El Papa recuerda que la Iglesia, desde Pedro, "se muestra a sí misma como un hospital de campaña" Francisco: "No nos asustemos frente a los que nos ordenan callar, nos calumnian o intentan atentar contra nuestra vida"
"En los ojos de los cristianos de todos los tiempos, los enfermos son los privilegiados para la iglesia, para todos los fieles. No podemos descartarles: tenemos que acudir a ellos, son objeto de la preocupación de los cristianos"
Sobre los saduceos de ayer y de hoy: “Esa gente veía los milagros que hacían los apóstoles, con por magia, sino en nombre de Jesús, pero no lo aceptaban. Los metían en prisión. Su corazón era tan duro que no querían creer lo que veían”
El Papa pide "escuchar a Dios sin reservas, sin aplazamientos, sin cálculos; adherirse a Él para ser capaz de aliarse con quien nos encontramos por el camino"
El Papa pide "escuchar a Dios sin reservas, sin aplazamientos, sin cálculos; adherirse a Él para ser capaz de aliarse con quien nos encontramos por el camino"
Con el final del 'ferragosto' romano, volvieron las audiencias generales a la plaza de San Pedro. En una mañana muy agradable, con mucha presencia de españoles y argentinos, Francisco se dio el primer baño de multitudes del nuevo curso, que arrancará con fuerza la próxima semana con su segundo viaje a África.
Antes, Bergoglio quiso reflexionar sobre la figura de Pedro, el primer Papa, "que es figura de la Iglesia" y, como tal, "su sombra evoca la de la Iglesia, que sobre la tierra pone en pie a sus hijos y los destina a los bienes del Cielo, sin temer obedecer a Dios antes que a los hombres".
Un Pedro que, "lleno del Espíritu del Señor", "pasa caminando y, sin que él haga nada, su sombra se convierte en caricia sanadora, efusión de la ternura del Resucitado que se inclina sobre los enfermos y restituye dignidad, vida y salvación". ¿Es esta, realmente, la función del Papa? Seguramente sí, mal que les pese a los maestros aprisionados en la férrea doctrina sin humanidad.
Es ésta, mal que le pese al mundo, y a los rigoristas de ayer y hoy. "Pidamos al Espíritu Santo la fuerza no asustarnos frente a aquellos que nos ordenan guardar silencio, nos calumnian o incluso intentan atentar contra nuestra vida", clamó. ¿Aviso a navegantes?
Acoger a los más débiles
Pese a las dificultades, el Papa quiso dejar claro que, desde los apóstoles, “la Iglesia naciente se muestra a sí misma como un 'hospital de campaña' que acoge a las personas más débiles, es decir, los enfermos”.
“Su sufrimiento atrae a los Apóstoles, quienes no poseen ni plata ni oro, pero son fuertes en el nombre de Jesús”, recordó Francisco. “En sus ojos, como en los ojos de los cristianos de todos los tiempos, los enfermos son los privilegiados para la iglesia, para todos los fieles. No podemos descartarles: tenemos que acudir a ellos, son objeto de la preocupación de los cristianos”, insistió.
Entre los apóstoles, surge Pedro, el primado, quien comienza a predicar el Evangelio y quien dirigirá el Concilio de Jerusalén, el primer concilio de la Iglesia. En el relato evangélico de hoy, Pedro “pasa entre los enfermos, tal y como lo había hecho Jesús, al estilo de Jesús, tomando enfermedades y dolencias sobre sí mismo”.
“Pedro, pescador de Galilea, 'pasa', deja que sea Cristo el que opera. Él manifiesta a Cristo, es el testigo, el que manifiesta a Cristo, tanto con palabras como con la presencia corporal”.
Pedro pasa, con la caricia que sana, porque “a través de la comunicación de la salud, de la ternura del Resucitado, que se inclina sobre los enfermos y restituye su salud y su dignidad, Dios manifiesta su proximidad”. “Hay tantas enfermedades que impiden la vida... pero siempre está la presencia de Jesús, que llama a cada uno de nosotros a acudir, a sostener”.
Sin embargo, la acción curativa de Pedro “incrementa el odio de los saduceos, que encarcelan a los apóstoles y, molestos por su misteriosa liberación, les prohíben enseñar”, recordó Bergoglio. “Esa gente veía los milagros que hacían los apóstoles, con por magia, sino en nombre de Jesús, pero no lo aceptaban. Los metían en prisión. Su corazón era tan duro que no querían creer lo que veían”.
Pedro, en cambio, responde con la clave para la vida cristiana: "Obedecer a Dios en lugar de a los hombres, es la gran respuesta cristiana”, que significa “escuchar a Dios sin reservas, sin aplazamientos, sin cálculos; adherirse a Él para ser capaz de aliarse con quien nos encontramos por el camino”.
Saludo en castellano:
Queridos hermanos y hermanas:
Hoy reflexionamos sobre la figura del apóstol Pedro, que en el pórtico de Salomón realizaba
las obras de Jesús, su Maestro. Al mirar su actuar vemos al mismo Cristo.
Pedro lleno del Espíritu del Señor, pasa caminando y, sin que él haga nada, su sombra se
convierte en caricia sanadora, efusión de la ternura del Resucitado que se inclina sobre los enfermos
y restituye dignidad, vida y salvación. De este modo, Dios manifiesta su cercanía y hace que las llagas
de sus hijos se conviertan en lugar teológico de la ternura divina. Así se puede decir que todo en
Pedro, incluso su sombra, irradia la vida del Resucitado: los enfermos recobran la salud y el mundo
proclama la gloria del Padre. Y puesto que el primer apóstol es figura de la Iglesia, su sombra evoca
la de la Iglesia, que sobre la tierra pone en pie a sus hijos y los destina a los bienes del Cielo, sin temer
obedecer a Dios antes que a los hombres.
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española venidos de España y de Latinoamérica.
Pidamos de forma constante la fuerza del Espíritu Santo para llevar a todos la presencia amorosa y
consoladora del Señor que camina a nuestro lado.
Que el Señor los bendiga.
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