Un santo para cada día: 14 de febrero San Valentin: patrón de los enamorados
En el ejercicio de su labor sacerdotal Valentín comenzó a celebrar en secreto matrimonios entre los jóvenes soldados enamorados con sus damas, en las bodegas de las cárceles del Imperio. Al enterarse el emperador de estas prácticas clandestinas lo sentenció a muerte, alegando desobediencia y rebeldía
| Francisca Abad Martín
Nadie podía pensar que un personaje del pasado que vivió en los primeros siglos del cristianismo acabaría siendo un icono en los tiempos de la informática y llegaría a encarnar el ideal universal del amor, nadie podía imaginar que una festividad conmemorativa de una persona en particular se haya convertido en toda una referencia que aglutina a un amplio sector sin distinción de razas, ideología y religiones. Esto es así, aunque detrás de todo esté operando el espíritu consumista alentado por potencias comerciales.
Se dice que San Valentín nació en Interamna Terni, ciudad italiana al norte de Roma, en torno al año 175. Fue ordenado por San Felicio de Foligno, consagrándose por entero a la evangelización, bajo el gobierno del Emperador Claudio II. La vida de Valentín podía compendiarse en una entrega generosa a los demás. Se dedicó a socorrer a los cristianos encarcelados, aún a sabiendas de que con ello se la estaba jugando. No cabía la menor duda de que esta actitud era profundamente evangélica porque “Ubi charitas et amor Deus ibi est”, práctica contagiosa que acabaría siendo imitada. Este fue el mayor milagro de Valentín al que tantos se le atribuyen. A través de su ejemplo, muchos ojos se abrieron, se curaron no pocas cegueras espirituales y hubo quien empezó a comprender la deliciosa grandiosidad que se encierra en el amor y en la entrega al prójimo.
Vivió en el siglo III en Roma, haciéndose famoso en toda la ciudad. Cuentan que se opuso a la orden dada por el emperador Claudio II, quien decidió prohibir la celebración de matrimonios para los jóvenes soldados, considerando que los solteros, sin estar sujetos a una familia, eran mejores soldados, ya que tenían menos ataduras y vínculos sentimentales.
En el ejercicio de su labor sacerdotal Valentín comenzó a celebrar en secreto matrimonios entre los jóvenes soldados enamorados con sus damas, en las bodegas de las cárceles del Imperio. Al enterarse el emperador de estas prácticas clandestinas lo sentenció a muerte, alegando desobediencia y rebeldía. Estuvo algunos días en la cárcel, cargado de cadenas, fue apaleado y por último degollado, posiblemente en secreto y con mucho sigilo por temor a que sus partidarios pudieran soliviantarse. Parece ser que Claudio II no tenía intención de matarlo, pero por influencia de altos funcionarios tuvo que dar la orden. Seguramente fue este sagrado servicio ministerial el que le valió ser reconocido como el patrón de los enamorados. Según otra versión a S. Valentín ha pasado a ser un santo especial vinculado al amor en razón de que su festividad se celebra en una fecha que coincide con el apareamiento de las aves.
Los cristianos tomaron su cuerpo y lo enterraron cerca de la Puerta Flaminia, donde había muerto. Después se la llamó a esta Puerta de San Valentín. Esto ocurrió hacia el año 270. En ese mismo lugar el Papa Julio I construyó en su honor una basílica.
San Valentín antepuso lo que creía que era su deber a su propia vida, ofrendándola por la validación del sacramento del amor. Entre los milagros que de él se cuentan está ése que consistió en dar luz a los ojos de una niña ciega, que tenía adoptada en su casa el lugarteniente del prefecto y que este hecho condicionó el que este hombre, al ser testigo del prodigio, se hiciera cristiano.
Reflexión desde el contexto actual:
Desde el punto de vista popular la fiesta de San Valentín es interpretada como una oportunidad de celebrar el amor y el cariño, independientemente de la religión que se profese. S. Valentín, patrón de los enamorados, nos brinda la ocasión para hablar del AMOR, la palabra más hermosa de todo el diccionario y que nosotros los humanos nos hemos encargado de prostituir y de ensuciar, confundiéndola con la pasión ciega, con el egoísmo, con la conveniencia personal y nos hemos olvidado de que el amor auténtico es entrega, perdón, generosidad, compartir, compromiso, negación de uno mismo; nos hemos olvidado de que el amor es la fuerza que mueve el universo, que el amor es lo único que puede salvarnos, nos hemos olvidado de que “DIOS ES AMOR”.