Una década después, varias víctimas y el jesuita Zöllner abandonaron el organismo Diez años de la Comisión Pontificia contra los abusos: de la luz a las sombras
Fue una iniciativa luminosa, nacida un año después de la elección de Francisco como sucesor de Pedro, lo que daba cuenta de la seriedad con la que el Papa argentino se tomaba la lacra de los abusos sexuales en el seno de la Iglesia, ya denunciados por su antecesor Benedicto XVI
Pero, cuando este 22 de marzo, se cumplen los diez años de su creación, en el balance de la Comisión Pontificia para la Protección de Menores aparecen tantas nubes como claros
Fue una iniciativa luminosa, nacida un año después de la elección de Francisco como sucesor de Pedro, lo que daba cuenta de la seriedad con la que el Papa argentino se tomaba la lacra de los abusos sexuales en el seno de la Iglesia, ya denunciados por su antecesor Benedicto XVI. Pero, cuando este 22 de marzo, se cumplen los diez años de su creación, en el balance de la Comisión Pontificia para la Protección de Menores aparecen tantas nubes como claros.
Indudablemente su creación fue una noticia acogida con gran esperanza por las víctimas de abusos, sistemáticamente ignoradas y despreciadas durante décadas, y que desde el primer momento se decidiese contar con representantes de ese colectivo entre los miembros de la comisión añadía motivos al optimismo inicial.
Abundaban en esas buenas sensaciones el hecho de que la necesidad de crear una comisión que velase por las víctimas de abusos y propusiese a la Iglesia universal pautas para luchar contra una realidad más presente de lo que se quería admitir, fuese impulsada por el cardenal Reinhard Marx (entonces miembro del C-9 que asesora al Papa), muy concienciando por las denuncias de abusos en la Iglesia de Alemania, y que la presidiese desde entonces el cardenal Sean Patrick O´Malley, arzobispo de Boston, epicentro del escándalo de abusos que puso contra las cuerdas a las Iglesia católica en los Estados Unidos.
Los primeros compases de la Comisión Pontificia para la Protección de Menores fueron prometedores. Se trataba de un organismo respaldado por el Papa, con destacados expertos que enviaban recomendaciones a las diócesis de todo el mundo para abordar la cuestión y que intervenía en las deliberaciones sobre la materia hasta el punto de que incluso sugería cambios en materia de derecho canónico. Pero la polémica apareció también pronto.
Las primeras críticas
Tal y como recuerda Katholisch, la primera vino de la mano de una de las víctimas que integraba la Comisión, Peter Saunders, quien quería que el debate fuese de más calado y añadía la necesidad de que se abordase la cuestión de los abusos también desde el punto de vista del celibato. Saltó entonces el propio O´Malley a la palestra pública para contradecir la tesis y contrargumentar señalando que la mayoría de los abusos ocurren en el seno de las familias.
Saunders no quedó muy convencido y volvió nuevamente a la carga en el verano de 2015, en aquella ocasión para señalar directamente al cardenal George Pell, acusado de abusos en Australia, miembro de la Curia vaticana y cuya posición en ella calificó de “insostenible” ante la gravedad de los hechos que se le imputaban. Pero Roma defendió a Pell, que fue juzgado en su país y finalmente absuelto. Saunders finalmente abandonaría la Comisión en diciembre de 2017, tras otras críticas al Vaticano sobre la forma en la que considera que seguía tratando el tema de los abusos.
Pero no fue Saunders la primera de las víctimas que abandonó la Comisión. Sonado (y sentido) fue el portazo que dio Marie Collins en marzo de 2017, cansada de lo que consideró verdadera falta de voluntad de las autoridades del Vaticano (entre ellas, el entonces prefecto de Doctrina de la Fe, el cardenal Gerhard Müller) para cooperar en la lucha contra los abusos. En concreto, en la atención a las víctimas.
En aquel entonces, otro destacado miembro de la Comisión, el jesuita y pionero en la lucha contra los abusos en la Iglesia, Hans Zöllner, rompió una lanza por la irlandesa que había sido abusada en su infancia por un sacerdote. “Hay lugares y personas en las que Marie y otros miembros de la Comisión tienen la impresión de que no reaccionan de forma proactiva a lo que les pedimos que hagan y a lo que exige el Papa”.
El propio Zöllner acabaría abandonando unos años más tarde la Comisión en un gesto que tuvo un gran calado y repercusión. Fue después de que, con la entrada en vigor de la reforma de la Curia que traía consigo Praedicate evangelium, en 2022, el Papa adhiriese la Comisión Pontifica para la Protección de los Menores al Dicasterio para la Dotrina de la Fe, en lo que se pretendía que fuese poner la lucha cntra los abusos y la atención a las víctimas en el centro del trabajo y gobierno de la Iglesia.
Sin embargo, desde un primer momento, Zöllner vino a entender que era algo similar a poner al zorro a vigilar el gallinero. El propio cardenal O’Malley se temió también esa reestructuración pudiese restar funcionalidad y visibilidad al trabajo de la comisión. El jesuita, finalmente, salió de ella amparándose en "problemas estructurales y prácticos" de ese organismo, dado que, en su opinión, los criterios de selección de los miembros de la comisión, así como sus funciones y tareas exactas, no estaban claros. Francisco, además, debía centrarse más en afrontar los abusos, explicó Zollner en una rueda de prensa. “Lamentablemente no lo convirtió en la prioridad número uno de su pontificado”.
El caso Barros, punto de inflexión
Los roces, en ese sentido, habían aparecido también con algunos nombramientos episcopales, como del chileno Juan Barros como obispo de Osorno, criticado por algunos miembros de la comisión y por muchos fieles. Aquel fue un punto de inflexión, también para el Papa, después de que, enfadado, expresase aquel “el día que me traigan una prueba contra el obispo Barros, ahí voy a hablar”. Finalmente, Francisco pidió perdón y reconoció “graves equivocaciones de valoración” en el caso Barros, acusado de encubrir abusos sexuales. Luego llegaría la petición de dimisión a todo el Episcopado chileno.
El último escándalo que ha sacudido a la Comisión Pontificia ha venido de la mano del nombramiento, el pasado 15 de marzo, del nuevo secretario de la misma, el obispo colombiano Luis Manuel Alí Herrera, acusado de encubrir a un sacerdote por presuntos abusos sexuales a un menor, lo que motivó un escrito a Religión Digital.
En estos días hay cierta expectación ante el informe que, al parecer, la Pontificia Comisión ha presentado al Papa sobre la situación de los abusos, y que no está claro que acabe viendo la luz, aunque, como señala Katholisch, “los miembros de la comisión están a favor de la publicación”.