"Si tú criticas a los demás empiezas una guerra, un paso hacia la guerra, una destrucción" El Papa invita a “morderse la lengua” para no sembrar “discordia, enemistad y mal”
Francisco visita la parroquia de San Crispino de Viterbo
"Es lo mismo que destruir al otro con la lengua que con una bomba atómica, es lo mismo, destruyes. La lengua tiene el poder de destruir como una bomba atómica"
| Jesús Bastante Agencias
Después de un comienzo de año accidentado (viajes, cumbres antiabusos...), el Papa Francisco quiso volver a ejercer como obispo de Roma, y se dirigió, esta tarde, hacia la parroquia de San Crispino de Viterbo.
Acompañado por la comunidad de Sant Egidio, el 'Papa-párroco' se encontró con los niños que van a hacer la comunión, los confirmandos y los padres de los que van a ser bautizados, confesó a algunos fieles, visitó a algunos enfermos y se abrazó con un grupo de sin techo.
Como ya había advertido este mediodía durante el rezo del Angelus, Bergoglio recomendó a los cristianos “morderse la lengua” antes de provocar los conflictos, pues las críticas y los rumores “son un paso hacia la guerra”.
Todos tenemos defectos
"Todos tenemos defectos pero estamos acostumbrados un poco por la fuerza de la gravedad del egoísmo a ver los defectos de los demás. Somos especialistas (...) porque criticar los defectos de los demás parece dulce, nos gusta", recalcó durante la homilía, en la que criticó lo que consideró “un hábito feo” que "siembra discordia, enemistad y el mal".
"Si tú criticas a los demás empiezas una guerra, un paso hacia la guerra, una destrucción. Es lo mismo que destruir al otro con la lengua que con una bomba atómica, es lo mismo, destruyes. La lengua tiene el poder de destruir como una bomba atómica", subrayó, retomando alguna de las expresiones que ya ha pronunciado a lo largo de estos seis años de pontificado.
Dichas guerras llegan a los hogares, a los barrios, a las escuelas, a los puestos de trabajo y a las parroquias por lo que, de cara al comienzo de la Cuaresma, recomendó rezar y, antes de criticar, "morderse la lengua".
Durante su visita, Francisco fue rebido por el cardenal Angelo De Donatis, por el obispo auxiliar Mons. Guerino Di Tora, por el párroco Don Luciano Cacciamani, el párroco don Andrea Lamonaca y todos los sacerdotes que trabajan en San Crispín; así como los fieles de la comunidad.
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