Tiene presente, una vez más, "a la atormentada Ucrania, siempre en nuestros corazones" Francisco recuerda a Benedicto, que decía que "la Iglesia no hace proselitismo, crece mucho más por atracción"
"El Espíritu Santo la plasma en salida, para que no se doble sobre sí misma, sino que sea extrovertida, testigo contagiosa de Jesús"
"La misión es el oxígeno de la vida cristiana: la tonifica y la purifica"
"¿Es de los nuestros o no es de los nuestros? Esta no es la mirada de Jesús"
"¿Estamos sentados esperando que la gente venga o sabemos levantarnos, ponernos en camino con los otros, buscar a los otros?"
no debemos esperar ser perfectos y tener hecho un largo camino detrás de Jesús para testimoniarlo
"¿Es de los nuestros o no es de los nuestros? Esta no es la mirada de Jesús"
"¿Estamos sentados esperando que la gente venga o sabemos levantarnos, ponernos en camino con los otros, buscar a los otros?"
no debemos esperar ser perfectos y tener hecho un largo camino detrás de Jesús para testimoniarlo
no debemos esperar ser perfectos y tener hecho un largo camino detrás de Jesús para testimoniarlo
El Papa Francisco inicia un nuevo ciclo de catequesis en torno “al celo misionero”, porque “la misión es el oxígeno de la vida cristiana: la tonifica y la purifica”. Y Bergoglio comienza el ciclo catequético por el Nuevo Tesztamento, en concreto, por la llamada de Jesús al evangelista Mateo que explica en tres palabras: mirada, movimiento y meta. Para aterrizar la catequesis, el Papa lanza estas dos punzantes preguntas a la Iglesia y a los católicos: “¿Es de los nuestros o no es de los nuestros? Esta no es la mirada de Jesús” y “¿estamos sentados esperando que la gente venga o sabemos levantarnos, ponernos en camino con los otros, buscar a los otros?”.
Francisco también hizo dos referencias al recientemente fallecido Papa Benedicto. Primero, para recordar una de sus célebres frases: «la Iglesia no hace proselitismo. Crece mucho más por “atracción”». Y la segunda, en su saludo a los polacos, Francisco recordó: “En los últimos días hemos dado gracias a Dios por la persona, la enseñanza y el ejemplo del Papa emérito Benedicto XVI. Que su fe os estimule en vuestro crecimiento espiritual”.
Y, como viene siendo habitual, el Papa tampoco olvidó hoy “a la atormentada Ucrania, siempre en nuestros corazones; a este pueblo que experimenta crueles sufrimientos le expresamos nuestro afecto, nuestra cercanía y nuestras oraciones”
Catequesis del Papa
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Empezamos hoy un nuevo ciclo de catequesis, dedicado a un tema urgente y decisivo para la vida cristiana: la pasión por la evangelización, es decir el celo apostólico. Se trata de una dimensión vital para la Iglesia: la comunidad de los discípulos de Jesús de hecho nace apostólica, misionera, no proselitista. No es lo mismo. El Espíritu Santo la plasma en salida, para que no se doble sobre sí misma, sino que sea extrovertida, testigo contagiosa de Jesús, llegando a irradiar su luz hasta los confines de la tierra. Pero puede suceder que el ardor apostólico, el deseo de alcanzar a los otros con el buen anuncio del Evangelio, disminuya y se torne tibio. A veces parece eclipsarse.
Pero cuando la vida cristiana pierde de vista el horizonte del anuncio, se enferma: se cierra en sí misma, se vuelve autorreferencial, se atrofia. Sin celo apostólico, la fe se marchita. Sin embargo, la misión es el oxígeno de la vida cristiana: la tonifica y la purifica. Emprendemos entonces un camino al descubrimiento de la pasión evangelizadora, empezando por las Escrituras y la enseñanza de la Iglesia, para obtener de las fuentes el celo apostólico. Después nos asomaremos a algunas fuentes vivas, a algunos testimonios que han encendido de nuevo en la Iglesia la pasión por el Evangelio, para que nos ayuden a reavivar el fuego que el Espíritu Santo quiere hacer arder siempre en nosotros.
Quisiera empezar por un episodio evangélico de alguna manera emblemático: la llamada del apóstol Mateo, que hemos escuchado, así como él mismo lo cuenta en su Evangelio (cfr 9,9-13). Todo empieza por Jesús, el cual “ve” – dice el texto – «un hombre». Pocos veían a Mateo tal y como era: lo conocían como aquel que estaba «sentado en el despacho de impuestos» (v. 9). De hecho, era un recaudador de impuestos: es decir, uno que recaudaba tributos de parte del imperio romano que ocupaba Palestina. En otras palabras, era un colaboracionista, un traidor del pueblo. Podemos imaginar el desprecio que la gente sentía por él: era un “publicano”.
Pero, a los ojos de Jesús, Mateo es un hombre, con sus miserias y su grandeza. Y mientras entre Mateo y su gente hay distancia, Jesús se acerca a él, porque todo hombre es amado por Dios. Esta mirada, que ve al otro, sea quien sea, como un destinatario de amor, es el inicio de la pasión evangelizadora. Todo parte de esta mirada, que aprendemos de Jesús. Podemos preguntarnos: ¿cómo es nuestra mirada hacia los otros? ¡Cuántas veces vemos los defectos y no las necesidades; cuántas veces etiquetamos a las personas por lo que hacen o piensan! También como cristianos nos decimos: ¿es de los nuestros o no es de los nuestros? Esta no es la mirada de Jesús: Él mira siempre a cada uno con misericordia y predilección. Y los cristianos están llamados a hacer como Cristo, mirando como Él especialmente a los llamados “alejados”. De hecho, el pasaje de la llamada de Mateo se concluye con Jesús que dice: «No he venido a llamar a justos, sino a pecadores» (v. 13). El se avecina a nuestras miserias, para curarlas.
Por tanto, todo empieza por la mirada de Jesús. A esto le sigue – segundo paso – un movimiento. Mateo estaba sentado en el despacho de los impuestos; Jesús le dijo: «Sígueme». Y él «se levantó y le siguió» (v. 9). Notamos que el texto subraya que “se levantó”. ¿Por qué es tan importante este detalle? Porque en esa época quien estaba sentado tenía autoridad sobre los otros, que estaban de pie delante de él para escucharlo o, como en ese caso, para pagar el tributo. Quien estaba sentado, en resumen, tenía poder.
Lo primero que hace Jesús es separar a Mateo del poder: del estar sentado recibiendo a los otros le pone en movimiento hacia los otros; le hace dejar una posición de supremacía para ponerlo a la par con los hermanos y abrirle los horizontes del servicio. Esto hace Cristo y esto es fundamental para los cristianos: nosotros discípulos de Jesús, nosotros Iglesia, ¿estamos sentados esperando que la gente venga o sabemos levantarnos, ponernos en camino con los otros, buscar a los otros? Ve tú a buscarlos, da tu el primer paso.
Una mirada, un movimiento y, finalmente, una meta. Después de haberse levantado y haber seguido a Jesús, ¿dónde irá Mateo? Podríamos imaginar que, cambiada la vida de ese hombre, el Maestro le conduzca hacia nuevos encuentros, nuevas experiencias espirituales. No, o al menos no enseguida. En primer lugar Jesús va a su casa; ahí Mateo le prepara «un gran banquete», en el que «había un gran número de publicanos» (Lc 5,29). Mateo vuelve a su ambiente, pero vuelve cambiado y con Jesús. Su celo apostólico no empieza en un lugar nuevo, puro e ideal, sino ahí donde vive, con la gente que conoce.
Este es el mensaje para nosotros: no debemos esperar ser perfectos y tener hecho un largo camino detrás de Jesús para testimoniarlo; nuestro anuncio empieza hoy, ahí donde vivimos. Y no empieza tratando de convencer a los otros, sino testimoniando cada día la belleza del Amor que nos ha mirado y nos ha levantado. Como de hecho nos ha enseñado el Papa Benedicto, «la Iglesia no hace proselitismo. Crece mucho más por “atracción”» (Homilía en la misa inaugural de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, Aparecida, 13 de mayo de 2007). No olvidemos esto. Cuando veáis cristianos que hacen proselitismo, no son cristianos. Son paganos travestidos de cristianos. La Iglesia crece por atracción. Unas monjas de un hospital de Buenos Aires se fueron y vinieron otra comunidad de Corea. No hablaban ni una palabra de español. Con la mirada les hablaban a los enfermos. Comunicar a Jesús, no a nosotros mismos.
Este testimonio atractivo y alegre es la meta a la que nos lleva Jesús con su mirada de amor y con el movimiento de salida que su Espíritu suscita en el corazón. ¿Nuestra mirada es como el de Jesús, para atraer a la gente a la Iglesia?
Saludo en español
Queridos hermanos y hermanas:
En esta catequesis comenzamos un nuevo argumento: la pasión por la evangelización o, dicho de otro modo, el celo apostólico. Una dimensión esencial de la Iglesia es ser misionera, salir a irradiar a todos la luz del mensaje evangélico. Cuando esta dimensión se pierde, la comunidad se enferma, se cierra en sí misma y se atrofia.
Hoy reflexionamos sobre la conversión de Mateo, en particular sobre tres elementos que podemos distinguir en este relato del Evangelio. Todo comenzó cuando Jesús vio a un hombre, Mateo, y no lo juzgó por lo que hacía —era un publicano— sino por su realidad íntima, con sus virtudes y sus defectos.
Al llamarlo, Mateo se levantó, dejó su puesto de autoridad y sus seguridades, y se puso a disposición de Jesús, en una actitud de servicio a los demás. Después de su conversión, Mateo no se fue a un lugar lejano e idílico, sino que regresó a su casa. Al volver, ya no era el mismo. El encuentro con Jesús lo había cambiado, convirtiéndolo en un auténtico testigo de la alegría del Evangelio.
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española. Pidamos a Dios la valentía de Mateo, para que, también nosotros, al sentir la mirada del Maestro —que nos interpela y nos descubre cómo somos— seamos capaces de alzarnos de nuestra postración y ser sus testigos en nuestra vida cotidiana. Que Jesús los bendiga y la Virgen Santa los cuide. Muchas gracias.
Saludo en polaco
Saludo cordialmente a los polacos. En los últimos días hemos dado gracias a Dios por la persona, la enseñanza y el ejemplo del Papa emérito Benedicto XVI. Que su fe os estimule en vuestro crecimiento espiritual, basado en la verdad del Evangelio y en el amor fraterno, testimoniado en la familia, en el ambiente de trabajo y en la vida social. Os bendigo de corazón.
Saludo en italiano
Y no olvidemos a la atormentada Ucrania, siempre en nuestros corazones; a este pueblo que experimenta crueles sufrimientos le expresamos nuestro afecto, nuestra cercanía y nuestras oraciones.
Y Francisco concluye la audiencia, rezando y pidiendo a los presentes que recen por Ucrania, ante la Virgen de Bielorrusia.
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