La fe y la ciencia pueden establecer un diálogo fecundo, porque son complementarias y no contradictorias
Tras advertir de que, a través del programa de las jornadas, se iba a reflexionar sobre cómo el pensamiento y la mentalidad evolucionistas han afectado a la Biblia y la teología, el profesor Busto destacó que el avance de los estudios bíblicos se debe, sobre todo, al acercamiento constante y crítico a los textos, y subrayó que los avances tecnológicos e informáticos son de gran ayuda para el investigador.
En su presentación de las jornadas, el Decano de la facultad, Gabino Uribarri, SJ, manifestó que "el paradigma evolutivo también se ha dejado sentir, de diversos modos, en la teología y en el estudio de la Sagrada Escritura". "La potencia del paradigma evolutivo es tal -continuó el Decano-, que nos ha parecido conveniente atender al menos a tres vertientes del mismo, que muestran la interacción entre Biblia, teología y evolución". En función de esa pretensión, el programa se proponía abordar, por un lado, si las tesis de Darwin son o no compatibles con la interpretación bíblica y teológica; por otro, la influencia del paradigma evolutivo en el proceso de composición de la Sagrada Escritura y de una escuela potente de pensamiento, como lo fue la paulina, y, por último, sobre el enfoque evolutivo que se puede aplicar a la lectura e interpretación de los profetas.
Las primeras conferencias se centraron en las partes fundamentales del Antiguo Testamento. Félix García López, profesor de la Universidad Pontificia de Salamanca, inauguró el turno de ponencias con el tema "La evolución en la comprensión del Pentateuco", con el que hizo un breve repaso por los distintos estadios de la investigación de los primeros cinco libros de la Biblia, abarcando desde las teorías clásicas, que explicaban su composición, hasta las propuestas exegéticas más actuales, destacando su relevancia bíblica y teológica: "Tal vez no sea éste el momento más adecuado para pensar en un nuevo paradigma, sino que estemos disfrutando de un paraíso en el que convivan todas las lecturas". Antes de concluir, García López recordó que la única lectura no avalada es la literal, por fundamentalista.
Horacio Simian-Yofre, del Pontificio Istituto Biblico, de Roma, se acercó a "La evolución de la lectura e investigación de los libros proféticos", y planteó la dificultad de llegar a un acuerdo para dilucidar las circunstancias históricas de la composición de dichas obras. Los nuevos estudios renuncian a dar un perfil biográfico de los profetas y, en su lugar, abogan por otorgar más importancia teológica al contenido de las profecías desde un acercamiento canónico, si bien hay que explicar cuidadosamente su alcance.
Dos conferencias hicieron hincapié en el diálogo de la Biblia con la ciencia, centrándose especialmente en el libro del Génesis y a propósito del segundo centenario del nacimiento de Charles Darwin y del 150 aniversario de la publicación de su libro El origen de las especies. El profesor Jean-Pierre Sonnet, SJ, de la Pontificia Università Gregoriana, de Roma, resaltó la vocación científica a la que todo ser humano está llamado, pues posee una "racionalidad luminosa" que ha de entrar en contacto con un mundo que ha sido articulado por el "suave dominio de la palabra divina". Invitó, además, a "comprometerse a defender e ilustrar la responsabilidad científica del hombre en el mundo que le ha sido confiado". En su intervención, Sonnet hizo un análisis literario y semántico del Genésis 1: "Este capítulo no sanciona que la ciencia divina y la ciencia del hombre se hagan competencia. La vocación científica del hombre -añadió- se formula en momentos de cercanía inmediata de Dios al hombre".
La segunda conferencia, a cargo de Monseñor Raúl Berzosa Martínez, Administrador Apostólico de la Diócesis de Oviedo, tuvo como tema central la discutida cuestión de "creación o evolución". El conferenciante resaltó la posibilidad de diálogo fecundo entre fe y ciencia, que bajo ninguna razón se han de entender como contradictorias, sino como complementarias. Para Berzosa, "la teoría de la evolución no difiere de lo narrado en el Génesis, aunque sí lo hace en la manera de narrarlo". Su postura no es la del creacionismo fundamentalista, según la cual Dios ha creado todo como existe; ni la del transformismo darwiniano, ni la de un evolucionismo cerrado y ateo. Por el contrario, el ponente defendió el evolucionismo moderado y abierto, o creación evolutiva o continuada, tal como se puede leer ya en el Génesis, en el pensamiento de San Agustín y en algunos clásicos árabes.
Monseñor Berzosa se manifestó partidario de la antropía (de la aparición cargada de sentido de la vida y del hombre) y no de la entropía y del azar, como si todo apareciese por casualidad. Recordó que el propio Darwin se mostraba respetuoso con el hecho religioso, cuando afirmaba, en El origen de las especies: "No veo ninguna razón válida para que las razones expuestas en este libro hieran los sentimientos religiosos de nadie". Finalmente, el conferenciante aportó un decálogo, a modo de credo del creyente sobre el hecho de la evolución, en el que, entre otras cosas, se dice: "Ante una concepción de lo religioso como algo desfasado y no científico (e incluso perjudicial para la humanidad), abogamos por un respeto y un estudio serio e interdisciplinar que haga justicia y valore el fenómeno religioso en general, y a las religiones en particular, más allá de episodios histórico-puntuales negativos".
El análisis de las partes fundamentales del Nuevo Testamento lo inició el profesor de la Universidad Pontificia de Salamanca, Santiago Guijarro Oporto, gran conocedor de la tradición evangélica y sus fuentes. Defendió la utilización de un modelo biográfico, tal y como lo entendían los antiguos, para la elaboración de los Evangelios. Resaltó que el interés fundamental de los textos evangélicos no es hacer una presentación de las enseñanzas de Jesús, sino que se interesan por su persona, intentando mostrar su identidad. Por eso, Guijarro defiende que no debe extrañarnos que los relatos de los evangelistas varíen, sin que por ello se altere el núcleo fundamental: la persona de Jesús el Cristo.
El segundo gran núcleo del Nuevo Testamento, el denominado pensamiento paulino, fue desarrollado por Francisco Ramírez Fueyo, SJ, profesor de Comillas, cuya intervención se centró especialmente en las Cartas Pastorales. En su opinión, estas cartas no son obra de San Pablo, y en ellas reconoce una evolución respecto al pensamiento del apóstol de los gentiles. Para argumentar esta evolución, presentó varios ejemplos concretos, entre los que destacan la organización eclesial, el puesto de las mujeres en la comunidad o la esclavitud. Con respecto a esta última, según Ramírez Fueyo, Pablo nunca dijo que había que abolirla, pero da a entender que no es compatible con la vida cristiana; mientras que en las Cartas Pastorales se admite la esclavitud. Otro elemento diferenciador entre las Cartas Paulinas y las Pastorales es que éstas últimas, al contrario de las anteriores, se presentan como apocalípticas del final de los tiempos, como apuntó el profesor Ramírez Fueyo durante el coloquio.
Los profesores de la Facultad de Teología Gabino Uríbarri, SJ, actual Decano del centro, y Santiago Madrigal, SJ, el Decano anterior, se encargaron de establecer, en una mesa redonda, el punto de unión entre la investigación exegética y la labor teológico-dogmática. Con el título "La recepción en la cristología de los estratos de redacción de los evangelios", Uríbarri propuso una triple labor para no cercenar los Evangelios en la elaboración cristológica: en primer lugar, "no prescindir de los Evangelios tal como nos han llegado"; segundo, "incorporar la valoración de las distintas fases de formación del texto", y tercero, "comprender su proceso de composición como una maduración y profundización manteniendo el núcleo fundamental".
Madrigal habló de los fundamentos neotestamentarios del origen y comienzo de la Iglesia, destacando su anclaje en textos concretos del Nuevo Testamento, además de "atender a la preparación histórica en el judaísmo" y a su "apertura a los gentiles", de manera que la Iglesia se comprenda como el Nuevo Israel convocado de entre los judíos y los gentiles.
Al clausurar las jornadas, el Rector de la universidad señaló que "lo que hemos aprendido es que, en el fondo, siempre está Dios", y dio las gracias a los ponentes porque, con sus intervenciones, nos han ayudado a aprender a pensar.