos redimidos de nuestros pecados.

¿Quién no advierte el horror de esta visión? Jesús no fue a la muerte por voluntad de Dios, sería un pensar sacrílego, propio de un ídolo sádico, cruel, que necesitaría de esta muerte como expiación, rescate y salvación!

No, Jesús no fue a la muerte por voluntad de Dios, su Padre, para recabar ante Él el perdón, el rescate y la salvación nuestra. Dicha imagen -alimentada por una teología del sacrificio- es indigna y reprobable. Dios no está sediento de sangre ni necesita de sacrificios, ofrendas ni ni devociones de nadie.

La fecha fecha histórica apunta a los verdaderos asesinos del Justo y del Profeta por excelencia: el sanedrín y el Imperio Romano. Ambos, ante un hombre libre y cabal, de enseñanza original, pactaron quitarle la vida, pues de seguir con su proyecto ellos quedaban proscritos y anulados. ¿Cómo se pudo imputar a Dios la muerte de su propio hijo? ¿Y cómo se puede seguir actuando como si este sacrificio se siguiera reproduciendo cuantas veces se celebra la Misa?

Jesús anunció “haber sido enviado para anunciar la Buena Noticia a los pobres, para proclamar la liberación a los cautivos y para poner en libertad a los oprimidos”. Y eso, ante los poderes dominantes de su sociedad, tenía un precio: la muerte. Y es el precio de todos los crucificados de la historia, cobrado por los que sirven al dios dinero, adoradores ciegos de su egoísmo, de su avaricia y de su soberbia.

Pero Dios les demostró que la última palabra la tiene Él y no ellos, pues Jesús de Nazaret, dado por ellos como fracasado y exterminado, resucitó y se apareció vivo e hizo patente la nihilidad de sus enemigos. Acabaron, cayeron en el olvido, nadie los honra y Él sigue perenne en la fe y en la vida de millones y millones de toda la tierra.

Al Jesús histórico, se le reconoció no sólo por su libertad y coherencia sino por su proyecto, en el cual declaraba:

. Hay que amar,  incluso al enemigo.

. Hay que perdonar con  misericordia.

.Hay que ser limpios de corazón.

. Hay que ser ecuánimes y  veraces.

. No se debe tolerar la exclusión ni humillación de adie.

. Hay que aborrecer la hipocresía, el orgullo y la dureza de corazón.

. No hay que apetecer el poder mandar, sino el servir.

. Hay que trocar la avaricia por la generosidad y el compartir.

. Hay que detestar conseguir el dinero y base de oprimir y explotar a los demás.

. No se pueden establecer líneas divisorias entre el amor a los hombres y el amor a Dios pues ambos son una misma cosa.

. No se puede oponer el bien de Dios al bien de los hombres, pues para Dios la gran  pasión  es la felicidad de los hombres.

. No se puede contraponer el acá al allá, la muerte a la resurrección, pues si Dios es el principio de todo lo creado, es también su fín.

Esclarecido queda: una cosa es el sistema de vida de los escribas y fariseos (de entonces y de ahora), del sistema religioso oficial del Templo (de entonces y de ahora) y otra el estilo de vida de Jesús.

Misas tridentinas
Misas tridentinas

Volvamos de nuevo la vista a los templos cristianos con sus ritos, inciensos, cantos, plegarias y procesiones, ¿a quién están recordando? ¿Qué están celebrando? ¿La muerte de Jesús? ¿Su muerte física? ¿Nada más? ¿Y eso una y otra vez, un año y otro año, un siglo y otro siglo? ¿No será que hemos convertido en momia sagrada la liturgia católica?

 La pasión y muerte de Jesús son referencia paradigmática. Pero su muerte no ha acabado, sigue reviviéndose en el Cuerpo de la Iglesia y de la Humanidad. Y sigue produciéndose en el altar del poder económico y del poder religioso.

Hoy son otros los Faraones, los Pilatos y los Sumos Sacerdotes…

¿Dónde están los profetas y liberadores que, como él, tratan de rescatar el significado de su Pascua, hoy pascua cristiana? ¿Cuántas son las desviaciones y corrupciones que hay que destapar y corregir? ¿Quiénes son los tiranos y verdugos? ¿Quiénes los que sufren pasión y son crucificadoss crucificados? ¿Cuánto de esto está presente y se celebra en las liturgias de nuestros templos?

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