El motu proprio de Francisco sobre el Opus Dei (y IV) "Sigue chocando lo muy propio del Opus Dei: unos laicos que quieren ser santos sin estar consagrados"
"Un joven sacerdote, Escrivá, aglutinó a laicos y curas, siendo fuente de problemas"
"El pretendido afán carismático, de ser santos en medio del mundo, sin los requisitos constitutivos y canónicos de las vidas consagradas, es otra fuente de incomprensiones"
"No tengo duda ni la tuve del carácter esencialmente religioso de la Obra"
"Leyendo las entrevistas de 2013 del Papa, el artículo de 2014 y el Motu Propio, que empieza Ad Charisma tuendum, se entiende todo y perfectamente. Y los que no lean los tres documentos, seguirán en las nubes, entre bagatelas"
"No tengo duda ni la tuve del carácter esencialmente religioso de la Obra"
"Leyendo las entrevistas de 2013 del Papa, el artículo de 2014 y el Motu Propio, que empieza Ad Charisma tuendum, se entiende todo y perfectamente. Y los que no lean los tres documentos, seguirán en las nubes, entre bagatelas"
Concluimos la penúltima parte mencionando la nueva edición del Libro Historia del Opus Dei, publicada tres días después de la Constitución Apostólica, Praedicate Evangelium, de 19 de marzo de 2022, que adscribió la única Prelatura (personal) existente, la del Opus Dei, al Dicasterio para el Clero. Eso lo desarrolló la Constitución Apostólica Ad Charisma tuendum, de 14 de julio de 2022, de consecuencias, como escribimos, de una profundidad enorme, abisal, no aparente, de vuelta a años atrás.
Aquel libro es interesante, siendo la nueva edición publicada, según unos, por gracia divina, y otros, por la satánica. Aquéllos dirán que, con esa historia, los dos textos pontificios son, divinamente, innecesarios, y los otros argumentarán, por el contrario, que únicamente al diablo corresponde dejar de manera tan manifiesta y evidente -leído el libro- la necesidad urgente de la reforma que implican las Constituciones Apostólicas de Francisco sobre la Prelatura del Opus Dei.
Además de una lectura interesante sobre el núcleo de la cuestión o del problema, que es la vertebración jurídica y canónica de la Obra, hay otras materias atrayentes, como es la relación entre la Compañía de Jesús y la Obra, o el Franquismo, tratado de “esa” manera....
Es natural que los autores del libro, al Papa, que al carisma de la Obra dio el armazón jurídico (Instituto secular), que fue Pío XII, le traten con mucho respeto. Se puede leer, al final de la página 87, que Franco censuró la solicitud de clemencia que le hizo Pió XII para los derrotados en la Guerra Civil. Pero en ninguna parte se lee lo que Pío XII leyó en el Radiomensaje Benignitas et humanitas, de 24 de diciembre de 1944, dentro del apartado V (“Cruzada de la Caridad”): “Ni menor alabanza y agradecimiento Nos place tributar a la generosidad del Jefe del Estado, del Gobierno y del pueblo español” (Benignitas et humanitas en 1944).
En el libro de González y Coverdale se explica de manera sencilla las sabias y complicadas ocurrencias, sin duda por inspiración divina, y de intríngulis, por un deseo secularizador, “desbocado”, acerca de los laicos, el Vaticano, repleto de clérigos y de santos a lo antiguo, no lo llegaron a entender, y los jesuitas, al parecer, siguen ahora sin entenderlo. Se explica muy bien lo del Obispo de Franco, monseñor Eijo y Garay, lo de los “Institutos seculares” con Pío XII y lo más reciente, lo de la fase final de la Prelatura (persona) en tiempos de San Juan Pablo II. Ya escribimos sobre la gran aportación al laicado del Vaticano II, pero también de la marginalidad con la que trató las prelaturas personales el Decreto conciliar Presbyterorum ordinis.
Un joven sacerdote, Escrivá, aglutinó a laicos y curas, siendo fuente de problemas. Problemas planteados por unos sacerdotes seculares, páginas 122, 150 y 183, integrados más tarde en la denominada Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz, con división entre unos, los de la prelatura en sentido estricto, de sotanas sin brillos por el mucho uso o sin los barros del camino, o con gemelos de plata en puños muy blancos o sobresalientes, y los otros, los diocesanos, aunque puedan llegar a ser deanes de catedrales.
En el libro, como digo, se explica muy bien el desarrollo jurídico de las dos procedencias sacerdotales y esa incardinación difícil, lo sigue siendo, entre la Obra y las diócesis. También se tratan de explicar las batallas hasta los tiempos presentes, de esa asociación de laicos, santos de vocación, con votos privados, que pueden llegar a ser, junto con los sacerdotes, directores espirituales. El pretendido afán carismático, de ser santos en medio del mundo, sin los requisitos constitutivos y canónicos de las vidas consagradas, es otra fuente de incomprensiones y, por lo que resulta, según el Papa Francisco, también de hoy (recuerdo ahora el artículo de John Allen, allá por 2013, titulado A revolution underway with Pope Francis).
Es correcto lo que se escribe en la página 345 de la Historia: “Durante las siguientes tres décadas, la equiparación de los miembros del Opus Dei a los religiosos constituyó un grave problema institucional”. Y la compleja “salida” del Opus Dei de la Congregación de Religiosos hace ya bastantes años, muestra las consecuencias complejas de la adscripción actual, de hoy, a la Congregación del Clero por el Motu Proprio Praedicate Evangelium.
Al Papa Paulo III, Alejandro Farnesio y abuelo de dos nietos menores de edad que nombró cardenales, le costó trabajo, para aprobar la Compañía de Jesús, entender la peculiaridad de esos devenidos clérigos, los jesuitas, sin ser como los de las restantes órdenes religiosas, de naturaleza conventual. También ahora sigue chocando lo muy propio del Opus Dei: unos laicos que quieren ser santos sin estar consagrados y muy religiosos dejando claro que no son religiosos.
No tengo duda ni la tuve del carácter esencialmente religioso de la Obra –eso lo escribí en anterior parte-. Los textos de Camino, no pueden ser más “sacerdotales” (aforismo 74: “Amar a Dios y no venerar al sacerdote no es posible”), pero es indudable que en esa pretensión reiterativa de que el laico no es un religioso como son los genuinos, los clérigos, está marcando una línea de separación, que ha de matizarse mucho para ser bien entendida –es evidente que muchos clérigos no la entienden-. Y ahí está una de las batallas –perdón por tal palabra bélica- que en el futuro inmediato se declararán al lado del Tiber, en proceso de sequía.
Hay quien en el Vaticano y en otros lugares eclesiásticos piensa que escribir y cuanto más escribir mejor, pues consideran que es una de las nuevas maneras de acreditar la existencia de Dios. Falso a mi juicio. Hay unos documentos, en especial los pontificios, esenciales y que se debería volver a ellos, a excepción de los de esconder como Syllabus. A los efectos de estos artículos sobre el Opus Dei, señalo que a los pocos meses de la elección papal, Francisco, los días 19, 23 y 29 de agosto de 2013, concedió unas entrevistas a la revista jesuítica Civiltà Cattolica, la misma fundada en tiempos del Papa autor de la Syllabus (Pío IX). El mismo jesuita al que el Papa respondió en 2013, el P. Antonio Spadaro, en el año siguiente, escribió un artículo en el mismo medio jesuítico e italiano que tituló “¡Despierten al mundo!”, que es un resumen de las entrevistas de 2013.
Pues bien y concluyo: leyendo las entrevistas de 2013 del Papa, el artículo de 2014 y el Motu Propio, que empieza Ad Charisma tuendum, se entiende todo y perfectamente. Y los que no lean los tres documentos, seguirán en las nubes, entre bagatelas. Y porque recomiendo su lectura, no alargo este final con citas de los jesuitas Bergoglio y Spadaro, de 2013 y 2014. Dos religiosos y uno de ellos Papa.
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