Primer aniversario en la Virgen del Camino Fr. Manuel Uña: "La gratitud es la ‘rosa blanca’ que siento nace y renace en mi ser"
"El 25 de marzo del año pasado, estrené la primavera de un modo muy peculiar: acompañado por mi hermana y mis sobrinos Rosa y Manolo, viajaba desde Madrid a León"
"Comenzaba una etapa nueva, consciente de que 'nadie fue ayer, ni va hoy, ni irá mañana, por el mismo camino que voy yo; para cada uno guarda un camino virgen, Dios'. ¡Qué bien lo dejó escrito mi paisano, León Felipe!"
"Con frecuencia me escriben desde Cuba y me preguntan: Padre Manuel, Vd. ahora, que no está en La Habana, que no le vemos pasear por las galerías del convento de San Juan de Letrán, díganos, ¿qué hace?"
"Estoy sereno de ánimo, en armonía, con una dosis generosa de confianza y seguridad. Hoy se diría que me es posible tener ‘Flow’, una palabra moderna con la que a mis años me voy familiarizando"
"Escuchándome y dejándome acompañar, he descubierto el tesoro que constituyen mis recuerdos"
"Con frecuencia me escriben desde Cuba y me preguntan: Padre Manuel, Vd. ahora, que no está en La Habana, que no le vemos pasear por las galerías del convento de San Juan de Letrán, díganos, ¿qué hace?"
"Estoy sereno de ánimo, en armonía, con una dosis generosa de confianza y seguridad. Hoy se diría que me es posible tener ‘Flow’, una palabra moderna con la que a mis años me voy familiarizando"
"Escuchándome y dejándome acompañar, he descubierto el tesoro que constituyen mis recuerdos"
"Escuchándome y dejándome acompañar, he descubierto el tesoro que constituyen mis recuerdos"
| Fr. Manuel Uña Fernández, OP
“Todo tiene su tiempo y su momento bajo el cielo…” (Ecl 3, 1).
-Lo que distingue a una persona sabia, es reconocer en qué momento se encuentra y saber situarse ante él´
El 25 de marzo del año pasado, estrené la primavera de un modo muy peculiar: acompañado por mi hermana y mis sobrinos Rosa y Manolo, viajaba desde Madrid a León.
Comenzaba una etapa nueva, consciente de que “nadie fue ayer, ni va hoy, ni irá mañana, por el mismo camino que voy yo; para cada uno guarda un camino virgen, Dios”. ¡Qué bien lo dejó escrito mi paisano, León Felipe!
"Ahora, he dejado de trabajar, para dejarme trabajar"
Con frecuencia me escriben desde Cuba y me preguntan: Padre Manuel, Vd. ahora, que no está en La Habana, que no le vemos pasear por las galerías del convento de San Juan de Letrán, díganos, ¿qué hace? Mi respuesta ha sido ésta: “Ahora, he dejado de trabajar, para dejarme trabajar”.
Insisten, con otra pregunta, un tanto capciosa: ¿Y aquí, en Cuba, pudo hacer todo lo que quiso? “En ningún sitio es posible hacer todo lo que uno desea. Mi experiencia, durante los 30 años tan felices que con vosotros he vivido, es que pudimos hacer cuanto intentamos, pero confiando en la Providencia, con respeto, prudencia y paciencia”.
En la puerta de mi oficina, quedó escrito: “No hace bien el que señala el daño y arde en ansias generosas de ponerle remedio, sino el que enseña remedio blando al daño” (José Martí).
"La gratitud, que hace tantos años brotó en mí, es la ‘rosa blanca’ que siento nace y renace en mi ser"
Me parece bien celebrar este primer cumpleaños de mi estancia en la Residencia-Enfermería, junto a la Virgen del Camino. La gratitud, que hace tantos años brotó en mí, es la ‘rosa blanca’ que siento nace y renace en mi ser. También en esta hora.
Desde hace algunos años, bien sabéis que me hago acompañar por elbastón. En estas últimas semanas me acompañan, además, tres libros, de los que deseo destacar algunas ideas que aportan luz.
El primer libro se titula: “El hombre en busca de sentido”, de Viktor Frankl. En uno de sus capítulos nos dice: “No hay nada en el mundo que sea tan capaz de consolar a una persona de las fatigas internas o las dificultades externas como tener conocimiento de un deber específico, de un sentido concreto, en el aquí y el ahora de su existencia”.
En este hoy de mi vida se me invita a “bajar a la casa del Alfarero”, siendo pasivo en medio de un mundo enfermo de activismo, para dejarme moldear y trabajar por Él.
De un libro a otro libro. Es un regalo de mi vecino de habitación, Fr. Luis Pérez Arruga, lleva por título: “Estar bien, aquí y ahora” y su autor es un sevillano universal, el Dr. Luis Rojas Marcos.
Sus páginas me han ayudado a escucharme cómo me siento en mi nuevo destino, hoy, aquí y ahora, los tres momentos. Y me pregunto: ¿Qué hace que me sienta bien?
"Hoy se diría que me es posible tener 'Flow'"
Estoy sereno de ánimo, en armonía, con una dosis generosa de confianza y seguridad. Hoy se diría que me es posible tener ‘Flow’, una palabra moderna con la que a mis años me voy familiarizando. Procuro escuchar más que hablar, sin caer en la curiosidad. Percibo lo que sucede, pero no me complico con lo que sucede. Siento bueno ser receptivo, dejo hablar a las personas y he ido aprendiendo a envejecer aceptando mi declive, mis molestias. Escuchándome y dejándome acompañar, he descubierto el tesoro que constituyen mis recuerdos.
Y por último, me iluminan las palabras de Ianire Angulo, ESSE, en su libro “Extraordinariamente normales”, donde nos habla de la ancianidad como una hora vocacional.
Es cierto que los años no pasan en vano, y los límites nos condicionan. Sin embargo, tener una actitud positiva me ayuda a afinar las cuerdas del alma, para continuar escuchando la llamada del Señor, a ser fiel y feliz. Con mis 65 años de Ordenación Sacerdotal, recién cumplidos el 15 de marzo, no olvido el consejo que me dio el Obispo al despedirse: “No seas ni ‘mísero’ ni ‘misero’”.
"Escuchándome y dejándome acompañar, he descubierto el tesoro que constituyen mis recuerdos"
El libro del Eclesiastés, nos dice que hay un momento para cada cosa bajo el cielo. La ancianidad, es el tiempo que me ha regalado más tiempo, para escucharme, para compartir sin prisas con las personas, para dar gratis lo que gratuitamente he recibido.
Con mi edad, aquí y ahora, deseo continuar sumando vida a los años, para que mi ciclo vital concluya, acompasado con el ritmo que marca el Señor.
Celebrar este primer aniversario en la Residencia Enfermería, es también un merecido reconocimiento a cuantos hacen posible que éste sea un lugar con alma, donde se cuida lo mejor de lo humano.
Vosotros sois mi mejor celebración. En vuestras manos me confío, hasta que Dios quiera, consciente de que “todo concluye, pero nada perece” (Séneca). Tampoco mi gratitud, que es eterna.