El actual nuncio en Corea del Sur publica el diario que escribió mientras estuvo a su servicio Xuereb, la memoria sin ira del otro secretario de Benedicto XVI y los ositos de peluche del Papa alemán
“Encontramos un retrato inédito de Ratzinger, narrado en la vida cotidiana de almuerzos, misas, paseos y con fotografías inéditas de momentos privados. Algunos de los detalles relatados dan una nueva imagen al gran público del último Pontífice europeo: su humor, por ejemplo, o su amor por los gatos y los ositos de peluche”
Xuareb, a diferencia de Gänswein, pudo escuchar las primeras palabras que, por teléfono, le dijo Benedicto XVI al recién elegido papa Francisco: "Gracias, Santo Padre, le agradezco que inmediatamente haya pensado en mí y le prometo de ahora en adelante mi obediencia y mis oraciones"
De secretario a secretario, las memorias de Alfred Xuereb nada tienen que ver con las tormentosas y pelín rencorosas que publicó, apenas enterrado el Papa alemán, Georg Gänswein. Quien fuera su segundo secretario desde septiembre de 2007 hasta febrero de 2013, y hoy nuncio apostólico en Corea del Sur, acaba de publicar también un diario de aquellos años junto a Joseph Ratzinger, ‘Mis días con Benedicto XVI’ (Edizioni San Paolo).
En esas páginas, según cuenta Il Giornale, “encontramos un retrato inédito de Ratzinger, narrado en la vida cotidiana de almuerzos, misas, paseos y con fotografías inéditas de momentos privados. Algunos de los detalles relatados dan una nueva imagen al gran público del último Pontífice europeo: su humor, por ejemplo, o su amor por los gatos y los ositos de peluche”.
Los ositos que le había regalado su madre
Y relacionado con este último detalle, “en los últimos días de su pontificado, en preparación para el traslado al monasterio Mater Ecclesiae, Xuereb recuerda en el libro que Benedicto XVI había pensado inmediatamente en llevarse los dos ositos de peluche que databan de su infancia y que le había regalado su madre”.
También recuerda el nuncio maltés la jornada del 5 de febrero de 2013, una semana antes de la histórica renuncia del Papa. Ratzinger le citó en su despacho y le notificó su decisión: “Iré a vivir –me explica con calma– en el antiguo monasterio de clausura de los Jardines Vaticanos que actualmente se está renovando. Pero usted, monseñor, se quedará con el nuevo Papa”. Y así, fue, Xuareb se mantuvo al lado de Francisco hasta 2018, cuando lo nombró nuncio.
El cardenal gordo y sin aliento
El libro de estas memorias es rico en detalles. Como señala Il Giornale, “la importancia del diario radica sobre todo en las pequeñas cosas relacionadas con las grandes cosas”. Y pone un ejemplo: “la historia del almuerzo tras la noticia de su dimisión en el que -recuerda Xuereb- el Papa trató de diluir el clima con bromas sobre un cardenal de cierta edad acudió sin aliento a un encuentro con él”.
El libro lo recoge así: “El Santo Padre comentó con sentimientos de simpatía: «¡Hay dos razones, es gordo y es viejo!». Y sabiendo que al Santo Padre nunca le gustó hacer deporte, me permití una broma: “Permítanme agregar otra razón: ¡quizás estaba sin aliento porque no practicaba ningún deporte!”. A lo que el Papa respondió inmediatamente: "¡Si hubiera hecho deporte, ya habría muerto!".
El anillo del Pescador estaba rayado
Otro detalle, producido en los días posteriores a la renuncia: "Esta mañana el Santo Padre entregó su anillo de pescador que, en el pasado, en el caso de la muerte del Papa, era destruido. Ahora solo está rayado: es la señal de que el Papa que lo había usado es Papa ya no reinante. Ayer, cuando lo llevó a su oficina para entregarlo, le pregunté si podía besarlo por última vez, y él accedió. Noté que mi pedido le agradaba", recoge Xuereb en su diairo.
Sobre el cónclave, el antiguo secretario dice que Benedicto XVI lo vivió "con gran expectación" y que estaba "ansioso por saber quién le sucedería". “La familia pontificia esperó en oración la fumata blanca y aprendió por televisión el nombre del nuevo elegido, como todo el mundo. Concentrados en la pequeña pantalla, no se dieron cuenta de que sonaba el teléfono poco antes de la aparición del nuevo Papa desde la logia: era Francisco quien llamaba -dice Xuereb-, quería saludar a su predecesor antes de presentarse a la multitud, pero sin éxito”.
Benedicto a Francisco: "Le prometo mi obediencia"
Al término de su primer saludo en la plaza de San Pedro, Jorge Mario Bergoglio volvió a llamar a Castel Gandolfo y fue el propio Xuereb quien pasó el teléfono móvil al oído del Papa emérito. En este punto, Il Giornale destaca la importancia del testimonio del secretario maltés, toda vez Gänswein, “refiriéndose a esta llamada telefónica, había explicado que no había escuchado su contenido. Xuereb, en cambio, escuchó lo que decían Francisco y su predecesor y lo relató en su diario”:
"Gracias, Santo Padre -y escuchar a Benedicto decir esto ya despertó admiración-, le agradezco que inmediatamente haya pensado en mí y le prometo de ahora en adelante mi obediencia y mis oraciones". “Escucharlo decir esto me edificó mucho", añade.
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