Hablando de feminismo Bakita, anhelo de libertad.
No a los iconos de feminismo feistas y escatológicos
En uno de mis viajes a EEUU, estando en Tucson, invitado por unos amigos, el pasado mes de diciembre de 2019, nos llegó una invitación de la catedral para asistir a un concierto de villancicos. Sin pensarlo dos veces, allá nos fuimos a disfrutar de un impresionante concierto en inglés en la catedral de san Agustín. Al entrar en el pórtico me quedé prendado de las pinturas que lo decoraban, tan realistas y con tanto volumen que parecían vivas y reales. Allí estaba la madre Teresa, lavando los pies a un mendigo, san Maximiliano Kolbe vestido de preso, y vi también la figura de una mujer negra, con unos grilletes en sus manos.
Ser mercedario supone, necesariamente, preocuparse por la libertad y aquellos grilletes que sujetaban las manos de aquella mujer me parecieron un provocación y suscitaron en mí un interés añadido por saber quién era aquella mujer que compartía cercanía con la madre Teresa en el pórtico de la catedral de Tucson. Supe, de inmediato, que era santa Josefina Bakhita, patrona de Sudán. Una mujer esclava que solo se sintió libre cuando se encontró con Jesucristo. Era todo un reto saber más de aquella mujer. Y comencé a satisfacer mi curiosidad leyendo y buscando todo lo relativo a Bakhita. Ha terminado siendo una mujer muy interesante para mí. Lamento mucho que sea tan poco conocida entre los cristianos, porque su ejemplo es digno de admiración y de veneración. Ella se ha convertido para mí en una de las mediaciones más queridas a la hora de dirigirme hacia Dios, junto con Oscar Romero, asesinado en el Salvador, mientras celebraba la Eucaristía, Maximilano Kolbe, ese franciscano polaco, prisionero en Auschwitz , que entregó su vida en lugar de otra persona y el mercedario Gilabert Jofré, fundador del primer psiquiátrico del mundo en Valencia. Personajes poco conocidos y, sin embargo, a mi entender, dignos de una alta consideración humana y espiritual.
Pero hoy mi atención se centra en Bakhita . Precisamente en estos días, la cadena 13, ha emitido la película “Bakhita” del año 2009, del director italiano Giacomo Campiotti. Una producción protagonizada por Fatou Kine Boye, Francessco Salvi y Ludovico Fremont. La película, con los adornos propios de una acción para entretener, refleja muy bien lo que fue la vida y la muerte de esta mujer cristiana. Nacida en Darfur en 1869. Capturada desde muy niña por traficantes de esclavos fue azotada cruelmente hasta dejarle cicatrices terribles de por vida. Después de pasar por varios amos, fue vendida a un comerciante italiano, que se la llevó a su país como criada y cuidadora de su hija. Recibió la ayuda del sacerdote de su pueblo que la inició en el conocimiento de la fe cristiana donde ella descubrió al Dios que se hizo esclavo por nuestra salvación. El Dios rebajado hasta someter se a la muerte y una muerte de cruz. El conocimiento de este nuevo Amo la llevó a descubrir su auténtlca libertad de mujer creada a imagen de Dios y profundamente amada por Él. Conoció a las religiosas canossianas y entró en el convento donde hizo su profesión religiosa; fue un modelo de entrega los pobres y allí murió como mujer libre en el año 1947.
Fue beatificada por san Juan Pablo II en el año 1992 y canonizada por el mismo papa en el año 2000. Su fiesta se celebra en la iglesia el día 8 de febrero. Fue declarada patrona de Sudán, donde se le profesa una profunda devoción.
Una mujer que bien puede ser presentada como modelo de mujer liberada en medio de estos aparentes modelos patéticos de mujeres liberadas que se desnudan en lugares públicos o defecan en las puertas de las catedrales como reivindicación de la libertad femenina. ¿A quiénes pueden representar estas mujeres sino solo a sí mismas y de manera tan penosa?
La apuesta de la modernidad por la justa libertad de las mujeres se está convirtiendo, en no pocas veces, en una nueva esclavitud con apariencia de modernidad disfrazada de feísmo y escatología. No hace mucho tiempo contemplé estupefacto la imagen de unas feministas orinando delante del cardenal Ricardo Blázquez, en la fachada de la catedral de Valladolid. Las mujeres necesitan encontrar nuevos iconos para reivindicarse en medio de la sociedad sin provocar rechazos que malogran el fin que se busca. “A mí esas no me representan”, leo con frecuencia en las redes ante esas manifestaciones feministas tan manipuladas, subvencionadas y politizadas.
Me pregunto si las mujeres de nuestro tiempo lograrán encontrar esos iconos atractivos que muestren en la sociedad la justa reivindicación de su justa igualdad en la sociedad y, aun más, en el seno de la iglesia donde son mayoría absoluta. En este sentido me parece admirable e imitable el trabajo y la manera de concienciar de la organización de mujeres chilenas “Mujeres iglesia Chile”. Os invito a conocerlas.
Etiquetas