Una fundación para la integración Fundación “La Merced Migraciones”
Una puerta abierta a la esperanza.
He tenido la dicha de acercarme a algunas fundaciones en los últimos días. Y cuando hay tantos que se empeñan en destacar las noticias grises de la iglesia, que las hay, me ha parecido que debía destacar las muchas noticias luminosas que hacen que la iglesia sea hoy imprescindible en la vida de la sociedad, mucho más ahora cuando nos vemos rodeados de amenazas, crisis, guerras, pandemias y falta de esperanza. Me he quedado impresionado al ver cuánta agente se dedica a hacer el bien a cambio de nada.
El fenómeno de las migraciones nos ha traído muchas ventajas, sobre todo en el mundo laboral. Muchos trabajos que los españoles ya no quieren llevar a cabo los están asumiendo los migrantes. Algo así está sucediendo –yo lo he visto- en Norteamérica con los migrantes latinos.
Pero también el fenómeno de la inmigración ha traído problemas añadidos, como el rechazo, la discriminación, la intolerancia, la xenofobia y hasta, en casos aislados, de racismo.
Pues bien, en este contexto han surgido onegés y fundaciones que quieren poner a la persona, sea cual sea, como centro de sus preocupaciones, como una ayuda necesaria para ellos y como una denuncia de una manifiesta injusticia. Los mercedarios tenemos como carisma la “redención de los cautivos” en las nuevas forma de cautividad que aparecen cada día. Entre las nuevas cautividades La Merced ha descubierto, desde un profundo discernimiento comunitario, que el fenómeno de los refugiados primero y de los inmigrantes, después, forman parte de esas nuevas cautividades a las que nos sentimos enviados. Seguramente, somos de las primeras congregaciones que acogió a refugiados políticos cuando este fenómeno comenzó en España en los tiempos de la transición política. Yo aún recuerdo a los primeros refugiados políticos que vivieron con nosotros compartiendo la vida en nuestras comunidades.
Ahora los inmigrantes han ganado la batalla numérica en España a los refugiados. Si viajamos en el Metro, por ejemplo, descubrimos que hay una presencia latinoamericana y africana bastante significativa.
La Merced, atenta a esta realidad creciente, creó hace ya años la Fundación “La Merced Migraciones”, que está adquiriendo ya una importancia significativa en Madrid y fuera de la capital, en la acogida, asesoría y promoción de los migrantes. Conozco esta fundación desde hace años, estuve presente en los primeros años de su andadura. Pero en los últimos tiempos, por motivos diversos, me había distanciado y ya no conocía de cerca cómo avanzaba la fundación en la actualidad. Y me he quedado muy impresionado por la dinámica y la fuerza que ha adquirido la Fundación en los últimos tiempos. Quedé con el P. Luis Callejas, mercedario y director de la Fundación, con el deseo de conocer de primera mano la Fundación. Y él me fue llevando por las distintas sedes que la Fundación ya tiene en Madrid. Una Fundación con muchos trabajadores, muchos voluntarios .(Estuve hablando con algunos de ellos y me parecieron gente profundamente vocacionada para el servicio) y, sobre todo, muchos inmigrantes a los que ayuda, orienta y promociona para puedan obtener su documentación adecuada y lograr trabajos dignos que les permita lograr una vida con dignidad para ellos y para sus familias. El evangelio puesto en práctica: “Fui forastero y me acogisteis”. En la Fundación llevan un proyecto especial para acompañar y apoyar a la comunidad inmigrante LGTBI, sacudida, muchas veces, por el odio y la violencia, por ser inmigrantes y por tener distinta orientación sexual. Me alegró saber que entre los trabajadores hay ya una persona trans. Ésta es mi familia y ésta es mi iglesia. No solo la que inmatricula ilegalmente, se ve azotada por la lacra de la pederastia o practica el clericalismo sin contemplaciones, sino también esta iglesia inclusiva, cercana y dialogante, plural y humanizadora. Esta iglesia de Jesús alejada de los oropeles y las intrigas y muy cerca de los que más sufren. Una iglesia a la que deseo pertenecer y con la que deseo trabajar para hacer posible la obsesión de Jesús: Que sea posible cuanto antes el reino de Dios que ya está vivo entre nosotros y no hay quien lo pare porque es el Espíritu de Dios quien lo empuja. Solo es cuestión de tiempo, de muchas noches oscuras aún y de mucho amor. En estos días le he comentado a un amigo abogado mis impresiones sobre la Fundación “La Merced-Migraciones y me ha dicho enseguida: “Dame el contacto del P. Luis que yo quiero colaborar como voluntario”. Y suma y sigue.
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