-¿Quién sería hoy Ángel Fernández Artime si no hubiera conocido a los salesianos?
-Hubiera sido pescador, como mis primos o mi padre. Ese era mi futuro. Pero una vez que pude estudiar más, gracias a los salesianos, pensé ser médico. Me gustaba mucho la medicina, había pensado en comenzar la universidad, pero luego el misterio de Dios que te hace sentir algo en el corazón... Recuerdo que ya en las puertas de la universidad sentía que debía hablarlo con mis padres. Y la respuesta, que no puedo ver más que como una mediación de Dios, fue: "Hijo, esta es tu vida. Si te hace feliz, ¡adelante!". Eso fue todo el discernimiento.
-Entonces, al final, ¡"pescador de jóvenes"!
-No sé si exactamente "pescador", pero ciertamente siempre me he sentido muy feliz entre los jóvenes. Y no quiero decir que siempre sea una fiesta, que todos los días sea fácil... Pero debo admitir que he encontrado muchas razones para la alegría, para el estímulo al compartir la vida con los jóvenes. Los primeros a los que acompañé ahora son padres, pero permanece el recuerdo extraordinario de lo vivido.
-¿Cómo va la nueva vida como Cardenal?
-No sé si se puede definir como "nueva vida". Como me ha concedido el Santo Padre, aún tengo la oportunidad de unos meses antes de recibir el encargo que él considere apropiado, para completar mi servicio como Rector Mayor. Somos una gran Congregación, el Superior General no puede desaparecer de un día para otro, el Papa es consciente de ello, así que nos pidió que primero preparemos el Capítulo General y luego hablaremos del resto. Así que ahora estoy continuando mi vida como salesiano, como Rector Mayor, concluyendo muchas cosas, y al mismo tiempo, ciertamente también atento a participar en los eventos del Dicasterio para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, o en las celebraciones del Papa, si estoy cerca de Roma.
Pero puedo decir que continúo la vida con entusiasmo, serenidad y manteniendo el mismo servicio que he hecho en estos años.
-Con miras a la fiesta de Don Bosco, ¿podemos decir que la espiritualidad salesiana marca la diferencia en la vida de la Iglesia?
-Bueno, no puedo decirlo de esta manera... Pero creo que también nosotros debemos dar nuestro aporte en un mosaico tan diverso. Siguiendo la herencia de Don Bosco, esto significa tener en el corazón el deseo de estar con los jóvenes y en medio de ellos, de compartir el camino de la vida, con sus dificultades. Y no solo para ser simplemente "amigos" o con palabras. Porque los jóvenes necesitan hoy sobre todo testigos.
"Los jóvenes necesitan hoy sobre todo testigos"
-¿La Iglesia logra hacerse entender hoy por los jóvenes?
-En primer lugar, los jóvenes son tan diversos, aunque tengan mucho en común. ¿De qué jóvenes estamos hablando? ¿De aquellos que viven situaciones realmente dramáticas de dependencia, de aquellos, una pequeña parte, que fueron a la JMJ de Lisboa, de aquellos que están en los espacios educativos de la Iglesia, o de aquellos que simplemente no quieren saber nada? La pregunta fundamental es: "¿Qué buscan los jóvenes hoy?". Y nosotros, como educadores, ¿qué hacemos? Yo no creo que los jóvenes hoy no quieran saber de Dios, y mucho menos que no busquen un sentido para la vida. Sería un juicio equivocado. Lo que es cierto es que no podemos esperar que los jóvenes vengan donde ya estamos nosotros por deber.
Pero siempre es actual, en todo el mundo, esta realidad, es decir, que los jóvenes están abiertos y disponibles si encuentran personas que sean educadores y educadoras, amigos y amigas, a veces también padres y madres, porque en muchas partes del mundo falta mucho la paternidad y la maternidad...
-¿La Iglesia está cambiando? ¿Se encuentra espacio para los laicos en las estructuras de la Iglesia?
-Absolutamente sí. El punto de partida es el Concilio Vaticano II, donde hay toda una eclesiología en la que los laicos reciben el reconocimiento adecuado y su lugar. Y el Santo Padre, en su servicio en estos años, está mostrando que hay absolutamente un lugar para los laicos y también para las mujeres, consagradas o laicas.
"Hoy sería impensable la misión salesiana sin la presencia de muchos laicos, con una gran identidad salesiana y cristiana … pero siempre con una gran identidad carismática, como educadores."
En nuestra experiencia salesiana, tenemos cientos de miles de laicos que trabajan o prestan servicios voluntarios en las diversas presencias en el mundo. Y hoy sería impensable la misión salesiana sin la presencia de muchos laicos, con una gran identidad salesiana y cristiana, donde hay cristianos, y otros, desde sus fe, pero siempre con una gran identidad carismática, como educadores.
-¿Cuál es la Iglesia que sueña, para el futuro?
-Debo decir con toda sinceridad que estoy en total sintonía con el sueño, que veo hacerse realidad, precisamente de la Iglesia de nuestro Papa, que hoy es Francisco, ayer era Benedicto XVI. De Don Bosco los salesianos aprendimos a decir siempre "¡Viva el Papa!". Sueño con una Iglesia que, cuando los demás la miren, puedan decir: "¡Ved qué hermoso, cómo se aman! ¡Ved cómo buscan el bien de toda la humanidad!". Y es cierto que esta es una Iglesia de puertas abiertas, de escucha, capaz de decir sí en algunas ocasiones y no en otras si hemos cometido errores. Una Iglesia que sufre y que está con aquellos que sufren. Sueño con una Iglesia libre, desvinculada de intereses, capaz de decir lo que en nombre de Jesús no se puede aceptar.
"El Evangelio no dice nada de élites: la autoridad es servicio, y debemos meditarlo y decirlo todos los días"
Y en medio de mil cuatrocientos millones de personas, también los pastores, que hacen su camino con el pueblo de Dios. Digo lo que siempre he dicho en mi Congregación, por la que siempre he luchado y que seguirá siendo válida incluso cuando el Santo Padre quiera asignarme un nuevo servicio, es decir, que no somos una casta, no somos una élite. El Evangelio no dice nada de élites: la autoridad es servicio, y debemos meditarlo y decirlo todos los días.
El video de la entrevista, realizada en italiano, está disponible en el canal de YouTube de TGCOM 24.