"Dios quiere ser amado, no temido", dice en la audiencia general de los miércoles Francisco en la audiencia: "Estamos viviendo la Tercera Guerra Mundial"
Francisco recuerda que mañana, 1 de septiembre, se cumple el 83º aniversario del comienzo de la II Guerra Mundial
El Papa comenzó un nuevo ciclo de catequesis, en esta ocasión sobre el discernimiento, "un acto importante que concierne a todos, porque las elecciones son una parte esencial de la vida"
El discernimiento, abundó Francisco, "se presenta como un ejercicio de inteligencia, de habilidad y también de voluntad, para aprovechar el momento favorable"
" [Dios]nunca impone su voluntad. ¿Por qué? Porque quiere ser amado y no temido. Y el amor sólo puede vivirse en libertad. Para aprender a vivir hay que aprender a amar, y para ello es necesario discernir"
El discernimiento, abundó Francisco, "se presenta como un ejercicio de inteligencia, de habilidad y también de voluntad, para aprovechar el momento favorable"
" [Dios]nunca impone su voluntad. ¿Por qué? Porque quiere ser amado y no temido. Y el amor sólo puede vivirse en libertad. Para aprender a vivir hay que aprender a amar, y para ello es necesario discernir"
La guerra, de nuevo en el pensamiento del Papa. Francisco aprovechó el momento de los saludos, al final de la audiencia general de los miércoles, para referirse a la situación que vive el planeta, agravada desde la invasión rusa de Ucrania el pasado 24 de febrero.
Así, en al saludar a los peregrinos polacos presentes en la audiencia, Francisco recordó que mañana, 1 de septiembre, se cumple el 83º aniversario del inicio de la II Guerra Mundial con la invasión del Ejército de Hitler de Polonia, y señaló que en la actualidad "estamos viviendo una Tercera Guerra Mundial", en alusión a los numerosos conflictos que asoman el planeta, entre ellos, el de la "dolorosa" guerra en Ucrania.
Pero también se refirió "al daño que la humanidad está haciendo a la Creación", por lo que hizo también un "llamamiento para que los líderes mundiales reflexionen sobre el cambio climático y el daño ecológico y se detenga". También recordó la visita a Irak, ue estos días está viviendo, de nuevo, momentos convulsos, con enfrentamientos, y pidió para que "este pueblo pueda enfrentar las dificultades actuales y llegar a la paz, a la tranqulidad y a la sana convivencia".
Tras la de la vejez, este miércoles, 31 de agosto, en la audiencia general, el papa Francisco ha anunciado cuál será el próximo ciclo de conferencias: el discernimiento. Se trata, dijo el Papa, de "un acto importante que concierne a todos, porque las elecciones son una parte esencial de la vida. Uno elige la comida, la ropa, un curso de estudio, un trabajo, una relación".
"El discernimiento -añadió- se presenta como un ejercicio de inteligencia, de habilidad y también de voluntad, para aprovechar el momento favorable: son condiciones para hacer una buena elección" ante "situaciones inesperadas e imprevistas en las que es imprescindible reconocer la importancia y la urgencia de una decisión que hay que tomar".
Pero a parte de estas cuestiones, añadió el Pontífice, en el Evangelio, el discernimiento "implica los afectos". "Es la alegría de los Magos cuando, tras un largo y penoso viaje, vuelven a ver la estrella (cf. Mt 2,10); es la alegría de las mujeres que regresan del sepulcro vacío tras escuchar el anuncio del ángel de la resurrección (cf. Mt 28,8). Es la alegría de los que han encontrado al Señor", apuntó Francisco.
Pero, al mismo tiempo, el discernimiento implica "un esfuerzo", añadió. "Dios nos invita a evaluar y elegir: nos ha creado libres y quiere que ejerzamos nuestra libertad. Por lo tanto, discernir es un reto".
En este sentido, Francisco señaló que "Dios da al hombre una instrucción precisa: si quieres vivir, si quieres disfrutar de la vida, recuerda que eres una criatura, que no eres el criterio del bien y del mal, y que las elecciones que hagas tendrán una consecuencia, para ti, para los demás y para el mundo (cf. Gn 2,16-17); puedes hacer de la tierra un magnífico jardín o puedes convertirla en un desierto de muerte".
Pero, recalcó el Papa en esta primera catequesis sobre el discernimiento, "Dios es Padre y no nos deja solos, siempre está dispuesto a aconsejarnos, a animarnos, a acogernos. Pero nunca impone su voluntad. ¿Por qué? Porque quiere ser amado y no temido. Y el amor sólo puede vivirse en libertad. Para aprender a vivir hay que aprender a amar, y para ello es necesario discernir".
Texto de la catequesis
¡Queridos hermanos y hermanas, buenos días!
Hoy comenzamos un nuevo ciclo de catequesis sobre el tema del discernimiento. El discernimiento es un acto importante que concierne a todos, porque las elecciones son una parte esencial de la vida. Uno elige la comida, la ropa, un curso de estudio, un trabajo, una relación. En todos ellos se realiza un proyecto de vida, y también nuestra relación con Dios.
En el Evangelio, Jesús habla del discernimiento con imágenes tomadas de la vida ordinaria; por ejemplo, describe al pescador que selecciona los peces buenos y descarta los malos; o al mercader que sabe identificar, entre muchas perlas, la de mayor valor. O el que, arando un campo, encuentra algo que resulta ser un tesoro (cf. Mt 13,44-48).
A la luz de estos ejemplos, el discernimiento se presenta como un ejercicio de inteligencia, de habilidad y también de voluntad, para aprovechar el momento favorable: son condiciones para hacer una buena elección.
Y también hay un coste necesario para que el discernimiento sea operativo. Para desempeñar su oficio lo mejor posible, el pescador cuenta con la fatiga, las largas noches en el mar y el descarte de una parte de las capturas, aceptando una pérdida de ganancias por el bien de los destinatarios.
El comerciante de perlas no duda en gastar todo para comprar esa perla; y lo mismo hace el hombre que ha tropezado con un tesoro. Situaciones inesperadas e imprevistas en las que es imprescindible reconocer la importancia y la urgencia de una decisión que hay que tomar.
El Evangelio sugiere otro aspecto importante del discernimiento: implica los afectos. El que ha encontrado el tesoro no siente ninguna dificultad en venderlo todo, tan grande es su alegría (cf. Mt 13,44).
El término utilizado por el evangelista Mateo indica una alegría muy especial, que ninguna realidad humana puede dar; y de hecho vuelve a aparecer en muy pocos otros pasajes del Evangelio, todos ellos referidos al encuentro con Dios.
Es la alegría de los Magos cuando, tras un largo y penoso viaje, vuelven a ver la estrella (cf. Mt 2,10); es la alegría de las mujeres que regresan del sepulcro vacío tras escuchar el anuncio del ángel de la resurrección (cf. Mt 28,8). Es la alegría de los que han encontrado al Señor.
En el Juicio Final, Dios obrará el discernimiento hacia nosotros. Las imágenes del agricultor, el pescador y el mercader son ejemplos de lo que ocurre en el Reino de los Cielos, un Reino que se manifiesta en las acciones ordinarias de la vida, que nos exigen tomar posición. Por eso es tan importante saber discernir: las grandes elecciones pueden surgir de circunstancias que a primera vista parecen secundarias, pero que resultan ser decisivas.
Pensemos en el primer encuentro de Andrés y Juan con Jesús, un encuentro que nace de una simple pregunta: "Rabí, ¿dónde vives?". - "Venid y veréis" (cf. Jn 1,38-39). Un intercambio muy breve, pero es el comienzo de un cambio que marcará toda una vida. Años después, el evangelista seguirá recordando aquel encuentro que le cambió para siempre, también recordará la hora: "Eran como las cuatro de la tarde" (v. 39). Es la hora en que el tiempo y lo eterno se encontraron en su vida.
El conocimiento, la experiencia, el afecto, la voluntad: son algunos elementos indispensables del discernimiento. A lo largo de estas catequesis veremos otras, igualmente importantes.
El discernimiento -como he dicho- implica un esfuerzo. Según la Biblia, no encontramos ante nosotros, ya empaquetada, la vida que hemos de vivir. Dios nos invita a evaluar y elegir: nos ha creado libres y quiere que ejerzamos nuestra libertad. Por lo tanto, discernir es un reto.
A menudo hemos tenido esta experiencia: elegir algo que nos parecía bueno y en cambio no lo era. O saber cuál era nuestro verdadero bien y no elegirlo. El hombre, a diferencia de los animales, puede equivocarse, puede no querer elegir correctamente. La Biblia lo demuestra desde sus primeras páginas.
Dios da al hombre una instrucción precisa: si quieres vivir, si quieres disfrutar de la vida, recuerda que eres una criatura, que no eres el criterio del bien y del mal, y que las elecciones que hagas tendrán una consecuencia, para ti, para los demás y para el mundo (cf. Gn 2,16-17); puedes hacer de la tierra un magnífico jardín o puedes convertirla en un desierto de muerte.
Una enseñanza fundamental: no es casualidad que sea el primer diálogo entre Dios y el hombre. El discernimiento es agotador pero indispensable para vivir. Requiere que me conozca a mí mismo, que sepa lo que es bueno para mí aquí y ahora. Sobre todo, requiere una relación filial con Dios.
Dios es Padre y no nos deja solos, siempre está dispuesto a aconsejarnos, a animarnos, a acogernos. Pero nunca impone su voluntad. ¿Por qué? Porque quiere ser amado y no temido. Y el amor sólo puede vivirse en libertad. Para aprender a vivir hay que aprender a amar, y para ello es necesario discernir.
¡Que el Espíritu Santo nos guíe! Invoquémosle cada día, especialmente cuando tengamos que tomar decisiones.
Boletín gratuito de Religión Digital
QUIERO SUSCRIBIRME