#retopascual2024 Jueves Santo
| Martha Eugenia, Mujer Mariposa
"Jesús respondió, y le dijo: Ahora tú no comprendes lo que yo hago, pero lo entenderás después." Jn 13,7
JUEVES SANTO 2024
Señor, se me vienen atropelladamente los recuerdos de aquel Jueves pascual. Fueron tantas las enseñanzas, los rituales que hiciste para que recordáramos después, que mi carácter arrebatado y desbocado no me permitía valorar de forma apropiada. Pero Tú que me conoces tan bien, con paciencia firme me contuviste.
Otras veces desconcertado había quedado cuando creyendo hacer lo que te agradaría, me mostraste que no era así. Como la vez en que en el monte Tabor, te propuse que si hacía tiendas y nos quedábamos ahí porque se sentía una paz inmensa, en comparación con lo tumultuoso y arriesgado de nuestro diario vivir. O como la vez en que anunciaste como padecerías antes de morir y yo te dije que eso no podía pasarte a Ti. En fin Señor, fuiste aprendiendo a conocerme y a como contenerme y aunque yo me sentía a veces confundido u otras, molesto contigo. Apenas reflexivo, sentía que tenías la razón, pero lo que me desesperaba era no entender por qué o cómo. Te fui aprendiendo a conocer, a respetar y a amar. Para mi Señor, fue difícil reconocerlo. Pero bastaba que después de alguna llamada de atención, me voltearas a ver, y en tu mirada hubiera tanto amor y dulzura, que entonces mi espíritu se calmaba y te pudiera entonces atender cuidadoso.
Pero como me quedó grabada tu llamada de atención tan terminante en ese Jueves pascual, cuando sintiéndome indigno de que me lavaras los pies, terminantemente me dijiste, que no lo entendería en esos momentos, pero que más tarde sí, pero que si no te lo permitía, ya no tendría parte contigo. Esto último fue lo que me hizo consentir. Sabes, te había aprendido a amar y el pensamiento de estar lejos de ti, fue lo determinante para ceder, para creer que en lo que hacías estaba bien, porque eras el Maestro. Y luego el mandato que hiciste, hagan esto con sus hermanos. Ah, Maestro, qué lejos estaba de entender lo que nos enseñabas con ese gesto, bien que lo sabías, pero a mí, necio y apasionado necesitabas reforzármelo para el después.
Cuánta razón tenías, vieras que esfuerzo me costó repetir tu gesto de servicio, en especial con los que se burlan de ti, o los que me agreden, y que tal con los que te insultan humillando a los demás, y me recuerdas que a ellos, los más violentos, o incrédulos, o burlones hay que servirles con testimonio decidido, aunque no te acepten, pero si se beneficien del resultado. Porque hasta lo han dicho, que me desprecian, que soy un tonto, que a quien le dan pan que llore, por eso cuando estoy sirviéndoles, me esfuerzo en cerrar mis oídos a sus burlas y me esfuerzo en acordarme como nos lavaste los pies a los que estábamos sentados a la mesa contigo. También me cuesta hacerlo, con los enfermos, como cuando hube que cambiarles pañales sucios o con los ancianos, al tener que contestar con emoción atenta, como la primera vez a algo que me habían preguntado varias veces ya y que no recordaban. Y qué tal, con los que no creen en Ti, y con paciencia en el servicio fraterno enseñarles que como también son hermanos tuyos, son merecedores de Tu amor.
En fin Maestro seguir tu ejemplo, vaya que me ha costado, pues cada situación muchas veces es nueva y actual. Y lo que necesito tener presente es que nos mandaste en hacerlo con todos y las veces necesarias.
Y cómo no hacerlo si ese mismo Jueves pascual, cobarde te negué tres veces por miedo a morir. Y Tú misericordioso, más adelante amándome me dijiste que confiabas en mi, para pastorear a los tuyos.
Señor Jesús, humildemente, sígueme guiando y enseñando como a Pedro que solo en el servicio a los demás, es como te encuentro en el diario vivir. Tenme paciencia, perdona mis necedades y dame el don de la perseverancia en Ti.
Martha Eugenia,
Mujer Mariposa.