Monseñor Arturo Fajardo: "Somos el pueblo de la memoria" El episcopado uruguayo reelige a su presidente y honra a su patrona

Obispos de Uruguay
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El episcopado uruguayo ha reelegido en su reciente Asamblea Plenaria, a su actual presidente, Mons. Arturo Fajardo, obispo de Salto, para el periodo 2022-2024

También la Iglesia del Uruguay se reunía este domingo, 14 de noviembre, para homenajear a la Patrona del Uruguay en el Santuario Nacional de la Virgen de los Treinta y Tres, en Florida, donde acudieron unos 3500 peregrinos

En su homilía, Monseñor Arturo Fajardo, obispo de Salto y presidente de la Conferencia Episcopal del Uruguay, mostraba su alegría por un momento que no pudo realizarse en 2019

Los obispos y los peregrinos presentes pidieron a la Virgen de Treinta y Tres para que los más infelices sean los más privilegiados y colocaron en el regazo de la patrona del país peticiones de educación, amor, trabajo y respeto

(Celam).- El episcopado uruguayo ha reelegido en su reciente Asamblea Plenaria, a su actual presidente, Mons. Arturo Fajardo, obispo de Salto, para el periodo 2022-2024. La vicepresidencia será asumida por el Cardenal Daniel Sturla, arzobispo de Montevideo, y el secretario general será Mons. Heriberto Bodeant, obispo de Canelones.

Nuevos responsables en el episcopado

La página web de la institución informa sobre los integrantes del Consejo Permanente y de los obispos responsables de los Departamentos y Comisiones de la Conferencia Episcopal Uruguaya, que asumirán sus cargos en abril del próximo año.

Fiesta de la Virgen de los Treinta y Tres

Por otro lado, la Iglesia del Uruguay se reunía este domingo, 14 de noviembre, para homenajear a la Patrona del Uruguay. Lo hacían en el Santuario Nacional de la Virgen de los Treinta y Tres, en Florida, a donde contra todo pronóstico acudieron unos 3500 peregrinos de todos rincones del país.

Entre ellos estaban los obispos, reunidos en el mismo lugar para su Asamblea Plenaria, más de 100 sacerdotes, así como decenas de diáconos, seminaristas, religiosos y religiosas, laicos y laicas procedentes de los lugares más recónditos de nuestro territorio.

Memoria agradecida

En su homilía, Mons. Arturo Fajardo, obispo de Salto y presidente de la Conferencia Episcopal del Uruguay, mostraba su alegría por un momento que no pudo realizarse en 2019 como consecuencia de la pandemia de Covid-19. Por eso, insistió en que “en medio de las tormentas, dudas y angustias del presente queremos afirmar nuestras raíces, hacer memoria agradecida, somos el pueblo de la memoria”.

El prelado destacó las raíces marianas del país, afirmando que en la pequeña imagen de la Virgen de Treinta y Tres, de origen guaraní, “se funden la fe, la historia y la cultura de nuestro pueblo”, una imagen que tradicionalmente ha acompañado la vida cotidiana del pueblo uruguayo. Una imagen gaucha, decía Mons. Fajardo, “con raíces en nuestro interior profundo tantas veces marginado y olvidado”.

Encontrar a Jesús en los pobres, enfermos y abandonados

El presidente del episcopado hizo ver el “desafío en la construcción de una patria donde podamos encontrar a Jesús en cada hermano, sobre todo en los pobres, los enfermos, los abandonados”, una afirmación que cobraba más sentido en el día en que la Iglesia celebra la Jornada Mundial de los Pobres, como afirmó el obispo de Salto. También se refirió a la necesidad de caminar juntos, pues “eso es sinodalidad, la propuesta del Papa Francisco”.

Los obispos y los peregrinos presentes pidieron a la Virgen de Treinta y Tres, “por la justicia y la paz verdadera, para que, sobre todo, cuidemos de los pobres y de los que sufren, para que los más infelices sean los más privilegiados y todos tengan pan, techo y trabajo”. También suplicaron a la Patrona del Uruguay que ilumine “a nuestras autoridades y a todos los que detentan alguna forma de poder: que lo pongan al servicio del bien común en la justicia. Que cada miembro de la sociedad se dignifique por el servicio a los demás”.

Finalmente, colocaron en el regazo de la patrona del país, las peticiones de “que la educación sea para el desarrollo de hombres y mujeres libres y honestos. Que cada uno trabaje honradamente, ayude al mejoramiento comunitario y obtenga cuanto es necesario para sí y su familia”, que “le dé solidez al vínculo matrimonial”, y que “cada ser humano sea protegido y respetado, desde el primer momento de su concepción, hasta que el Creador llame a sí a la creatura que salió de sus manos”.

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