El documental "Papa Francisco: Un hombre de palabra", en cines el 28 de septiembre Bergoglio 'didaskalos': el icono del Papa del siglo XXI

(Cameron Doody).- Aquello en lo que más se fija uno cuando ve El Papa Francisco: Un hombre de palabra es en la mirada de Jorge Mario Bergoglio. Sientes que la autoridad moral más alta del planeta te está hablando directamente a ti. Pero hablándote no: interpelándote, rogándote, suplicándote. Con sus ojos: cada vez que sonríe o que frunce el ceño. Es por eso que este nuevo documental de Wim Wenders sobre el pontífice puede considerarse el equivalente del Occidente del siglo XXI a los iconos ortodoxos de Cristo. Una especie de retrato de Francisco el Maestro, al estilo de la imagen del Cristo didaskalos.

El Papa Francisco: Un hombre de palabra no es una biografía del hombre que se convirtió en el primer Papa del hemisferio sur -por no decir el primer Papa jesuita- el 13 de marzo de 2018. Hasta el punto de que el director Wenders lo define más bien como un "viaje personal" con Bergoglio. "Quería que hablase en lugar de hacer una película sobre sus orígenes", dice el realizador alemán. "No es una película autobiográfica, sino más bien una biografía de sus ideas; es una película con él, más que sobre él".

Y es que el resultado es precisamente éste. A pesar de que el Vaticano concediera a Winders un acceso sin precedentes no solo al Papa sino también al vasto archivo de imágenes televisivas del Santo Padre en sus muchos discursos y viajes por Roma y por todo el mundo, lo que más impacta del documental es el mensaje de que no importa tanto la persona de Francisco como sus ideas.

Al igual que cuando los iconos de Cristo atrapan la mirada de quienes los contemplan solo para dirigirla a una realidad más allá. Y es más, los cinco primeros minutos del documental ni tienen que ver con Bergoglio, precisamente, sino con el hombre cuyo nombre y ejemplo tomó cuando asumió la cátedra de Pedro. Francisco de Asís, tras cuyas huellas Bergoglio ha ido respondiendo a la llamada de Cristo de "reparar mi Iglesia".

Fotograma de 'Papa Francisco: Un hombre de palabra'

Los mensajes verbales del documental no son nuevos, en su mayor parte. Como no podía ser de otra forma, no faltan las denuncias e invitaciones del Papa a las que nos hemos acostumbrado, si bien por eso no han perdido nada de su impacto. "Una Iglesia que pone su esperanza en la riqueza no es de Jesús", por ejemplo. O "todos -es decir, todos- somos responsables" de la "sociedad del descarte" y la "globalización de la indiferencia". O "en el mundo de hoy ya no hay tiempo para la caricia" hasta "los curas deben hacer un apostolado de la oreja", que deben "saber escuchar".

Pero más allá del contenido semántico de estas ya míticas frases, lo más impactante es la manera en la que el Papa las dice, y la manera en la que Winders le enfoca. Con planos muy de cerca en los que solo aparece el rostro de Francisco, con detalles tan nítidos que puedes ver hasta el brillo de sus ojos o el tejido de su solideo blanco. Y con un tono de voz tan pausado y tan claro que es imposible no creerse a pies juntillas que este hombre realmente vive lo que predica.

Pero entonces, ¿cuál es la lección de la película? Está muy bien ver más cerca que nunca al líder de los católicos del mundo, pero si uno no es fiel, ese acercamiento tiene interés solo hasta cierto punto. Y es que Winders, precisamente, ha querido hacer un documental accesible para todos, que se enfoca en las tan necesarias respuestas del Papa a urgentes desafíos para el mundo de hoy, tales como la justicia social, la inmigración, la ecología, la desigualdad económica, el materialismo o el papel de la familia.

Yo me quedo con unas palabras de la película que Bergoglio pronunció en su visita a la favela Varginha en Río de Janeiro en 2013. Para solucionar el hambre y las necesidades de tantos hermanos y hermanas en el mundo, dijo el Papa en aquella ocasión, es necesario que todos hagamos algo, y que todos compartamos lo que tenemos. "Siempre se puede añadir más agua a los frijoles", observó Francisco, en estas formas tan joviales y auténticas que tiene. Y es que, tras ver el documental de Wenders, eso es precisamente lo que quieres hacer. De verdad.

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