Recuerda el Holocausto y pide que no se olvide "el horror de esta página negra de la Historia" El Papa reza para que Ucrania “pueda ver florecer la fraternidad y superar las heridas, los miedos y las divisiones”
"El sueño simboliza la vida espiritual de cada uno de nosotros, ese espacio interior, que cada uno está llamado a cultivar y custodiar, donde Dios se manifiesta y a menudo nos habla"
"Está también la voz del maligno que quiere engañarnos y confundirnos"
"Pienso en este momento en muchas personas que están aplastadas por el peso de la vida y ya no logran ni esperar ni rezar"
El Papa reconoce que tiene un problema en la pierna derecha: "Es una cosa pasajera, que dicen que sólo le pasa a los viejos, no sé por qué me pasa a mí”
"Pienso en este momento en muchas personas que están aplastadas por el peso de la vida y ya no logran ni esperar ni rezar"
El Papa reconoce que tiene un problema en la pierna derecha: "Es una cosa pasajera, que dicen que sólo le pasa a los viejos, no sé por qué me pasa a mí”
En su ciclo catequético sobre San José, el Papa Francisco se detiene en su faceta de “hombre que sueña”. Y tras explicar los cuatro sueños de José, asegura que “el sueño simboliza la vida espiritual de cada uno de nosotros” y, en ellos, escuchamos la voz de Dios, pero también “la voz del maligno que quiere engañarnos y confundirnos”. Según el Papa, todas las dificultades de la vida, incluidas las atravesadas por el miedo, necesitan la oración, incluso y sobre todo “en este momento en muchas personas que están aplastadas por el peso de la vida y ya no logran ni esperar ni rezar”.
Francisco tiene presente especialmente las enormes dificultades de tantos padres con sus hijos enfermos graves, “con orientaciones sexuales diversas”, accidentados y castigados por todo tipo de males en la vida y les pide: “Nunca condenéis a vuestros hijos”.
Tras la catequesis y los saludos, el Papa pide a los presentes unirse en oración por Ucrania. “Para que que esa tierra pueda ver florecer la fraternidad y superar las heridas, los miedos y las divisiones” y para que las oraciones “toquen las mentes y los corazones de los responsables en la tierra, para que hagan prevalecer el diálogo y antepongan el bien de todos a los intereses particulares”.
Saludo en italiano
“Mañana se celebra la Jornada por la memoria de las víctimas del Holocausto. Es necesario recordar el exterminio de millones de judíos y de personas de distintas nacionalidades y credos religiosos. No debe volver a repetirse esta indecible crueldad. Hago un llamamiento a todos, especialmente a los educadores y a las familias, para que favorezcan en las nuevas generaciones la consciencia del horror de esta página negra de la Historia, que nunca sea olvidada, para que se pueda construir un futuro, donde la dignidad humana no sea nunca pisoteada”.
“Hoy no podré ir a saludarles, porque tengo un problema en la pierna derecha, pero bajaré y ustedes pasan a saludarme. Es una cosa pasajera, que dicen que sólo le pasa a los viejos, no sé por qué me pasa a mí”.
Catequesis del Papa en la audiencia general
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Hoy quisiera detenerme en la figura del San José como hombre que sueña. En la Biblia, como en las culturas de los pueblos antiguos, los sueños eran considerados un medio a través del cual Dios se revelaba.[1] El sueño simboliza la vida espiritual de cada uno de nosotros, ese espacio interior, que cada uno está llamado a cultivar y custodiar, donde Dios se manifiesta y a menudo nos habla. Pero también debemos decir que dentro de cada uno de nosotros no está solo la voz de Dios: hay muchas otras voces.
Por ejemplo, las voces de nuestros miedos, de las experiencias pasadas, de las esperanzas; y está también la voz del maligno que quiere engañarnos y confundirnos. Por tanto, es importante lograr reconocer la voz de Dios en medio de las otras voces. José demuestra que sabe cultivar el silencio necesario y, sobre todo, tomar las decisiones justas delante de la Palabra que el Señor le dirige interiormente. Nos hará bien hoy retomar los cuatro sueños narrados en el Evangelio y que le tienen a él como protagonista, para entender cómo situarnos ante la revelación de Dios.
En el primer sueño (cfr Mt 1,18-25), el ángel ayuda a José a resolver el drama que le asalta cuando se entera del embarazo de María: «No temas tomar contigo a María tu mujer porque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados» (vv. 20-21). Su respuesta fue inmediata: «Despertado José del sueño, hizo como el Ángel del Señor le había mandado» (v. 24). Muchas veces la vida nos pone delante de situaciones que no comprendemos y parece que no tienen solución. Rezar, en esos momentos, significa dejar que el Señor nos indique cuál es la cosa justa para hacer. De hecho, muy a menudo es la oración la que hace nacer en nosotros la intuición de la salida. Queridos hermanos y hermanas, el Señor nunca permite un problema sin darnos también la ayuda necesaria para afrontarlo.
El segundo sueño revelador de José llega cuando la vida del niño Jesús está en peligro. El mensaje está claro: «Levántate, toma contigo al niño y a su madre y huye a Egipto; y estate allí hasta que yo te diga. Porque Herodes va a buscar al niño para matarle» (Mt 2,13). José, sin dudarlo, obedece: «Él se levantó, tomó de noche al niño y a su madre, y se retiró a Egipto; y estuvo allí hasta la muerte de Herodes» (vv. 14-15). En la vida experimentamos peligros que amenazan nuestra existencia o la de los que amamos. En estas situaciones, rezar quiere decir escuchar la voz que puede hacer nacer en nosotros la misma valentía de José, para afrontar las dificultades sin sucumbir.
En Egipto, José espera la señal de Dios para poder volver a casa; y es precisamente este el contenido del tercer sueño. El ángel le revela que han muerto los que querían matar al niño y le ordena que salga con María y Jesús y regrese a la patria (cfr Mt 2,19-20). José «se levantó, tomó consigo al niño y a su madre, y entró en tierra de Israel» (v. 21). Pero precisamente durante el viaje de regreso, «al enterarse de que Arquelao reinaba en Judea en lugar de su padre Herodes, tuvo miedo de ir allí» (v. 22).
Y ahí está la cuarta revelación: «y avisado en sueños, se retiró a la región de Galilea, y fue a vivir en una ciudad llamada Nazaret» (vv. 22-23). También el miedo forma parte de la vida y también este necesita de nuestra oración. Dios no nos promete que nunca tendremos miedo, sino que, con su ayuda, este no será el criterio de nuestras decisiones. José siente el miedo, pero Dios lo guía también a través de él. El poder de la oración hace entrar la luz en las situaciones de oscuridad.
Pienso en este momento en muchas personas que están aplastadas por el peso de la vida y ya no logran ni esperar ni rezar. Que San José pueda ayudarles a abrirse al diálogo con Dios, para reencontrar luz, fuerza y ayuda. Pienso también ellos padres ante los problemas de los hijos. Hijos enfermos, con enfermedades graves. Padres que ven orientaciones sexuales diversas en los hijos, cómo gestionar esto y acompañar a los hijos. Sin condenas. Padres que ven a los hijos que se van por una enfermedad o hijos que tiene accidentes. Padres que ven a sus hijos que no salen adelante en la escuela...Tantos problemas de los padres. Pensad siempre en el Señor y pedid ayuda a San José. Nunca condenéis a vuestros hijos. Me producía ternura cuando iba en autobús y pasaba delante de la cárcel y veía la cola de los que esperaban para visitarlos: qué ternura tantas madres que nunca dejaban solo a sus hijos presos. Valentía de padres y madres que acompañan a sus hijos siempre.
Pero la oración nunca es un gesto abstracto o intimista, siempre está indisolublemente unida a la caridad. Solo cuando unimos a la oración el amor por el prójimo logramos comprender los mensajes del Señor. José rezaba y amaba, y por esto recibió siempre lo necesario para afrontar las pruebas de la vida. Encomendémonos a él y a su intercesión.
San José, hombre que sueña,
enséñanos a recuperar la vida espiritual
como el lugar interior en el que Dios se manifiesta y nos salva.
Quita de nosotros el pensamiento de que rezar es inútil;
ayuda a cada uno de nosotros a corresponder a lo que el Señor nos indica.
Que nuestros razonamientos estén irradiados por la luz del Espíritu,
nuestro corazón alentado por Su fuerza
y nuestros miedos salvados por Su misericordia. Amén.
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[1] Cfr Gen 20,3; 28,12; 31,11.24; 40,8; 41,1-32; Nm 12,6; 1 Sam 3,3-10; Dn 2; 4; Jb 33,15.
Saludo en español
Queridos hermanos y hermanas:
En la catequesis de hoy reflexionamos sobre san José como hombre que sueña. Los sueños simbolizan la vida espiritual de cada persona, ese espacio interior donde Dios se manifiesta y nos habla. Pero en nuestro interior también hay otras voces, que pueden condicionarnos y confundirnos —por ejemplo, nuestros miedos—, por eso es importante aprender a hacer silencio, como san José, para reconocer la voz de Dios y discernir lo que Él nos quiere revelar.
El Evangelio menciona cuatro sueños que tuvieron a José como protagonista. Escuchando la Palabra que Dios le dirigía por medio de esos sueños, y respondiendo a ella con obediencia y docilidad, José encontró la fuerza y la valentía necesarias para poder afrontar las dificultades. También nosotros, por medio de la oración, aunque tengamos que enfrentar problemas que parecen no tener solución, podemos experimentar la presencia de Dios que nos ilumina, nos transforma y nos sostiene.
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española. Por intercesión de san José, maestro de vida interior, pidamos al Señor que nos conceda un corazón orante y misionero, abierto al diálogo con Él y disponible para ayudar a los hermanos y hermanas que más lo necesitan. Que Dios los bendiga. Muchas gracias.
Invitación a la oración
Y ahora los invito a rezar por la paz en Ucrania, y a hacerlo muchas veces a lo largo de este día. Pidamos con insistencia al Señor que esa tierra pueda ver florecer la fraternidad y superar las heridas, los miedos y las divisiones. Que las oraciones e invocaciones que hoy se elevan al cielo toquen las mentes y los corazones de los responsables en la tierra, para que hagan prevalecer el diálogo y antepongan el bien de todos a los intereses particulares. Recemos por la paz con el Padrenuestro, que es la oración de los hijos que se dirigen al mismo Padre, la oración que nos hace hermanos, la oración de los hermanos que piden reconciliación y concordia.
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