Pienso que nuestra Iglesia ha recibido a algunos y a ciertos Movimientos "por la puerta ancha" y no por la "angosta"..
Domingo Veinte Y Uno Año Ordinario C. 24.08.2016. (Lucas 13, 22-30).
"Esfuércense por entrar por la puerta angosta, porque yo les digo que muchos tratarán de entrar y no lo lograrán".
"Cuando el dueño de casa se decida a cerrar la puerta, ustedes se quedarán afuera y se pondrán a golpear , diciendo: ¡Señor, ábrenos! Pero él les contestará : No sé de dónde son ustedes".
"Entonces ustedes comenzarán a decir: Nosotros comimos y bebimos contigo, tú enseñaste en nuestras plazas. Pero él les contestará: No sé de dónde son ustedes. ¡Aléjense de mí todos los malhechores!
"Y vendrán hombres de oriente y del poniente, del norte y del sur a tomar parte del festín del Reino de Dios. Pues algunos que ahora son los últimos serán los primeros, y en cambio los que ahora son los primeros serán los últimos".
Para muchos ser cristiano católico es sólo una tradición, ya sea familiar, cultural, social.
Chile es un país de bautizados, por eso las encuestas designan a Chile como un país "católico". Pero, hoy día, al igual que antaño, como el Padre Hurtado, nos preguntamos, ¿es Chile un país verdaderamente católico?
Y nos damos cuenta que, no obstantes ser un país de bautizados, éste sacramento, en muchos casos, no ha sido más que una acto religioso y que forma parte de nuestra mera costumbre cultural, social y costumbre familiar.
Dada estas condiciones, la fe, más que una elección personal, que se asume con lucidez, implicando todo lo que significa en compromisos, es solamente asunto que se hace como algo heredado de familia. Es algo que irremediablemente se hereda desde la vida familiar. Es común oír, en un hogar: "Toca bautizar al niño". Y así sucesivamente: "Toca que el niño haga su primera Comunión", etc. No hay una verdadera toma de conciencia del valor de un don de Dios, un don que hay que abrazar libremente. Nuestro catolicismo (no todo) tiene el peligro de ser una costumbre y tradición más; de ser conformista, reducido a ciertas prácticas, mezcla de costumbre cultural y religiosa familiar y social. Esta visión de nuestra realidad está más o menos descrita por nuestros Obispos de América Latina y el Caribe:
"Los aspectos negativos son de diverso origen. De tipo ancestral: superstición, magia, fatalismo, idolatría del poder, fetichismo y ritualismo. Por deformación de la catequesis: arcaísmo estático, falta de información e ignorancia, reinterpretación sincretista, reduccionismo de la fe a un mero contrato en la relación con Dios.
Amenazas: secularismo difundido por los medios de comunicación social; consumismo; sectas; religiones orientales y agnósticas; manipulaciones ideológicas, económicas, sociales y políticas; mesianismos políticos secularizados; desarraigo y proletarización urbana a consecuencia del cambio cultural. Podemos afirmar que muchos de estos fenómenos son verdaderos obstáculos para la Evangelización". (Puebla 456).
Nuestra realidad nos dice, que muchas veces, la fe no es fruto de una elección decisiva, propia del cristiano, propia de un cristianismo de Iglesia, entre Cristo y yo, entre Cristo y la sociedad.
Me parece, que lo dicho, no sólo se aplica en medios de cierta tradición cultural, familiar y social con rasgos descritos por Puebla, sino también en ciertos Movimientos católicos de cierta connotación en Iglesia católica actual. La Iglesia, que anteriormente tenía reservas con respecto a estos Movimientos, y que en ciertos lugares y diócesis, estaban vetados, hoy se les ha abierto la puerta, y "puerta ancha", contradiciendo el Evangelio de Jesús referente a la "puerta estrecha", creando un catolicismo, "mezcla de peras con manzanas", que incluso, en gran parte hace los problemas y menos credibilidad en la Iglesia actual. Y lo peligroso es que estos Movimientos no adheridos de verdad al Vaticano II, han recibido un poder manipulador al interior de la Iglesia, confundiendo a los fieles, y éstos cuestionan a la jerarquía de la Iglesia que los ha permitido, abriendo la "puerta ancha". En algunos lugares con presencia de integrantes de clero y religiosas de estos Movimientos, he oído exclamar a los fieles, por la escasez de sacerdotes: ¡La necesidad tiene cara de hereje!
Jesús, hoy día, en Evangelio, nos despierta de nuestro adormecimiento, por llamar de alguna forma a nuestra fe deformada. Jesús no quiere esa deformación de nuestra fe. Aceptarla, sería algo así como aceptar "profesionales del catolicismo". Para estos "católicos profesionales" la salvación sería como un derecho adquirido, por tradición familiar, cultural y social. ¡No! La Salvación es una opción personal. Por eso:
"Esfuércense por entrar por la puerta angosta, yo les digo que muchos tratarán de entrar y no lo lograrán".
La salvación llama al esfuerzo de cada uno por "entrar por la puerta angosta", a través de la fidelidad a Cristo y su Ley. Esto debe darse en algún momento de nuestra vida. Cada uno debe convertirse a la fe, a la renuncia de los bienes, a la justicia, a la fraternidad y a la misericordia. Así, habrá más preocupación por católicos de calidad más que de cantidad.
En la salvación no hay un "derecho adquirido" ni hay "privilegios", ni tradiciones familiares. No hay "profesionales del catolicismo". Y esto corresponde o corre para todos: Papa, Cardenales, Obispos, laicos, sacerdotes y religiosas. También todos ellos, deben esforzarse y convertirse para entrar por la "puerta angosta". Los que ponen su confianza en su posición mundana o eclesiástica, "intentarán entrar y no lo lograrán". Y tratarán de insistir presentando algunas "cartas credenciales". Recibirán la respuesta de Dios: "Puerta angosta":
"No sé de dónde son ustedes".
Y Él ante la insistencias de los que se creen seguros y poderosos repetirá:
"No sé de dónde son ustedes. Aléjense de mí todos los malhechores".
La salvación cristiana no se puede equiparar ni justificar por la amistad de un empresario, de un político o de un poderoso, con un obispo o sacerdote, con el contacto y familiaridad con las cosas cristianas o eclesiásticas; no hay "privilegios" para la salvación.
"Pues algunos que ahora son últimos serán los primeros, y en cambio los que ahora son primeros serán los últimos".
Son palabras fuertes de Jesús. Y uno, como los apóstoles, en circunstancias similares podría decir: Entonces, "¿serán pocos los que se salven?"
Si sólo miramos a las exigencias de Cristo para "entrar por la puerta angosta", nos podríamos desalentar, pero "lo que es imposible para los hombres, es posible para Dios".
Más aún, las exigencias de Dios van envueltas en su misericordia y en su amor. Además, Jesús es el Buen Pastor que va delante de nosotros, abriéndonos camino. Y el que sigue a Jesús, sigue al Camino.
Jesús, el Dios hecho Hombre es la "Puerta angosta". Entramos por la "Puerta" no por nuestras influencias y poderes. No entramos por ser los "primeros" en el mundo, ni por ser "privilegiados" del mundo, sino cuando confiamos que Jesús nos introduce por la "puerta", y en nuestra pequeñez lo seguimos. No olvidemos a Jesús Palabra:
"Yo soy la puerta: el que entra por mí está a salvo". (Juan 10,9).
Y otra cosa, que debemos tomar en cuenta, cuando nos desalentamos ante la exigencia de no ser católico del montón:
Jesús nos salvó gratuitamente. Entregó su amor hasta el extremo, muriendo por nosotros y por nuestra salvación. Amén.
Pbro. Eugenio Pizarro Poblete+
"Esfuércense por entrar por la puerta angosta, porque yo les digo que muchos tratarán de entrar y no lo lograrán".
"Cuando el dueño de casa se decida a cerrar la puerta, ustedes se quedarán afuera y se pondrán a golpear , diciendo: ¡Señor, ábrenos! Pero él les contestará : No sé de dónde son ustedes".
"Entonces ustedes comenzarán a decir: Nosotros comimos y bebimos contigo, tú enseñaste en nuestras plazas. Pero él les contestará: No sé de dónde son ustedes. ¡Aléjense de mí todos los malhechores!
"Y vendrán hombres de oriente y del poniente, del norte y del sur a tomar parte del festín del Reino de Dios. Pues algunos que ahora son los últimos serán los primeros, y en cambio los que ahora son los primeros serán los últimos".
Para muchos ser cristiano católico es sólo una tradición, ya sea familiar, cultural, social.
Chile es un país de bautizados, por eso las encuestas designan a Chile como un país "católico". Pero, hoy día, al igual que antaño, como el Padre Hurtado, nos preguntamos, ¿es Chile un país verdaderamente católico?
Y nos damos cuenta que, no obstantes ser un país de bautizados, éste sacramento, en muchos casos, no ha sido más que una acto religioso y que forma parte de nuestra mera costumbre cultural, social y costumbre familiar.
Dada estas condiciones, la fe, más que una elección personal, que se asume con lucidez, implicando todo lo que significa en compromisos, es solamente asunto que se hace como algo heredado de familia. Es algo que irremediablemente se hereda desde la vida familiar. Es común oír, en un hogar: "Toca bautizar al niño". Y así sucesivamente: "Toca que el niño haga su primera Comunión", etc. No hay una verdadera toma de conciencia del valor de un don de Dios, un don que hay que abrazar libremente. Nuestro catolicismo (no todo) tiene el peligro de ser una costumbre y tradición más; de ser conformista, reducido a ciertas prácticas, mezcla de costumbre cultural y religiosa familiar y social. Esta visión de nuestra realidad está más o menos descrita por nuestros Obispos de América Latina y el Caribe:
"Los aspectos negativos son de diverso origen. De tipo ancestral: superstición, magia, fatalismo, idolatría del poder, fetichismo y ritualismo. Por deformación de la catequesis: arcaísmo estático, falta de información e ignorancia, reinterpretación sincretista, reduccionismo de la fe a un mero contrato en la relación con Dios.
Amenazas: secularismo difundido por los medios de comunicación social; consumismo; sectas; religiones orientales y agnósticas; manipulaciones ideológicas, económicas, sociales y políticas; mesianismos políticos secularizados; desarraigo y proletarización urbana a consecuencia del cambio cultural. Podemos afirmar que muchos de estos fenómenos son verdaderos obstáculos para la Evangelización". (Puebla 456).
Nuestra realidad nos dice, que muchas veces, la fe no es fruto de una elección decisiva, propia del cristiano, propia de un cristianismo de Iglesia, entre Cristo y yo, entre Cristo y la sociedad.
Me parece, que lo dicho, no sólo se aplica en medios de cierta tradición cultural, familiar y social con rasgos descritos por Puebla, sino también en ciertos Movimientos católicos de cierta connotación en Iglesia católica actual. La Iglesia, que anteriormente tenía reservas con respecto a estos Movimientos, y que en ciertos lugares y diócesis, estaban vetados, hoy se les ha abierto la puerta, y "puerta ancha", contradiciendo el Evangelio de Jesús referente a la "puerta estrecha", creando un catolicismo, "mezcla de peras con manzanas", que incluso, en gran parte hace los problemas y menos credibilidad en la Iglesia actual. Y lo peligroso es que estos Movimientos no adheridos de verdad al Vaticano II, han recibido un poder manipulador al interior de la Iglesia, confundiendo a los fieles, y éstos cuestionan a la jerarquía de la Iglesia que los ha permitido, abriendo la "puerta ancha". En algunos lugares con presencia de integrantes de clero y religiosas de estos Movimientos, he oído exclamar a los fieles, por la escasez de sacerdotes: ¡La necesidad tiene cara de hereje!
Jesús, hoy día, en Evangelio, nos despierta de nuestro adormecimiento, por llamar de alguna forma a nuestra fe deformada. Jesús no quiere esa deformación de nuestra fe. Aceptarla, sería algo así como aceptar "profesionales del catolicismo". Para estos "católicos profesionales" la salvación sería como un derecho adquirido, por tradición familiar, cultural y social. ¡No! La Salvación es una opción personal. Por eso:
"Esfuércense por entrar por la puerta angosta, yo les digo que muchos tratarán de entrar y no lo lograrán".
La salvación llama al esfuerzo de cada uno por "entrar por la puerta angosta", a través de la fidelidad a Cristo y su Ley. Esto debe darse en algún momento de nuestra vida. Cada uno debe convertirse a la fe, a la renuncia de los bienes, a la justicia, a la fraternidad y a la misericordia. Así, habrá más preocupación por católicos de calidad más que de cantidad.
En la salvación no hay un "derecho adquirido" ni hay "privilegios", ni tradiciones familiares. No hay "profesionales del catolicismo". Y esto corresponde o corre para todos: Papa, Cardenales, Obispos, laicos, sacerdotes y religiosas. También todos ellos, deben esforzarse y convertirse para entrar por la "puerta angosta". Los que ponen su confianza en su posición mundana o eclesiástica, "intentarán entrar y no lo lograrán". Y tratarán de insistir presentando algunas "cartas credenciales". Recibirán la respuesta de Dios: "Puerta angosta":
"No sé de dónde son ustedes".
Y Él ante la insistencias de los que se creen seguros y poderosos repetirá:
"No sé de dónde son ustedes. Aléjense de mí todos los malhechores".
La salvación cristiana no se puede equiparar ni justificar por la amistad de un empresario, de un político o de un poderoso, con un obispo o sacerdote, con el contacto y familiaridad con las cosas cristianas o eclesiásticas; no hay "privilegios" para la salvación.
"Pues algunos que ahora son últimos serán los primeros, y en cambio los que ahora son primeros serán los últimos".
Son palabras fuertes de Jesús. Y uno, como los apóstoles, en circunstancias similares podría decir: Entonces, "¿serán pocos los que se salven?"
Si sólo miramos a las exigencias de Cristo para "entrar por la puerta angosta", nos podríamos desalentar, pero "lo que es imposible para los hombres, es posible para Dios".
Más aún, las exigencias de Dios van envueltas en su misericordia y en su amor. Además, Jesús es el Buen Pastor que va delante de nosotros, abriéndonos camino. Y el que sigue a Jesús, sigue al Camino.
Jesús, el Dios hecho Hombre es la "Puerta angosta". Entramos por la "Puerta" no por nuestras influencias y poderes. No entramos por ser los "primeros" en el mundo, ni por ser "privilegiados" del mundo, sino cuando confiamos que Jesús nos introduce por la "puerta", y en nuestra pequeñez lo seguimos. No olvidemos a Jesús Palabra:
"Yo soy la puerta: el que entra por mí está a salvo". (Juan 10,9).
Y otra cosa, que debemos tomar en cuenta, cuando nos desalentamos ante la exigencia de no ser católico del montón:
Jesús nos salvó gratuitamente. Entregó su amor hasta el extremo, muriendo por nosotros y por nuestra salvación. Amén.
Pbro. Eugenio Pizarro Poblete+