Dale un descanso tu corazón

Quizá sea este el momento propicio para no vivir tan atado a las agujas del reloj, de alegrar un poco nuestro corazón y nuestra vida sumida en esa inquietud que nuestros políticos nos han arrastrado y lo siguen haciendo.
En este tiempo Litúrgico en el que nos encontramos, sería bueno aprender a “perder el tiempo”, a renunciar un poco al ritmo de vida que llevamos, junto con la intensa actividad a la que nos vemos sometidos día tras día.
Puede que sea el momento de “escarbar” un poco en nuestro interior, de sincerarnos con nosotros mismos, para dejar de proyectar una imagen que nos conduce a ningún sitio.
Tener serenidad y disponibilidad para quienes esperan de ti una palabra, un detalle, algo que nazca del alma, que suene a silencio, a vida, a paz a apertura, a saber reconocer aquello que inquieta nuestro interior, sin echar balones fuera. Aquello que no nos deja ser nosotros mismos sumiéndonos en la superficialidad y egocentrismo.
No nos dejemos vencer por la tentación o actividad, sabiendo hacer de la vida una verdadera ofrenda. Hay ALGUIEN, con mayúsculas, que llama a nuestra puerta cada día y me pregunto: ¿estamos dispuestos a salir abrirle con todas las consecuencias?
Bienaventurados los pobres, los que sufren, los que luchan, los que ya no les quedan lágrimas, bienaventurados….
Es el momento de reconocer nuestras pobrezas nuestras limitaciones y aceptarnos como somos. Sabiendo vivir en libertad, algo que tanto nos cuesta y por supuesto, sabiendo descubrir a lo largo del camino, esas manos que nos tienden pidiendo ayuda, pan, consuelo y que muchas veces rechazamos.
No seamos como aquel que pasó de largo porque era presbítero y pensaba que con eso lo tenía todo solucionado, incluso el Reino de los cielos…
Recuerda: Por vuestras obras os conocerán.
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