La misión de la hermana Viktoria Andrushchyshyna y su grupo de voluntarios En Ucrania, los "Ángeles de la alegría" devuelven la sonrisa a los niños
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La hermana Viktoria Andrushchyshyna y sus voluntarios viajan a todos los rincones de Ucrania en minibús para organizar espectáculos interactivos de entretenimiento con juegos, canciones, bailes, regalos y dulces.
"También implicamos a los padres, porque la mayor alegría para ellos es ver sonreír a sus hijos"
"Cada viaje para nosotros es como si fuera el último. Nunca sabemos si volveremos, no sabemos si seguiremos trabajando, pero Dios siempre nos bendice"
"Cada viaje para nosotros es como si fuera el último. Nunca sabemos si volveremos, no sabemos si seguiremos trabajando, pero Dios siempre nos bendice"
| Svitlana Dukhovych
(Vatican News).-En medio del dolor y el miedo, intentar crear un pequeño rayo de alegría y hacer sonreír a los niños y jóvenes ucranianos de las zonas cercanas al frente: este es el deseo que se ha convertido en misión para la hermana Viktoria Andrushchyshyna, de la Congregación de las Hermanas de los Ángeles.
Desde hace casi tres años, junto con un grupo de treinta voluntarios de «Operadores de la Paz», unidad de la red interconfesional Christian Rescue Service, la religiosa dirige el proyecto «Los ángeles de la alegría». Casi todos los fines de semana, una docena de ellos sube al minibús que sale de Zhytomyr, en el norte de Ucrania, para llegar a pueblos del este, norte y sur del país donde, a pesar de la proximidad a la línea del frente, siguen viviendo familias con niños. El grupo organiza para ellos espectáculos interactivos de entretenimiento con juegos, canciones, bailes, regalos y dulces.
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Las aventuras de los Ángeles
Antes de la invasión rusa, la hermana Viktoria trabajaba como educadora en una guardería de Vinnytsia, en el centro del país. «Los niños son mi vida», dice la religiosa con una sonrisa, relatando cómo, con la ayuda de otros voluntarios, consiguió habilitar un espacio en la estación de ferrocarril de la ciudad para las madres con hijos que llegaban en tren desde las zonas más castigadas del país. «Después del trabajo -cuenta-, junto a otros voluntarios organizábamos actividades para niños y jóvenes en varios dormitorios donde se alojaban muchos desplazados y sus hijos. Mi gran deseo era dar alegría en medio del miedo y el dolor». Así, la Hermana Viktoria inventó un espectáculo interactivo llamado «Las aventuras de los ángeles». Sólo en el último año, «Los Ángeles de la Alegría» han organizado casi 100 eventos en los que han participado más de cinco mil niños y jóvenes. «Para mí esto es realmente un gran milagro, aunque arriesguemos nuestras vidas cada vez. Cada viaje para nosotros es como si fuera el último. Nunca sabemos si volveremos, no sabemos si seguiremos trabajando, pero Dios siempre nos bendice».
La participación de los padres
En el espectáculo interactivo, que dura casi tres horas, los niños deben ir acompañados de al menos uno de sus padres. «Esto es importante tanto por razones de seguridad como porque también queremos implicar a los padres, ya que la mayor alegría para ellos es ver sonreír a sus hijos». «A menudo, en estas zonas cercanas a la línea del frente -explica la religiosa- las fiestas que organizamos son la única oportunidad que tienen los niños de reunirse después de tanto tiempo». La enseñanza escolar sigue en línea, primero por la pandemia, ahora por la guerra, los niños nunca se han sentado en un pupitre, nunca han estado en grupo. El de la fiesta fue su primer encuentro, y los padres y profesores lloraron de alegría».
La hermana Viktoria y el grupo de voluntarios no siempre consiguen arrancar una sonrisa de los rostros de los pequeños ucranianos. La hermana recuerda cómo en uno de los pueblos de la región de Kherson, que había sido ocupado por los rusos y luego liberado, se respiraba un clima de miedo, alimentado por el constante ruido de las explosiones. «Ni siquiera los villancicos con tambores y acordeón lo disimulaban -es su recuerdo- allí lo más difícil era ver que ni un solo niño sonreía».
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El valor de los voluntarios
Las familias, incluidas las que tienen hijos menores, quieren seguir viviendo en las zonas cercanas al frente, sin querer marcharse porque allí «tienen su casa, su jardín, algo que les pertenece». Además, aunque viven con miedo, si durante una o dos semanas no oyen los bombardeos, la esperanza es que al día siguiente ya no estén. La hermana Viktoria explica que, en estas circunstancias, «Los Ángeles de la Alegría» hacen lo que pueden: llegan a los niños allí donde estén para darles apoyo y la esperanza de que un mañana diferente es posible. «Nuestros voluntarios -añade- son personas corrientes que tienen familia, hijos, tienen trabajo, y para llevar a cabo esta misión a menudo se toman unos días libres no remunerados y parten, arriesgando su vida, para apoyar a estos niños que se encuentran en condiciones más desfavorables que sus propios hijos».
La fuerza para superar los obstáculos
Los niños y sus padres a los que llegan «Los Ángeles de la Alegría» también sufren diversos traumas por la pérdida de un ser querido. «Es una experiencia muy difícil -explica- que viven casi todas las madres con las que nos reunimos, que a veces son psicológicamente incapaces de ayudar a sus hijos. Por eso, las reuniones que celebramos con los niños son un gran apoyo emocional para toda la familia. Esto da a nuestro equipo la fuerza y la inspiración necesarias para superar todos los obstáculos y continuar ayudando a los niños».
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