"Acercar el pueblo a la liturgia fue la finalidad de la reforma de la Sagrada Liturgia" La Liturgia, asunto de clérigos y laicos (II)

La Liturgia
La Liturgia

"Y es que en los tiempos del Concilio, por los padres conciliares y por los llamados “peritos”, eran ya conocidas las teorías estructuralistas y semiológicas sobre los símbolos y los signos, así como las categorías de la Fenomenología en general"

"Como escribiera Walter Benjamin en su gran obra El origen del alma barroco, los símbolos poseen un espacio propio y específico en el ámbito religioso, siendo las religiones, entre otros asuntos, complejos simbólicos"

"El dominico Yves Congar reiteró que la liturgia es por excelencia el reino de los signos, palabras, cosas y gestos"

Y toda acción litúrgica ha de ser en asamblea de fieles reunidos o Ecclesia, pasando como escribiera Jesús Aguirre, del individualista “yo” al “nosotros”

No fue casualidad de azar, sino causalidad eficiente que la primera Constitución del Concilio Vaticano II Sacrosanctum Concilium, tema novedoso de concilio y tratado exprofesso por primera vez, fuese el primer documento aprobado por el Concilio, lo cual tuvo lugar en la segunda sesión, el 4 de diciembre de 1963. Tampoco fue casualidad, sino de mucha causalidad que la Revista internacional Concilium, de Teología católica, fundada en el lejano año 1963, su número 2, correspondiente a febrero de 1965, fuese dedicado a la Liturgia. 

Una revista, Concilium –recuérdese- que tuvo como fundadores a los mejores teólogos europeos de aquel tiempo, a Yves Congar, Hans Küng, Metz, Karl Rahner y Edward Schillebeeckx, y que tuvo como colaboradores a teólogos tan prestigiosos como Ratzinger, Kasper, von Balthasar y otros.

Cuadernos litúrgicos
Cuadernos litúrgicos

Ya expliqué en la 1ª Parte cómo, por azares o casos fortuitos, me interesé por el fenómeno litúrgico dentro de mi Religión, la católica. Aclaro y repito, que, naturalmente, ni soy liturgista ni ceremoniero ni maestro de ceremonias ni liturgo. Eso no me impide reconocer la importancia de la liturgia, que es considerada en la Constitución conciliar (S.C. 10) como “cumbre (culmen) a la que tiende la acción de la Iglesia y, al mismo tiempo, la fuente (fons) de donde mana toda su fuerza”. 

Destaco ahora la excelencia editorial del “Centre de Pastoral Litúrgica de Barcelona”, habiendo estudiado tres libros fundamentales de ese Centro, que son los siguientes “Cuadernos Phase”: Los signos sagrados (270), Síntesis del Magisterio del papa Francisco en materia litúrgica (266) y La Constitución Litúrgica del Vaticano II en la historia de la liturgia  (274). 

Y siempre recordaré los importantes textos de Lingüística en general y en particular de la española, que tuve que estudiar, examinándome de ellos, en primero de Filosofía, en los años ochenta del siglo XX. Destaco el manual de Lingüista Española, de Vidal Lamiquiz, 3ª edición, a cargo de la Universidad de Sevilla. 

Fueron las páginas 73 a 83, las dedicadas por Vidal Lamiquiz al signo lingüístico, siguiendo las teorías y las divisiones según Ferdinand de Saussure, autor ginebrino al que se deben los principios de lingüística moderna que se extendieron –esto es muy importante- a las demás ciencias, también a la Teología. Un Ferdinand de Saussure, que definió la novedad ese sistema de comunicación, que es la Semiología, como la ciencia que estudia la vida de los signos en el seno de la vida social. Y el manual de Vidal Lamiquiz se iniciaba, con algo que me llamó mucho, en su día, la atención:  “El ansia de conocer y de saber es connatural al hombre. Toda investigación científica se basa en la necesidad del hombre de ver”. 

Diccionario de Teología
Diccionario de Teología

Y es que en los tiempos del Concilio, por los padres conciliares y por los llamados “peritos”, eran ya conocidas las teorías estructuralistas y semiológicas sobre los símbolos y los signos, así como las categorías de la Fenomenología en general y de la Religión en particular, con categorías tan importantes como la hermenéutica y la interpretación. Muy interesantes, sobre esto último, son las afirmaciones de Manuel Fraijó en Filosofía de la religión, Trotta 2022, páginas 145 y siguientes). 

El arzobispo Rino Fisichella, pro-prefecto del Dicasterio para la Evangelización y eterno aspirante al Cardenalato, autor, además, de la voz Semiología (I.- Signo y II Símbolo) en el Diccionario de Teología Fundamental, 3ª edición a cargo de Editorial San Pablo (2010), sobre la evolución del uso e identificación de los signos, escribe: “De un reconocimiento puramente externo y extrínseco se ha llegado a verificar su validez extrínseca especialmente cuando Cristo y la Iglesia son reconocidos e identificados como signos primordiales de la revelación cristiana".                                                                                                                                                                                                          Tiempos los del Concilio, años sesenta del pasado siglo XX, en que teólogos y canonistas, pusieron de moda el uso y hasta el abuso de la palabra sacramentum, que en latín se definió con exactitud: “In  religionibus christianis sunt ritus vel signa efficacia gratiae, a Christo Instituta et Ecclesiae concredita, per qua evita divina praebetur”. Sacramentos que son signos sagrados y sensibles, instituidos por Cristo. Realidad sensible que manifiesta y comunica una realidad invisible.  

“Rito y/o signos”, que, como escribiera Walter Benjamin en su gran obra El origen del drama barroco alemán, los símbolos poseen un espacio propio y específico en el ámbito religioso, siendo las religiones, entre otros asuntos, complejos simbólicos. El dominico Yves Congar reiteró que la liturgia es por excelencia el reino de los signos, palabras, cosas y gestos. Y si por medio de la representación simbólica se hace emerger el significado secreto, en esas representaciones se dan las “epifanías del misterio”, o evocaciones (ex vocare) de lo que es ausente o imposible de percibir.  Fraijó también ha escrito: “Es en lo simbólico donde la religión ha alcanzado sus metas más elevadas. La experiencia religiosa se articula en el símbolo, en la sugerencia y en la evocación”. 

Libro de Benjamin

Es natural que en religiones muy complejas -la cristiana lo es, teniendo en cuenta el Misterio de la Trinidad y habiéndose encarnado la 2ª Persona de la Trinidad- sean muy necesarios la pluralidad de símbolos y de signos, a través de palabras y gestos. Como escribe Xabier Basurko Uliza en La Constitución Litúrgica del Vaticano II en la historia de la liturgia, “en el final del artículo 7 de Sacrosanctum Concilium (penúltimo párrafo)  se destacan tres puntos:

a) La noción está claramente derivada  del concepto de sacramentum, visto en Cristo mismo, en la Iglesia, y aplicado aquí a la liturgia. La Sacramentalidad de toda la liturgia  está fuertemente acentuada. b) Por ello mismo, se da un gran relieve a la realidad del signo. La liturgia queda comprendida como un conjunto de signos sensibles. c) Estos signos no se refieren solamente al culto, sino también  la santificación.

 “Cristo, dice el Catecismo, está siempre presente  en su Iglesia, principalmente en los actos litúrgicos”. El mismo Catecismo, en el número 1111, dice: “La obra de Cristo en la liturgia es sacramemtal porque su Misterio de salvación se hace presente en ellas por el poder del Espíritu Santo; porque su Cuerpo, que es la Iglesia, es como el sacramento (signo e instrumento) en el cual el Espíritu Santo dispensa el Ministerio de la salvación, porque a través de sus acciones litúrgicas, la Iglesia peregrina  participa ya, como en primacías, en la liturgia celestial”. 

Monseñor Aurelio García Macías, en su Comentario teológico a la Constitución Sacrosanctum Concilium (BAC 2023), escribe lo mismo aunque de otra manera, en referencia a los PRINCIPIOS GENERALES PARA LA REFORMA LITURGICA Y EL FOMENTO DE LA SAGRADA LITURGIA, en especial los artículos 5-7):                                             

“No se usa el término  sacramentum para referirlo a Cristo, pero lo describe como si fuera un sacramento. La encarnación de Cristo es el camino que Dios ha buscado para comunicar su salvación a la humanidad…Y el texto (artículo 5) concluye afirmando que la obra de Cristo se prolonga en la Iglesia: del costado de Cristo dormido en la cruz nació el sacramento admirable de toda la Iglesia”. 

Aurelio García

Y añade el citado comentarista: “Así, del grande y primordial sacramentum que es Cristo, se deriva el sacramentum  general, que es la Iglesia, y esto se expresa principalmente en los sacramenta  que constituyen la liturgia, unos instituidos por Cristo y otros por las Iglesia. Especialidad es el Misterio de la Eucaristía, del que son elementos esenciales la palabra o verbum (liturgia de la palabra) y el sacramento propiamente dicho o la celebración eucarística, sacramentum.                                                                                                                                                                                                            El catalán Eugenio Trías, en su Diccionario del Espíritu (Planeta 1996), escribió: “Hoy, quizás, el interés renovado por los fenómenos religiosos impone reflexionar sobre la sustantividad del fenómeno simbólico, más acá o más allá de su “reducción” a signos según los imperativos semiológicos y estructuralistas”. Y un Eugenio Trías que fue autor de La edad del espíritu, donde señala que “Cultura proviene de cultivar el culto” y “que las categorías simbólicas son revelaciones”. El fallecido prematuramente Trías inició lo que llama “Tercer Libro”, con “Las siete categorías del Espíritu. Del símbolo a la razón”. 

Y toda acción litúrgica ha de ser en asamblea de fieles reunidos o Ecclesia, pasando como escribiera Jesús Aguirre, del individualista “yo” al “nosotros”, estando en esto toda la problemática del latín y de las lenguas vernáculas.  El artículo 11 de S.C. encomienda a los pastores sagrados que “los fieles participen en la sagrada liturgia, consciente, activa y fructíferamente”. Y el artículo 14 dice: “La Madre Iglesia desea ardientemente que se lleve a todos los fieles a la participación plena, consciente y activa en las celebraciones litúrgicas”. Y acercar el pueblo a la liturgia fue la finalidad de la reforma de la Sagrada Liturgia, tal como se indican en los números 21 al 40 de S.C., de lectura recomendada. 

Continuaré  (3ª Parte) con el tema de lo Profano y Sagrado, y el Motu Proprio Traditionis Custodes.  

Libro de Eugenio Trías
Libro de Eugenio Trías

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