"Sin duda alguna, a la mayor parte de la ciudadanía, le seduce más la diversión que la devoción" Castillo: "Una Religión atascada en el pasado, será lo más ortodoxo que haya en este mundo. Pero será igualmente una 'oferta sin demanda'"
Y lo que digo de la Navidad, se puede decir también de la Semana Santa, de las fiestas patronales y de tantas otras celebraciones, que comenzaron en los templos y han terminado en las discotecas, los hoteles, las agencias de viajes, etc., etc.
¿Nos dejó Jesús su Evangelio para que organicemos funerales, novenas y actos religiosos a los que acude cada día menos gente?
Escribo esto el día de Reyes, cuando han terminado las vacaciones de Navidad. Una festividad religiosa que se ha convertido en unas vacaciones, que la gente utiliza para descansar, divertirse, viajar, hacerse regalos, organizar comilonas, etc., etc. Y lo que digo de la Navidad, se puede decir también de la Semana Santa, de las fiestas patronales y de tantas otras celebraciones, que comenzaron en los templos y han terminado en las discotecas, los hoteles, las agencias de viajes, etc., etc. Este es el hecho. Pero, ¿qué representa este hecho?
Es evidente que, a una notable mayoría de la población, le seduce más la diversión laica que la devoción sagrada. Sin duda alguna, a la mayor parte de la ciudadanía, le seduce más la diversión que la devoción. Dicho de otra manera, cada año que pasa, aumenta el número de ciudadanos que prefieren pasar unos días de descanso, por más que eso suponga lo poco que interesa el nacimiento de Jesús en un pesebre y la muerte de Jesús como un delincuente, colgado y ejecutado entre malhechores.
¿Significa todo esto que la Sociedad se ha alejado de la Religión? ¿O representa, más bien, que la Religión, por ser fiel a su tradición y su historia, se ha quedado atrasada en una Sociedad que cambia deprisa sin saber a dónde va?
El hecho es que, si la Religión se ha quedado atascada en las ideas y costumbres de siglos pasados, tan cierto como eso es que la Sociedad cambia y produce fenómenos (cada año) más extraños, que no sabemos (ni podemos saber) a dónde nos van a llevar manifestaciones como: el “cambio climático”, la “economía manipulada” por los intereses de unos cuantos magnates que nos manejan a todos los demás, la política al servicio del egoísmo unos pocos, la violencia y el odio de unos contra otros y así sucesivamente. ¿En qué quedamos? ¿A dónde vamos a parar?
A mí me parece que una Religión atascada en el pasado puede ser interesante para un libro de historia o quizá para un museo. Pero tan cierto como eso es que una Sociedad que avanza veloz, sin saber a dónde va, puede acabar en desastres que no podemos saber las consecuencias que tendrán. ¿Qué hacer en una situación como ésta, que quizá no se había presentado jamás?
Una Religión atascada en el pasado, será lo más ortodoxo que haya en este mundo. Pero será igualmente una “oferta sin demanda” (Th. Pröpper). ¿Nos dejó Jesús su Evangelio para que organicemos funerales, novenas y actos religiosos a los que acude cada día menos gente? Pero si esta pregunta no tiene pies ni cabeza, menos comprensión y respuesta tiene el problema que nos plantea la Sociedad en que vivimos. No me refiero sólo a la pandemia, que tanto nos trastorna y nos limita. Me refiero, sobre todo, a que el “poder opresor” manda cada día menos. Porque quien manda es el “poder seductor”. Los botellones nocturnos pueden más que los políticos con todas sus policías. La publicidad televisiva y callejera no se cansa de ofrecernos, no precisamente lo que nos “educa”, sino lo que nos “seduce”.
Es un hecho que el cambio, que estamos viviendo, es tan fuerte y tan profundo que lo más grave no está en lo biológico (la pandemia), sino en lo neuropsicológico, que se manifiesta en no pocos trastornos mentales, tales como la violencia, las depresiones, las reacciones violentas, la inestabilidad de las personas y las familias, la inseguridad en la relación con los demás, etc., etc.
¿Cómo va a ser nuestro futuro? No es posible saberlo. Pero una cosa es cierta: solamente la bondad puede equilibrar nuestras relaciones sociales y religiosas en todas sus dimensiones. De forma que, a partir de este planteamiento, se comprende la actualidad, la importancia y las consecuencias de una Religión puesta al día. Que así – y solamente así – podrá ser el factor determinante de la Sociedad y el futuro que anhelamos.
Por supuesto, cada cultura, cada sociedad, cada familia y cada individuo es (o debe ser) enteramente libre para celebrar las fiestas religiosas como prefiera. Sea como sea (en todo caso), lo que importa y aporta algo positivo es que tales fiestas se celebren de forma que en ellas se palpe la bondad que nos pueda aportar la convivencia y la seguridad, que todos apetecemos.