#sentipensares Las mujeres somos sembradoras de dignidad por vocación

Las mujeres somos sembradoras de dignidad por vocación
Las mujeres somos sembradoras de dignidad por vocación

Lecturas del lunes 24 de julio 2024

-Comienzo del profeta Jeremías  Jer 1, 1. 4-10
“ El Señor extendió entonces su brazo,con su mano me tocó la boca y me dijo:
"Desde hoy pongo mis palabras en tu boca y te doy autoridad sobre pueblos y reyes,
para que arranques y derribes,
para que destruyas y deshagas,
para que edifiques y plantes".

No debemos temer a escuchar nuestra voz interna, que nos interpela y nos exige ejercitar la voz profética para denunciar las injusticias.

Evangelio de Mt 13, 1-9 ( también en Marcos 4:1-20 y Lucas 8:4-15) La parábola del sembrador en clave feminista, puede leerse desde dos ópticas: las mujeres como receptoras del mensaje y
Las mujeres como Co-Sembradoras de la Divinidad

LA PARÁBOLA DEL SEMBRADOR
Desde un enfoque feminista es denunciar con voz profética las espinas y terrenos pedregosos de las estructuras patriarcales, las barreras sociales y culturales que sofocan nuestra voz, nos invita a reflexionar y promover una relectura crítica de los textos sagrados, que tradicionalmente han sido interpretados desde una perspectiva masculina y patriarcal y que invisibilizan o minimizan el papel de las mujeres en la historia sagrada.
Es reconocernos como destinatarias con capacidad y agencia para recibir , interpretar y difundir el mensaje de Dios.

LAS MUJERES CO-SEMBRADORAS DE LA DIVINIDAD
Laicas, religiosas, ateas, en el rol de CUIDADORAS ya sea del medio ambiente, de una familia, de una Organización o de una comunidad, realizamos una labor alegre y humilde depositando primero la semilla, cuidando con amor y alegría la siembra, quitando del camino las piedras o abrojos para que las personas animales o plantas que nos han sido encomendadas puedan crecer y puedan completar la misión a que son llamados/as.


Las mujeres somos sembradoras de dignidad por vocación, en la cotidianidad hemos aprendido Lo mismo a remendar o zurcir un calcetín roto que un corazón destrozado
“El y La que tenga oídos, que oiga".

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