Richard Baawobr, exgeneral de los Padres Blancos, figura emergente de la Iglesia en África El lamento del neocardenal de Ghana: “Las vestimentas de los cardenales son muy caras”
"Una cosa que tiene clara desde que ocupó el cargo de superior general de los Padres Blancos -el primero de origen africano- es que 'fue una época en la que me convencí de que la misión no se limitaba a África, sino también a Europa, América, Asia, etc.'”
"Creo que cada uno de nosotros, estemos donde estemos, estamos llamados a servir, y eso es lo que nos hará grandes, no el título”, señala el también presidente del Simposio de Conferencias Episcopales de África y Madagascar
A sus recién cumplidos 63 años, el obispo de Wa (Ghana), Richard Kuuia Baawobr, miembro de los Misioneros de África, recién elegido presidente del Simposio de Conferencias Episcopales de África y Madagascar (SECAM), y desde el 27 de agosto de este año nuevo cardenal de la Iglesia católica, tiene un nutrido currículo que le sitúa como uno los líderes eclesiales del continente con mayor proyección internacional.
Formado en Lovaina y Londres, el neocardenal Baawobr fue el primer superior general africano de la congregación de los conocidos como Padres Blancos que creara, siendo arzobispo de Argel, en 1868, Charles Lavigerie.
No sabe si ahora que Francisco, como a los demás neocardenales, les llama para colaborar más estrechamente con él, tendrá que dejar Ghana y la diócesis de Wa, donde nació. Pero una cosa que tiene clara desde que ocupó el cargo de superior general de los Padres Blancos es que “fue una época en la que me convencí de que la misión no se limitaba a África, sino también a Europa, América, Asia, etc.”.
Billete de ida y vuelta... de momento
De momento tiene billete de ida y vuelta para después del Consistorio y la jornada de dos días en la que el Papa reflexionará con todo el Colegio cardenalicio sobre la implementación de la reforma de la Curia explicitada en Predicate Evangelium.
Entiende que su designación como cardenal es “una invitación a servir”, como ha hecho ya en otras misiones que le ha encomendado su congregación. No le importa dónde se haga el servicio, porque tiene claro que “siempre pienso en los dos hijos de Zebedeo que se disputan los asientos, uno a la izquierda y otro a la derecha. En ese momento Jesús les recuerda que su grandeza está en el servicio, que él ha venido a servir. Así, creo que cada uno de nosotros, estemos donde estemos, estamos llamados a servir, y eso es lo que nos hará grandes, no el título”, según reconoció hace unos días en una entrevista en ACIAfrica.
Muy atento a la pastoral caritativa y asistencial en un país con grandes carencias, el neocardenal ha impulsado un ministerio diocesano de calle que ha involucrado a voluntarios de la parroquia y a profesionales de la salud para prestar atención y asistencia médica a personas con discapacidades mentales que han sido abandonadas por sus familias, porque sufren una fuerte estigmatización en el país.
La perspectiva del cara a cara con la miseria
Desde esa perspectiva que da el trabajo cara a cara con la miseria, sólo hay una cosa que parece incomodarle de su designación como cardenal. El precio de las vestimentas exclusivas que ha de ludir ese 27 de agosto en la imponente basílica de San Pedro.
Se componen de dos vestimentas, una totalmente de color rojo, con banda de seda del mismo color y otros accesorios como un cordón rojo entretejido con oro, para la ceremonia litúrgica; y otro hábito negro (aunque en su caso puede ser blanco, al proceder de un país muy caluroso) para los actos no litúrgicos.
Vestimentas que, como reconoce este misionero, “son muy caras, porque se han de hacer por encargo”. “Tienen que medirte; tienen que coserlo especialmente para ti. Así que está el coste del material, está el coste de la mano de obra. Y el coste de la mano de obra en Europa es mucho mayor que el de Ghana...”. Es el único lamento que le produce su nuevo servicio.
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