Jornada de la Vida Consagrada Caminemos juntos
Como las luciérnagas
El lema del día de la vida consagrada del dia 2 de febrero es: "Caminando juntos”. Parece de justicia destacar, al menos una vez al año, la inmensa labor social y asistencial que realizan los consagrados y consagradas de España y, sobre todo, la significatividad de su ser como personas consagradas.
Una persona consagrada es una referencia necesaria de lo absoluto, de lo transcendente, y en los tiempos que vivimos, de laicismo y de materialismo feroz, se hace más necesaria que nunca un presencia que nos sugiera lo divino, que nos invite a no dejarnos atrapar por lo inmediato y nos cuestione el presente para clarificar mejor nuestro futuro. Del mismo modo que la pequeña luciérnaga, apostada al lado del camino es una referencia de luz y de belleza. No son iguales las noches del Camino de Santiago sin las luciérnagas.
Las personas consagradas han hecho una opción firme y radical por Dios, por cultivar su experiencia y celebrar su presencia en medio de los aconteceres del mundo. Tal vez en otro tiempo el lugar natural de los consagrados fueran los claustros, el silencio, la fuga del mundo. Hoy el lugar natural de las personas consagradas es el mundo, la calle, la tierra sagrada de los pobres.
De aquel “estado de perfección” en el que nos había colocado “Perfectae Caritatis” en el vaticano II, a este estado de inserción y encarnación en el que deseamos vivir y trabajar.
Por eso queremos reafirmar nuestro ser por encima de nuestro quehacer, aun sabiendo que nuestra tarea hoy en la sociedad y en el seno de la iglesia es ingente. Es mucho el dinero que los consagrados ahorran al estado con sus servicios sociales, generosos y gratuitos. Y conviene decirlo en estos tiempos en que se cuestiona lo religioso y se quiere encerrarlo en la sacristía y en el ámbito puramente personal. Pero los religiosos sabemos muy bien que nuestra fe, lejos de ser un opio anestesiante, es un aguijón y un estímulo que nos lleva al compromiso social. Nuestra vocación tiene una dimensión social incuestionable. Las personas consagradas están presentes hoy en la enseñanza, en la sanidad, en los ámbitos de compromiso social, en la pastoral y en la formación. Sin olvidar la misión y la promoción de otros pueblos a lo que están dedicados más de 15.000 personas consagradas españolas.
La Vida Consagrada, como dijo el Papa Juan Pablo II, tiene una gloriosa historia que contar, pero sobre todo un magnífica historia por construir. Es necesario que nos abramos a la acción del Espíritu que quiere empujarnos hacia el futuro para seguir haciendo con nosotros grandes cosas.
Los consagrados somos en España unos 90.000. Numéricamente no somos un colectivo muy significativo pero sí lo somos en la labor social que llevamos a cabo. No hay campo donde habiten las marginaciones que no cuente con la presencia de personas consagradas.
La vocación consagrada nos lanza a la búsqueda apasionada de Dios y a cultivar la calidad de nuestras relaciones fraternas para ser signos de unidad en la Iglesia y espacio de encuentro con todos los hombres y mujeres de buena voluntad. Las personas consagradas queremos ser servidores del diálogo y pioneros en la defensa de la libertad de los Hijos de Dios, sin exclusivismos, sin condenas, sin rechazos…
Es verdad que hay una cierta crisis de vocaciones que saludamos con serenidad y esperanza porque forma parte del dinamismo propio de los tiempos que vivimos. Pero, a la vez, es verdad que las vocaciones jóvenes que hoy llegan a la vida religiosa son muy firmes y bien fundamentadas, contrastadas fuertemente con la modernidad, y por ello, germen de esperanza para toda la Vida Consagrada. Los números no son definitivos en nuestra vida; sí lo es la fidelidad y la coherencia, la entrega y radicalidad de todos y cada uno de los consagrados. La Vida Consagrada hoy está escribiendo una hermosa página de fidelidad al Espíritu y de servicio a la Iglesia desde la gran variedad y riqueza de carismas que la configuran.
Cuando los horizontes se oscurecen, a fuerza de contaminación y de relativismo, la Vida consagrada se empeña en señalar, desde su compromiso vital, ese horizonte luminoso y encendido de Dios para que no perdamos el paso ni renunciemos a nuestra dorada utopía. Ahí estamos y ahí nos van a encontrar siempre.
Sí, las personas consagradas queremos caminar unidos a todos , queremos “caminar juntos”. Nunca hemos caminado lejos de nadie. Y si lo hemos hecho ha sido porque alguien se ha separado de nosotros por propia decisión. La comunión es un viaje de ida y vuelta y los consagrados siempre hemos ido y seguimos yendo. Apostamos por seguir “caminando juntos”.
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