Estas claves y sueños que Francisco nos presentan para la misión de la iglesia son de tipo social, cultural, ecológico y eclesial (QA 7), claves y sueños inseparables en los caminos de la evangelización y ecología integral, que marcan la fe católica. Memoria de la misión y claves desde Querida Amazonia de Francisco
Se cumple ahora media década de mi experiencia y actividad misionera en América Latina, primero en Ecuador y actualmente en Perú. Y, justo en este tiempo, ha aparecido la Exhortación apostólica postsinodal “Querida Amazonia” (QA) del Papa Francisco. En este sentido, hemos experimentado mucha alegría y gozo al conocer las claves de dicha enseñanza de Francisco. Ya que es el camino que, en el seguimiento de Jesús y su Espíritu, hemos tratado de realizar en estos cinco años de misión, de actividad social, formativa, docente, universitaria e investigadora. En comunión con el Dios revelado en Cristo, con la iglesia bajo el sucesor de Pedro y los pueblos, los pobres, las víctimas y toda la creación. Estas son las claves hermenéuticas para hacer una lectura católica de la vida, de la misión y del texto (fuente) de QA, luz igualmente para leer y recepcionar el documento final del Sínodo que no es propiamente magisterio, como sí lo es QA que transmite de suyo la enseñanza de la fe e iglesia.
Esto es, como nos enseña la misma iglesia, hay que leer y discernir el evento del Sínodo con sus conclusiones finales a la luz del magisterio de Francisco en QA (n. 2). Y no al contrario, para una verdadera hermenéutica de la fe, eclesial y de la sinodalidad desde la misión que se efectúa en la continuidad y comunión con la tradición y enseñanza de la iglesia universal, presidida por el sucesor de Pedro, que sirve a esta tradición de la Palabra en (y de) la iglesia. De esta forma, con la Gracia de Dios, en estos años de misión hemos intentado estar en sintonía con todo el magisterio de Francisco, cuya última expresión y sueños se expresan en QA y que es inseparable de todo este magisterio del Papa -como es Laudato si, Evangelii gaudium, Amoris laetitia o Christus vivit-, para comprender correctamente dicha hermenéutica.
Estas claves y sueños que Francisco nos presentan para la misión de la iglesia son de tipo social, cultural, ecológico y eclesial (QA 7), claves y sueños inseparables en los caminos de la evangelización y ecología integral, que marcan la fe católica. Tal como nos manifiestan santos y testimonios de la fe, tan emblemáticos por ejemplo como Santo Toribio de Mogrovejo (QA 65), que son modelos de transmisión del kerigma y síntesis de la misión en el anuncio, inculturación y servicio a la fe en la caridad (amor fraterno) que promueve la justicia con la opción por los pobres. Este kerygma y núcleo de la fe es lo esencial para la misión de la iglesia, que proclama la salvación liberadora e integral regalada por la Gracia de Cristo Crucificado-Resucitado, Dios y hombre (humano) verdadero (QA 62-65, 74).
De ahí la inter-relación tan honda entre el sueño ecológico y el social, el compromiso del amor fraterno en la solidaridad y la justicia con los pobres e indígenas de la tierra. Todo está conectado con todo, la naturaleza (ecología) ambiental se une a la humana y social, como nos enseña Francisco siguiendo a Benedicto XVI (QA 41). Se evita así caer en un conservacionismo o biocentrismo (ambientalismo), que no escucha el grito de los pobres y de los pueblos empobrecidos, como los amazónicos, y que se centra solo (unilateralmente) en el clamor de la tierra (QA 2). Actualmente los pobres y víctimas como los pueblos amazónicos sufren una autentica desigualdad, injusticia y crimen a causa de los poderes económicos, políticos e ideológicos que con sus empresas multinacionales, petroleras, mineras y madereras: están perpetrando la destrucción ecológica, social y cultural de dichos pueblos (QA 9-14, 47-51). La economía extractivista al servicio del capital, de los estado e ideologías está arrasando las tierras, las culturas y vidas de los empobrecidos e indígenas que, por ello, asimismo son expulsados y malviven en las ciudades como los migrantes o refugiados, a los que se les niega su dignidad y derechos (QA 10).
Es un auténtico pecado social, ecológico e institucional (estructural) en donde el pecado personal con el egoísmo e idolatrías de la riqueza-ser rico y del poder, por la inherente sociabilidad del ser humano, cristaliza en instituciones corruptas e injustas. Estas situaciones injustas de pecado estructural e institucional, a su vez, causan, más pecado, mal e injusticia dañando la vida, salud y dignidad de las personas y de los pueblos (QA 23-25). Frente a esto, hay que promover la ecología integral y el buen vivir como nos transmiten los pueblos indígenas, con una globalización de la solidaridad, sostenible y espiritual en la armonía y comunión con Dios, con los otros y con la casa común que es el planeta tierra; impulsando el control ético-político y jurídico de los mercados internacionales, el desarrollo humano integral, la paz, el trabajo decente, las energías limpias y renovables.
Otra economía, agricultura y ganadería más ecológica, que respete el cuidado de la naturaleza y de la vida en todas sus fases, dimensiones y formas. Si queremos ser coherentes y fieles al Dios revelado en Jesús, ser iglesia profética y honrada, no podemos evadimos ni permanecer pasivos ante esta realidad de pecado, muerte e injusticia. Desde la profecía y parresía del Espíritu, como el Dios revelado en Jesús, debemos concienciarnos e indignarnos, denunciando, anunciando y comprometiéndonos por toda esta ecología integral, la justicia socio-ambiental y el bien común más universal (QA 15-17).
En esta línea, es esencial la unidad entre lo social, promoviendo la dignidad y derechos de todos estos pueblos oprimidos, y lo eclesial con el cuidado de la espiritualidad que nos lleva al encuentro personal con el Dios que se revela en Cristo. Cultivando así la relación y amistad con el Señor Jesús (QA 62-63). La iglesia no se puede convertir en una ONG, que solo se preocupa de lo social y el compromiso por la justicia, no anunciando igualmente este kerygma de la Gracia y Salvación que nos trae el Amor liberador de Jesús, el Dios encarnado (QA 64). Por lo mismo, la inculturación de la fe e interculturalidad que acoge todo lo bueno, bello y verdadero de los otros y sus culturas como son las amazónicas, para no caer en un indigenismo cerrado y sectario (excluyente), se abre al dialogo y encuentro con los auténticos logros técnicos, científicos, culturales, misioneros y eclesiales de todo el planeta. De la misma forma que la fe con la liturgia y los sacramentos se han de encarnar en las culturas e historia de los pueblos, también el Evangelio de Jesús fecunda y libera a las culturas de sus errores, males e injusticias. Debido a los límites y fragilidad de lo humano, no hay que sacralizar ninguna cultura (QA 36-38), que nunca se puede identificar plenamente con la fe ni agotar el Evangelio y su trascendencia escatológica.
Por tanto, la iglesia de Jesús ciertamente es una iglesia profética, misionera e inculturada que va adquiriendo rostro amazónico y latinoamericano. Iglesia pobre con los pobres, en salida hacia las periferias, permanentemente al servicio de la evangelización, la justicia, la interculturalidad y la ecología integral junto al ecumenismo y dialogo inter-religioso que, asimismo, son cauces de promoción de la paz, del bien común y el desarrollo integral (QA 106-109). Tal como se visibiliza todo lo anterior en el camino de la iglesia latinoamericana con las conferencias de Medellín, Puebla, Santo Domingo y Aparecida (QA 61).
Habitada por el Espíritu, la iglesia vive de la experiencia de toda esta conversión misionera, pastoral, sinodal y ecológica; con el anuncio del kerygma y la opción por los pobres, los pueblos amazónicos e indígenas, por la familia, el laicado y las mujeres como sujetos protagonistas de la misión, de las culturas y la ecología liberadora e integral. Es la iglesia ministerial y servidora, sustentada en la vocación bautismal con la base del pueblo de Dios (los laicos) y el sacramento del orden (obispos, presbíteros y diáconos) junto al sucesor de Pedro, el Papa (QA 91-103). Tal como nos transmite la tradición de la iglesia y magisterio de los Papas, que anuncia, celebra y sirve a la fe.
Pueblo profético y sacerdotal, la iglesia se constituye en sus claves sacramentales e institucionales con todo el pueblo de Dios: los fieles laicos bautizados, que celebran la liturgia y los sacramentos; presididos por los ministros ordenados (diáconos, presbíteros y obispos), sacerdotes de la liturgia que asimismo cuidan y confirman la fe, al servicio de todo este pueblo de Dios y la santidad bautismal, junto a la profecía de la vida religiosa. En contra de todo clericalismo o laicismo con su afán de poder, que no sirve a los demás y al Reino de Dios con su justicia en el seguimiento de Jesús. Y junto a Jesús, de lo expuesto hasta aquí, tenemos como ejemplo y modelo, a María, madre de la iglesia y de la Amazonia, mujer pobre, profética, servidora y liberadora (QA 111)