La respuesta se encuentra en el nacimiento del Príncipe de Paz. “En el nacimiento de Jesús se nos ofrece no solo un signo de esperanza, sino también el advenimiento de la redención de Dios y un llamado a una vida nueva, a la esperanza y a la paz en Él”, dice el mensaje. “En el nacimiento del niño Jesús, nos damos cuenta de que Dios está aquí mismo, se identifica con nosotros, comparte nuestras vulnerabilidades y eleva nuestra capacidad de restaurar la paz y hacer justicia”.

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El mensaje señala que, en Navidad, celebramos la encarnación de Dios, nuestra dignidad y el advenimiento de la esperanza y el valor para buscar incansablemente la paz prometida por los ángeles entre todos los pueblos.

“Como personas cristianas, estamos llamadas a condenar la guerra y la violencia y a trabajar por la paz”, prosigue el mensaje. “Ese legado y la búsqueda de la paz son, en gran medida, el motor de la labor del Consejo Mundial de Iglesias y sus 352 iglesias miembros”.

El CMI trabaja incansablemente por la paz en Ucrania y Oriente Medio, en Sudán, en Colombia, en Corea, y en muchos otros lugares. “Llevamos a cabo campañas audaces contra la violencia hacia las mujeres y los niños y niñas”, afirma el texto. “Colaboramos ampliamente para crear un orden internacional más justo, idear una estructura financiera más equitativa y fomentar el entendimiento interreligioso y la solidaridad con otras tradiciones”.

El mensaje añade que, como discípulos de Jesús, practicamos su camino no violento, el verdadero camino hacia la paz. “Resistimos a los poderes que amenazan la paz y cuestionamos con valentía las mentiras y falsedades que enfrentan a unos pueblos con otros”, señala. Oramos por la paz, cultivamos la paz en nuestros corazones y en nuestras comunidades, y actuamos y abogamos por la paz cada día”.

Para concluir, el mensaje nos invita a tener muy presente que el Príncipe de Paz está con nosotros. “¡Que recordar esto les dé esperanza, alegría y fuerza en sus dificultades y sufrimientos cotidianos, y traiga alegría al mundo!” concluye el texto. “¡Que, enaltecidos y vivificados por nuestras celebraciones del nacimiento del Salvador, podamos recorrer siempre su camino de paz y hacer realidad su promesa para nuestros tiempos y nuestro mundo!”

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EN ESTOS TIEMPOS CELEBREMOS AL PRÍNCIPE DE PAZ