Su exsecretario reconoce el dolor que le causó a Ratzinger ser acusado de encubridor Gänswein: “Benedicto XVI vio que los abusos no eran un problema menor a esconder bajo la alfombra”
"Durante estas discusiones, que se prolongaron durante varios años, el entonces prefecto Joseph Ratzinger apoyó un papel importante. Reconoció y desarrolló la comprensión de que los abusos no eran un problema menor que se podía esconder bajo la alfombra, sino un crimen contra las personas, la fe y la Iglesia”
“Cuando en 2022 apareció el llamado Informe de Múnich, contactaron con el Papa emérito y le preguntaron si participaría. Inmediatamente respondió: ‘Por supuesto que participaré. No tengo nada que ocultar’. Luego vino la presentación del informe sobre abusos. Nunca lo olvidaré, fue mi peor momento. Ver cómo lo trataban y lo que se decía realmente lo sacudió. Me puso muy triste”
En aquella denuncia se aseguraba que el entonces arzobispo había asistido a una reunión en la que se abordaba el traslado del sacerdote acusado, cosa que desde el entorno de Benedicto XVI se negó. “Hubo un error”, reconoce Gänswein
En aquella denuncia se aseguraba que el entonces arzobispo había asistido a una reunión en la que se abordaba el traslado del sacerdote acusado, cosa que desde el entorno de Benedicto XVI se negó. “Hubo un error”, reconoce Gänswein
Benedicto XVI “reconoció y desarrolló la comprensión de que los abusos no eran un problema menor que se podía esconder bajo la alfombra, sino un crimen contra las personas, la fe y la Iglesia”. Lo asegura quien se convirtió en su sombra durante más de dos décadas, quien fuera su secretario personal, el arzobispo Georg Gänswein.
El recientemente nombrado por el papa Francisco nuncio en los Países Bálticos fue el invitado de honor del primer 'Benedikt XVI Forum', un evento en memoria de Joseph Ratzinger celebrado del 12 al 14 de julio en la ciudad alemana de Altötting, donde se enclava un santuario mariano que, como señaló en entrevista con el canal EWTN, realizada en directo ante centenares de fieles congregados para celebrar el legado de Benedicto XVI, “era su hogar espiritual”.
Preguntado por cómo abordó Ratzinger la cuestión de los abusos en el seno de la Iglesia católica, Gänswein aseguró que “apoyó un papel importante en la lucha contra los espinosos problemas de los abusos desde su estancia en Roma”.
“El problema de los abusos llegó a la palestra a principios de los años 90 en Estados Unidos. La cuestión era cómo abordarlo. En aquel momento, era algo totalmente nuevo e inaudito. No había directrices claras. Los cardenales estadounidenses vinieron a Roma para debatir con la curia y el papa Juan Pablo II sobre una solución y un enfoque adecuado al problema”, rememora el arzobispo, que fue llamado por el cardenal Ratzinger en 1996 para ayudarle en la entonces Congregación para la Doctrina de la Fe.
"Crimen contra las personas, la fe y la Iglesia”
“El objetivo era también prevenir futuros abusos. Durante estas discusiones, que se prolongaron durante varios años, el entonces prefecto Joseph Ratzinger apoyó un papel importante. Reconoció y desarrolló la comprensión de que los abusos no eran un problema menor que se podía esconder bajo la alfombra, sino un crimen contra las personas, la fe y la Iglesia”.
Denuncias de abusos de las que tampoco se libraría Ratzinger, y que se formalizaron a través de una denuncia -ya siendo Papa emérito- en la que se le acusaba de encubrir a un sacerdote abusador durante su etapa como arzobispo de Múnich y Frisinga, entre 1977 y 1982.
“Cuando en 2022 apareció el llamado Informe de Múnich, contactaron con el Papa emérito y le preguntaron si participaría. Inmediatamente respondió: ‘Por supuesto que participaré. No tengo nada que ocultar’. Luego vino la presentación del informe sobre abusos. Nunca lo olvidaré, fue mi peor momento. Ver cómo lo trataban y lo que se decía realmente lo sacudió. Me puso muy triste”.
"Fue un error, no una mentira"
En aquella denuncia se aseguraba que el entonces arzobispo había asistido a una reunión en la que se abordaba el traslado del sacerdote acusado, cosa que desde el entorno de Benedicto XVI se negó. “Hubo un error”, reconoce Gänswein.
“Benedicto XVI inmediatamente quiso abordar esto y me pidió que emitiera una declaración en la que lamentaba el error. De hecho, había estado presente en cierta reunión en la que nuestra respuesta decía que no estaba, pero fue un error, no una mentira. Se disculpó por ello. Era un asunto de hace 40 años, 1980, y uno de los 20 puntos de la agenda. La pregunta era si un sacerdote en particular de la zona del Ruhr podía quedarse en una parroquia de Múnich mientras asistía a terapia. La respuesta fue sí, pero no se dijo nada sobre lo que estaba sucediendo ni se podía saber qué había detrás. Que después, de esa situación, surgió algo cruel fue posterior a la época de Ratzinger. Todo eso vino después. Pero se presentó como si hubiera sucedido bajo su mandato”, concluye el secretario.