Antonio Robles Almeida: Efectos indeseados"
| Edit. Salvador GARCÍA BARDÓN
La gansada del presidente no surge por generación espontánea, sino de una guerra cultural que enraizó y no admitió la derrota del comunismo.
09/2/2023 - 23:44
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez | EFE
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.A la chita callando, el pensamiento posmoderno, adversario de la Ilustración, de la ciencia, de la verdad y del conocimiento universal como camino de emancipación, lleva décadas erosionando los pilares fundamentales de la Cultura Occidental. Con diferentes denominaciones: relativismo cultural (todas las culturas son iguales y no hay razones para inmiscuirse en sus relatos); constructivismo social en educación (la adquisición de conocimiento, el esfuerzo, la memorización, la autoridad del profesor, la meritocracia, la ciencia o la misma verdad, son despreciados como antiguallas tradicionales que surgieron de prejuicios y ocultan una posición de poder). En su lugar entronizan el relativismo progresista, las emociones, la subjetividad, cuestionan los exámenes, eliminan los hechos históricos, convierten al niño en el centro de gravedad a salvo de la autoridad escolar y hacen de la igualdad enemigo de cualquier tipo de excelencia. Y todo ello lo adornan con hermosas palabras: los niños han de desarrollar sus destrezas sociales, construirse a sí mismos como individuos autónomos y ciudadanos críticos, verse no como objetos de la educación sino como sujetos. La sociedad debe confiar en la capacidad del propio alumno para evaluar su propio trabajo. ¡Vaya!, cómo si la adquisición de conocimientos fuera incompatible con la capacidad de pensar, o con la creatividad del alumno.
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El constructivismo evita hablar de correcto o incorrecto, considera el contenido como algo del pasado a punto de ser superado. También desconfía de la enseñanza como transmisora de la verdad empírica, simplemente porque la ha sustituido por relatos. El resultado final de este proceso educativo es mayor fracaso escolar, mayor conflictividad en las aulas, y menor igualdad real.
En su versión política, el constructivismo educativo toma el nombre de ingeniería social y se concreta en detentar la hegemonía cultural. La gansada del presidente no surge por generación espontánea, sino de una guerra cultural que surgió del filósofo marxista Antonio Gramsci y enraizó en la izquierda que no admitió la derrota del comunismo tras la caída del Muro de Berlín. El posmodernismo ideológico de izquierdas bebió de esa lucha por lograr la hegemonía ideológica en las instituciones, y cambió la lucha económica de clases, por la lucha cultural y de derechos. De aquellos polvos teóricos surgió el abandono del internacionalismo por la identidad, el rechazo del universalismo por el multiculturalismo, el plurinacionalismo, el plurilingüismo, el feminismo supremacista, el ecologismo, el cambio climático, y últimamente la suplantación de la biología por la teoría trans. Grupos humanos estancos.
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En esa ingeniería social no hay verdad universal que valga, son los grupos étnicos los que tienen autonomía plena sin que una autoridad empírica fuera de ellos los pueda cuestionar. O dicho de otro modo, solo existenrelatos subjetivos. Es la atmósfera que alimenta movimientos como la cultura woke, el movimiento queer, cuya libertad consiste en cancelar la libertad de los demás. Reparen en la soberbia de Podemos o en los relatos de Pedro Sánchezy Félix Bolaños. Ni la ingeniería social que impone una Ley de memoria histórica, que copa instituciones o nacionaliza conciencias en la escuela catalana es causa de la dejadez o de la ineptitud, sino de la voluntad por crear una sociedad analfabeta y dócil. Un rebaño donde asegurar las siguientes elecciones.
Del autor.
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La Ley del "sí y sólo sí" con sus "efectos indeseados" no nace de la nada, sino de ignorar los logros de la razón y la Ilustración que han conseguido mejorar nuestra condición humana. Si algo nos da ventaja sobre el resto de seres de la naturaleza es la acumulación y transmisión del conocimiento.
Habrá más "efectos indeseados", sólo es cuestión de tiempo. Ahí esperan empecinadas las leyes de bienestar animal, la ley trans, o las nuevas reformas educativas. ¿Cómo es posible que se legisle con tanta frivolidad sobre hormonaciones y amputaciones irreversibles en edades donde la simple formación de la personalidad, ya no sexual, sino vital, emocional, social, deportiva, estética, laboral etc. está inevitablemente en tránsito a la madurez y a menudo profundamente equivocada?
Es especialmente lamentable el desprecio por el conocimiento que la ministra de educación Pilar Alegría transmite con esa sonrisa boba que hiere intelectualmente hasta a un analfabeto. Haría bien en leer En defensa de la Ilustración a Steven Pinker donde dice que "no evaluamos correctamente nuestra propia época, por no conocer bien las épocas anteriores", o cuando asegura que "los jóvenes necesitan conocimientos para impedir que en su ignorancia destruyan la sociedad que han heredado". Seguro que el lector podrá comprobar en el adanismo y soberbia de Irene Montero, Ione Belarra, Echenique o en el macho alfa de La manada (donde las dan las toman), las consecuencias de un sistema educativo que alcanzó su fulgor hace unos días con la intervención de la premiada como mejor alumna de Ciencias de la Información de la UCM. Un fruto maduro del constructivismo. Ignorancia, victimismo y dogmatismo.
Hay leyes de combustión rápida, como la del "sí es sí", pero otras son de combustión lenta y sus efectos serán aún más letales, como la eliminación del delito de sedición. Sólo hay que esperar a que el huevo de la serpiente incube y después de un tiempo de reunificar fuerzas, rompa el cascarón. Ya no estará él, pero lo pagaremos todos.
Cuando ignoras la historia estás condenado a repetirla, pero cuando la ignorancia es una venda que tapa la herida sin curarla, a sabiendas, eres un delincuente.
PD. Buena parte de la línea argumental de este artículo es deudora del magnífico libro de la catedrática sueca, Inger Enkvist, "Conocimiento en crisis" Tecnos, 2022.
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