Francisco encomienda a Dios a Benedicto, "fiel servidor del Evangelio y de la Iglesia" Papa: "En todo el mundo surge el grito del no a la guerra, no al rearme y que los recursos se dediquen al desarrollo"
"En este día que San Pablo VI quiso dedicar a la reflexión sobre la paz en el mundo, sentimos más fuerte e intolerable el contraste de la guerra que, en Ucrania y en otras partes del mundo, siembra muerte y destrucción"
"El lenguaje proprio de María es el de la maternidad: cuidar con ternura del Niño"
El Papa invita a "aprender el lenguaje del amor, que es cuidado"
"Frente a la tragedia de la guerra 'estamos llamados a afrontar los retos de nuestro mundo con responsabilidad y compasión'"
"Después de haber llevado en el vientre durante nueve meses el don de un misterioso prodigio, las madres continúan poniendo en el centro de todas las atenciones a sus niños: los alimentan, los estrechan entre sus brazos, los acuestan con dulzura en la cuna"
El Papa invita a "aprender el lenguaje del amor, que es cuidado"
"Frente a la tragedia de la guerra 'estamos llamados a afrontar los retos de nuestro mundo con responsabilidad y compasión'"
"Después de haber llevado en el vientre durante nueve meses el don de un misterioso prodigio, las madres continúan poniendo en el centro de todas las atenciones a sus niños: los alimentan, los estrechan entre sus brazos, los acuestan con dulzura en la cuna"
"Después de haber llevado en el vientre durante nueve meses el don de un misterioso prodigio, las madres continúan poniendo en el centro de todas las atenciones a sus niños: los alimentan, los estrechan entre sus brazos, los acuestan con dulzura en la cuna"
En el primer ángelus del año, tras la celebración de la misa por la solemnidad de Santa María Madre de Dios, el Papa Francisco recuerda una vez más a su “amado” predecesor e invita a “dar gracias a Dios por el don de este fiel servidor del Evangelio y de la Iglesia”. Además pide a los católicos que, imitando a María, la madre de Dios, aprendan “el lenguaje del amor, que es cuidado”. Y también reza por la paz del mundo: “frente a la tragedia de la guerra ‘estamos llamados a afrontar los retos de nuestro mundo con responsabilidad y compasión’”.
Y, en los saludos tras el ángelus, recuerda, de nuevo, la guerra en Ucrania y en otras partes del mundo y pide que se atienda "el grito del no a la guerra, no al rearme y que los recursos se dediquen al desarrollo: salud, alimentación, educación y trabajo".
Las palabras del Papa en la oración del Ángelus
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días y feliz año!
El inicio de un nuevo año está encomendado a María Santísima, que hoy celebramos como Madre de Dios. En estas horas invocamos su intercesión en particular para el Papa emérito Benedicto XVI, que ayer por la mañana dejó este mundo. Nos unimos todos juntos, con un único corazón y una única alma, al dar gracias a Dios por el don de este fiel servidor del Evangelio y de la Iglesia.
Mientras todavía contemplamos a María en la gruta donde nació Jesús, podemos preguntarnos: ¿Con qué lenguaje nos habla la Virgen Santa? ¿Qué podemos aprender de ella para este año que se abre? María, enséñanos qué debemos hacer este año. En realidad, si observamos la escena que la Liturgia de hoy nos presenta, notamos que María no habla. Ella acoge con sorpresa el misterio que vive, custodia todo en su corazón y, sobre todo, se preocupa del Niño, que – dice el Evangelio – estaba «acostado en el pesebre» (Lc 2,16). Este verbo “acostar” significa colocar con cuidado.
Y nos dice que el lenguaje proprio de María es el de la maternidad: cuidar con ternura del Niño. Esta es la grandeza de María: mientras los ángeles hacen una fiesta, los pastores acuden y todos alaban a Dios en voz alta por el acontecimiento que había sucedido, María no habla, no entretiene a los invitados explicando lo que le ha sucedido, no roba el protagonismo; al contrario, pone en el centro al Niño, cuidándolo con amor. Una poetisa escribió que María «sabía estar también solemnemente muda, […] porque no quería perder de vista a su Dios» (A. MERINI, Corpo d’amore. Un incontro con Gesù [Cuerpo de amor. Un encuentro con Jesús], Milán 2001, 114).
Este es el lenguaje típico de la maternidad: la ternura del cuidado. De hecho, después de haber llevado en el vientre durante nueve meses el don de un misterioso prodigio, las madres continúan poniendo en el centro de todas las atenciones a sus niños: los alimentan, los estrechan entre sus brazos, los acuestan con dulzura en la cuna. Cuidar: este es también el lenguaje de la Madre de Dios. Un lenguaje de madre.
Hermanos y hermanas, como todas las madres, María lleva en su vientre la vida y, así, nos habla de nuestro futuro. Pero al mismo tiempo nos recuerda que, si queremos realmente que el nuevo año sea bueno, si queremos reconstruir la esperanza, hay que abandonar los lenguajes, los gestos y las elecciones inspiradas en el egoísmo y aprender el lenguaje del amor, que es cuidado. Este es el compromiso: cuidar nuestra vida, nuestro tiempo, nuestra alma; cuidar la creación y el ambiente en el que vivimos; y, aún es más, cuidar a nuestro prójimo, a aquellos a los que el Señor nos ha puesto al lado, como también a los hermanos y a las hermanas que están necesitados e interpelan nuestra atención y nuestra compasión. Aprendamos a cuidar a los demás y a nosotros mismos, cuidando la vida espiritual y la caridad.
Al celebrar hoy la Jornada Mundial de la Paz, retomemos conciencia de la responsabilidad que se nos ha confiado para construir el futuro: frente a las crisis personales y sociales que vivimos, frente a la tragedia de la guerra «estamos llamados a afrontar los retos de nuestro mundo con responsabilidad y compasión» (Mensaje por la LVI Jornada Mundial de la Paz, 5). Y podemos hacerlo si nos cuidamos unos a otros y si, todos juntos, cuidamos nuestra casa común.
Imploremos a María Santísima, Madre de Dios, para que en esta época contaminada por la desconfianza y por la indiferencia, nos haga capaces de compasión y de cuidado, capaces de «conmoverse y detenerse ante el otro cuantas veces sea necesario» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 169).
Saludos tras el ángelus
En este día que San Pablo VI quiso dedicar a la reflexión sobre la paz en el mundo, sentimos más fuerte e intolerable el contraste de la guerra que, en Ucrania y en otras partes del mundo, siembra muerte y destrucción. Sin embargo, no perdemos la esperanza, porque tenemos fe en Dios y en Jesucristo que nos abrió la vía de la paz.
La experiencia de la pandemia nos enseña que nadie puede salvarse sólo, pero juntos podemos recorrer los senderos de la paz y del desarrollo.
En todo el mundo surge el grito del no a la guerra, no al rearme y que los recursos se dediquen al desarrollo: salud, alimentación, educación y trabajo.
Saludos a los numerosos amigos de la Comunidad de San Egidio, venidos también este año a testimoniar su lucha por la paz en todas las tierras. Gracias.
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