Alabaré al Señor de todo corazón

¡Feliz martes! Cada vez que el maestro de hoy acude a este pequeño rincón tenemos que descubrirnos porque es uno de los grandes de la Historia de la Música, todo con mayúsculas. De nuevo, vamos a disfrutar de una pieza suya impresionante, como todas ellas.

No es otro que Claudio Monteverdi (1567-1613), compositor italiano nacido en Cremona. Su época vital era continuo cambio ya que el renacimiento dejaba paso a un barroco que se abría paso con urgencia. Tuvo la habilidad para manejar con maestría ambos periodos, con la música litúrgica quizá enclavada en el pasado y sus magnas óperas en el futuro. Se formó con el director de música de la catedral de Cremona y aprendió a cantar y tocar varios instrumentos. En 1590, o posiblemente 1591, fue nombrado tañedor de viola en la corte del duque de Mantua, Vincenzo Gonzaga. Allí fue muy activo y su director, Giaches de Wert, ejerció una gran influencia en Monteverdi. En 1601 dirigió la música del duque. Intentó trabajar para el papa, pero no lo consiguió y terminó quedándose en la basílica de San Marcos de Venecia.
Disfrutemos de su Confitebor tibi Domine (secondo) a due voci, SV 194. Por donde fue tuvo a su disposición una buena cantidad de cantantes de lo más virtuoso, cosa que usó para componer a dos y tres voces. Esta pieza de hoy tiene texto tomado del salmo 111 y tiene un ambiente análogo al de su canzonettaChiome d'oro, que está en su Séptimo Libro de Madrigales de 1619. Empieza con una introducción para dos violines, que elaboran escalas en do mayor. La segunda sección es con el texto del salmo y las voces cantando bellos melismas, también do mayor. Monteverdi introduce preciosas interrupciones en las palabras Magna opera Domini y Sanctum et terribile nomen eius.
La interpretación es de The Sixteen dirigidos por Harry Christophers.