El secretario de Estado vaticano se encuentra en Aparecida para dirigir el retiro de los obispos que precede a la Asamblea Parolin, en Brasil: "Debemos participar en el anuncio del Evangelio, a nosotros mismos primero"
El Secretario de Estado se encuentra en este país sudamericano y encabezará el retiro espiritual de la Asamblea Nacional de la Conferencia Episcopal Brasileña en el Santuario de Aparecida
El cardenal visitó al presidente Lula el 8 de abril en Brasilia: "Pudimos hablar sobre cuestiones específicas de Brasil y ampliamos nuestra mirada sobre cuestiones importantes como la pobreza, la desigualdad, la justicia y, sobre todo, la paz"
| Silvonei José Protz - Enviado a Brasil
(Vatican News).- "Un sentimiento muy fuerte". Así describe el Secretario de Estado Vaticano, el cardenal Pietro Parolin, sus sensaciones al estar en Brasil para dirigir el retiro espiritual de los días 10 y 11 de abril que inaugura la 61ª Asamblea General de la Conferencia Episcopal Brasileña (CNBB): alrededor de 480 obispos están reunidos en el Centro de Eventos Padre Vítor Coelho de Almeida, en el Santuario Mariano de Aparecida hasta el próximo 19 de abril.
El cardenal Parolin, quien llegó al país en los últimos días, acudió el lunes 8 al Palacio Planalto, en Brasilia, en visita protocolaria y diplomática al presidente de la República, Luiz Inácio Lula da Silva. "Un encuentro muy fructífero", afirma a Vatican News el Secretario de Estado que se reunió con él en Aparecida. Con él estuvieron presentes el nuncio apostólico monseñor Giambattista Diquattro y el arzobispo de Porto Alegre y presidente de la CNBB, don Jaime Spengler. Luego de la visita al jefe de Estado, el cardenal Parolin visitó la sede de la Conferencia Episcopal en Brasilia, donde visitó los espacios de trabajo y fue recibido por los colaboradores del episcopado.
-Es un sentimiento muy fuerte, porque como recordé en el breve saludo que di a la Conferencia Episcopal, al inicio de la Asamblea, los había conocido por regiones eclesiásticas durante la visita Ad limina, y ya allí había tenido la impresión de una Conferencia muy numerosa. Ahora aquí, verlos a todos juntos, es un efecto muy, muy fuerte, pero al mismo tiempo también percibo cuán comprometidos están estos obispos con la misión, con la evangelización. Me parece que además del tamaño de esta Conferencia Episcopal – porque evidentemente el país, Brasil, es enorme, un continente como dicen –, también hay que subrayar el compromiso de todos los obispos en llevar adelante la evangelización y la animación cristiana de la sociedad, una sociedad que tiene sus problemas, para que responda cada vez mejor al Evangelio.
-Antes de llegar a Aparecida, usted estuvo en Brasilia, donde también se reunió con el presidente Lula...
-Sí, normalmente, cuando me muevo por algún motivo eclesiástico-religioso, siempre hay también una parte más política, dado el papel que desempeño. En este sentido, el nuncio había organizado una reunión con el presidente Lula que resultó muy fructífera. El hecho de encontrar al Presidente forma parte de nuestra actividad, de nuestra función, como representantes de la parte diplomática de la Santa Sede. Fue un buen encuentro, pudimos hablar de temas más específicos de Brasil, como el tema del Acuerdo y la aplicación del Acuerdo entre la Santa Sede [y Brasil]; pero luego, ampliando también nuestra mirada sobre los grandes problemas internos – el tema de la pobreza, el tema de la desigualdad, el tema del hambre, el tema de la justicia – y luego también un poco sobre los problemas del mundo de hoy y, sobre todo, sobre el tema de la paz.
-Una paz que hay que pedir también en la oración: aquí estamos en Aparecida, en la Casa de la Madre...
-Sí, ya se hizo durante la Misa de apertura de la celebración, el presidente de la Conferencia Episcopal hizo una oración especial por la paz, mencionando también los principales lugares donde hoy se desarrollan los conflictos. Realmente creo que, más allá del trabajo que estamos haciendo, necesitamos tanto la oración porque parece que la situación no avanza, parece que no podemos encontrar caminos hacia la paz, que no podemos pensar en términos de un diálogo de solución a los conflictos en curso. Por eso, en cierto sentido, también experimentamos nuestra impotencia: por eso necesitamos realmente volvernos al Señor y a su Madre. Sé que Aparecida es conocida, me dijeron ayer, por muchos milagros, que se produjeron sobre todo después del descubrimiento de la pequeña estatua en el río: todavía creemos que la Virgen puede realizar milagros. Y por eso nos unimos todos para invocarla con tanta confianza y tanta esperanza.
-A este gran Santuario llegan muchos peregrinos...
-Sí, me dijeron que la Casa se llena sobre todo los fines de semana: debe haber muchos, porque el santuario es impresionante. Es la primera vez que lo veo, pero me llamó la atención su tamaño. Entonces, si siempre está lleno de peregrinos, ya sea en determinadas circunstancias del año o en los meses de verano y todos los fines de semana, significa que hay muchos peregrinos. Pero esto es maravilloso porque realmente sentimos como parte de nuestra fe católica este apego a María que nos ayuda, como en el Evangelio, a adherirnos cada vez más firme y consistentemente a Jesucristo. Por tanto, María es la Madre que nos conduce al Hijo y esta es su misión hacia los cristianos de todos los tiempos.
"Además del tamaño de esta Conferencia Episcopal, también hay que subrayar el compromiso de todos los obispos en llevar adelante la evangelización y la animación cristiana de la sociedad"
-Usted, llevará una reflexión al retiro con los Obispos de Brasil...
-Sí, fui invitado y estoy aquí para esto, porque existe esta hermosa tradición de iniciar la Asamblea de la Conferencia Episcopal con un retiro de dos días. Fui invitado por Monseñor Spengler durante el Sínodo de los Obispos y me dijo que hablara un poco sobre las tres palabras que definen la sinodalidad: comunión, participación y misión. Serán reflexiones, no tanto sobre cuestiones concretas sobre la sinodalidad, sino como un horizonte sobre estos tres temas fundamentales precisamente para la vida de la Iglesia: el hecho de que somos comunión, el hecho de que todos, en virtud del Bautismo y de la Confirmación – de los sacramentos de la iniciación cristiana – debemos participar y debemos participar en el anuncio del Evangelio, a nosotros mismos primero, porque, como nos recuerda Evangelii nuntiandi, antes de evangelizar, la Iglesia debe dejarse evangelizar.
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