El Papa ha alertado de una " visión demasiado angelical" de la Iglesia y ha abogado por llevar a cabo un estudio de sus "manchas", en una carta publicada este jueves en la que llama a renovar el estudio de la Historia de la Iglesia.
En el documento publicado este jueves, recogido por Europa Press, el Pontífice pide que la Historia de la Iglesia sea "amada y estudiada como una madre, tal como es" y previene de una "visión demasiado angelical de la Iglesia" que ignora "sus manchas y arrugas".
Reconoce, en este sentido, que a veces en la Iglesia hay "nombres problemáticos" que deben mostrarse "sin olvidos, omisiones ni simplificaciones". En concreto, Francisco menciona la genealogía de Jesús, relatada en el Evangelio de Mateo, "consistente en la historia verdadera, donde hay algunos nombres problemáticos, por no decir otra cosa".
Del mismo modo, asegura que la Iglesia no ignora que, entre sus miembros, clérigos y laicos, "ha habido quienes no fueron fieles al Espíritu de Dios". Sin embargo, pide que los seminaristas --sea cual sea el juicio que la historia haga de tales faltas-- sean conscientes "de ellas y combatirlas enérgicamente para que la difusión del Evangelio no se vea perjudicada".
El Papa llama así a ayudar a los sacerdotes a "interpretar mejor la realidad social" porque "nadie puede saber realmente quién es y qué pretende ser mañana sin alimentar el vínculo que le une a las generaciones que le preceden".
El Pontífice también pide desconfiar de quienes proponen "ignorar" el pasado y la experiencia de los mayores. "Así funcionan las ideologías de distinto color, que destruyen todo lo que es diferente", afirma. "No hay que dejarse anestesiar por la banalidad", alerta el Papa, que concibe en un marco más amplio la memoria del pasado como un mecanismo para construir un futuro fraterno.
Francisco también deja claro el enfoque que deben tener la dinámica académica de la Historia de la Iglesia que no debe limitarse a una perspectiva "meramente cronológica" ni a un "reduccionismo global" incapaz de dialogar "con la realidad viva". Subraya así la importancia de educar a los estudiantes en la correcta investigación de las fuentes, para convertir el aprendizaje en "pasión e implicación".
El estudio, en la visión del Papa, mantiene viva "la llama de la conciencia colectiva", desprendiéndose de los recuerdos individuales ligados "al propio interés o a las propias emociones, sin una verdadera conexión con la comunidad humana y eclesial en la que vivimos". "Se consigue así tejer una relación con la realidad que llama a la responsabilidad ética, al compartir, a la solidaridad", insiste.
Además, Francisco asegura que la Iglesia aprende de esta manera de sus errores y se reconoce a sí misma "incluso en sus momentos oscuros" curando sus propias heridas y las del mundo en el que vive.
Asimismo, observa el Papa que hay que contrarrestar el "borrado del pasado y de la historia o las narrativas históricas tendenciosas". Un problema que a su juicio se agrava aún más "si pensamos en historias prefabricadas cuidadosa y encubiertamente que sirven para construir memorias ad hoc, memorias identitarias y memorias excluyentes".
Así, insta a que el estudio de la realidad, pasada o presente no ceda a " simplificaciones ingenuas y peligrosas". Si el juicio sobre "momentos horrendos" y "personas muy oscuras" se delega a través de "los medios de comunicación, las redes sociales o simplemente por interés político, siempre estaremos expuestos a la irracionalidad de la ira o la emoción", concluye.
Finalmente, el Papa pide no dejar en el olvido acontecimientos como la Shoah, los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki y tantas otras plagas "hacen que nos avergoncemos de ser humanos". A su juicio, son recuerdos que hay que rememorar "sin anestesia" y sin caer en la tentación de descartarlos con el argumento de "ha pasado mucho tiempo" y "debemos mirar hacia adelante". "Sin memoria nunca se avanza, no se crece sin una memoria intacta y luminosa", ha aseverado.